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Dinamarca da el primer paso

El fin del dinero en efectivo y los nuevos métodos de pago

Fin del dinero en efectivo

Aunque año tras año, las transacciones en efectivo han ido perdiendo importancia, Dinamarca ha decidido ir un paso más allá y dar un empujón para que de forma obligatoria se tienda a la eliminación del dinero en efectivo. El Gobierno danés anunció hace pocos días su intención de liberar a una parte de los comercios de la obligación de tener que admitir monedas y billetes. En concreto, a partir de enero del 2016, las tiendas de ropa, gasolineras y restaurantes podrán obligar a sus clientes a pagar exclusivamente con tarjeta o a través del teléfono móvil. Dinamarca como ocurre especialmente en todos los países nórdicos se ha convertido en paradigma del uso de métodos electrónicos de pago.

En 2014, sólo el 25% de las compras que se llevaron a cabo en este país se realizaron en metálico, a lo que se añade el uso cada vez más generalizado del móvil para realizar cualquier tipo de compra, liderados por la aplicación MobilePay que ha desarrollado Danske Bank, el principal banco del país. Un mecanismo que acorta y simplifica el proceso de compraventa hasta el extremo. Con todo ello, el Banco Central de Dinamarca ha dejado de producir billetes y monedas –lo harán a partir de finales del 2016 empresas subcontratadas- estimando que se ahorrará unos 13,4 millones de euros hasta el 2020 sólo por este punto. Pero no es el único ahorro. La paulatina eliminación del efectivo busca reducir costes y aumentar la productividad. También ayudará en evitar robos indeseados y también las posibilidades de evasión fiscal y corrupción.

El futuro de los medios de pago eficientes

La realidad es que, de forma obligatoria o no, más de 2.600 años después de que las primeras monedas empezaran a circular en la región de Lidia, actual Turquía, su uso práctico cae en picado, sustituido por tarjetas pero también por nuevos métodos. Hay dos puntos a favor que llevarán a que el dinero en efectivo cada vez se use menos. El primero, los avances tecnológicos que permiten que, por ejemplo, gracias a nuestro teléfono tengamos Internet accesible en cualquier momento y en casi cualquier lugar. El segundo, que un territorio que parecía exclusivo para el dinero en efectivo, el de los micropagos, ya tiene rival con los nuevos métodos de pago.

Buena parte de este avance estará en la tecnología de pago por contacto o contactless. El crecimiento de estos sistemas se está produciendo en ambos sentidos, consumidor y comercios, estos últimos con nuevos terminales adaptados. Con ello, tan sólo acercando la tarjeta al terminal, realizamos el pago de nuestras compras sin otras medidas de seguridad como el pin o la firma, y limitándose por ello a pequeñas compras, sea el pan, una revista o un billete de autobús, hasta ahora territorio “vedado” para el efectivo. Esta apuesta se consolida, según caducan muchas tarjetas se van sustituyendo y por ello, el crecimiento está siendo elevado, con incrementos que según Visa alcanzan el 40% anual y en paralelo el número de transacciones con este tipo de tarjetas suben en tasas que alcanzan el 37%.

El móvil es otro segmento de medios de pago que no deja de crecer. La tecnología NFC (Near Field Communications) nos permite comprar acercando el móvil a un terminal de venta, pero sin necesidad de realizar contacto. Su hándicap, que para ello es necesario que comprador y vendedor hayan adoptado esta tecnología. En el lado del comprador, no se había dado un salto importante por las limitaciones que había puesto uno de los mayores operadores, Apple, pero todo esto ha cambiado. Desde octubre de 2014 año el gigante informático lanzo su sistema de pagos propio Apple Pay de la mano de los principales bancos del país.

A medida que se extienda a otros países se consolidarán las posibilidades de los sistemas NFC como alternativa de pago, tanto por el poder de mercado de Apple como por la reacción de la competencia. Sólo quedará un problema por resolver, cómo se adaptan los terminales en las tiendas. A diferencia de los datafonos que ofrecen los bancos con gran interés por su parte, por las suculentas comisiones que reciben, “pasarse” a la tecnología de pagos por móvil requiere una inversión mayor para los comerciantes, que por un lado o no se lo pueden permitir económicamente o no perciben qué beneficio pueden conseguir con respecto al sistema con tarjetas.

Además del contactless y el NFC, la tecnología nos está dejando todo tipo de soluciones “mixtas” con un futuro más que dudoso. Entre estas están los lectores de tarjetas tradicionales para móviles o la utilización de códigos QR. El principal problema de todos estos métodos está en la seguridad y en no conseguir que tengamos una experiencia de compra fácil y satisfactoria: cómoda, fácil y segura con opciones complementarias como el control de nuestros de gastos.

Puntos a solucionar

Pero no todo es tan transparente. El fin del dinero en efectivo también tiene puntos negativos. Los detractores de este cambio señalan que la desaparición del dinero físico podría perjudicar a los colectivos más desfavorecidos, como personas sin recursos. Por otro lado, los hackers y riesgos de seguridad informática seguirán creciendo. También los Estados están muy interesados en estas medidas y no sólo por eficiencia económica. Las transacciones que realizamos en efectivo son difíciles de detectar, por ello en muchos países incluso se obliga a informar cuando sacamos o ingresamos dinero desde una determinada cuantía. Pero esto no ocurre cuando utilizamos cualquier medio electrónico, en donde siempre nuestro dinero deja rastro.

También existen limitaciones económicas ¿Quién asumirá el gasto? A la hora de hacer una compra con tarjeta, los bancos se llevan un buen pellizco. Por el lado del dueño de la tarjeta, en muchos casos paga una comisión por emisión o renovación. A esto se añade si paga a crédito, intereses y comisiones. Pero también el banco gana mucho con los vendedores, en modo de comisiones que porcentuales o fijas cobra por cada operación. En este sentido el comerciante pierde menos dinero si cobra en efectivo, y por ello la desaparición del cobro en metálico, al menos en España, no es tan rentable para los comerciantes. Por todo ello, a medida de que se impongan estas nuevas medidas de pago sin efectivo también deberán reducirse el coste de las tasas que reciben los bancos por usar sus medios de pago.

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