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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una opinión a tener muy en cuenta

Cataluña es probablemente el territorio de España donde la sociedad civil se ha mostrado más activa a lo largo de la historia. La participación ciudadana, de la mano de una burguesía con la empresa en el ADN, es un signo de su identidad sustentado en ese valioso intangible llamado seny. Y precisamente ese sentido que da la sensatez, y el conocer a fondo la sociedad en la que desarrollan su vida y crean riqueza y empleo, son las bases en las que parecen haberse basado los empresarios catalanes para entrar de manera determinante en el debate sobre el independentismo. Más allá de algunas destacadas opiniones personales, entre las que siempre resaltó la del fallecido José Manuel Lara, los empresarios en conjunto rompieron ayer su silencio respecto al debate secesionista. Y lo hicieron de una manera clara y contundente, para arremeter con dureza y sin ambigüedad contra la escalada independentista mediante un documento de la patronal Fomento del Trabajo. El escrito alerta sobre la “tensión y máxima preocupación” del empresariado catalán ante lo que denominan un “proceso secesionista” y advierten de forma expresa sobre el peligro de poner en cuestión la pertenencia a la zona euro, con todo lo que ello significa en términos monetarios y financieros, y a la misma Unión Europea.

Fomento siempre ha hecho sus propuestas económicas ante unas elecciones, como cuando en 2012 pidió eliminar una quinta parte de los municipios. Pero esta vez, ante las autonómicas del 27S, el desafío va mucho más allá. Ante la pretensión del presidente Artur Mas de hacer de los comicios un plebiscito sobre la independencia de Cataluña, Fomento advierte de los peligros de ese juego, además de proponer cinco medidas concretas para relanzar Cataluña.

Y lo hace sin aspavientos, a la manera catalana, como lo viene haciendo el presidente de Freixenet y de la Cámara de España, José Luis Bonet. Reclama así, con todo el sentido común, que el debate se centre donde debe, en “las mejores políticas económicas, sociales y culturales que garanticen el progreso y bienestar de todos los ciudadanos”, y con un marco de seguridad jurídica, de libertades y estabilidad.

La patronal que preside Joaquim Gay de Montellà ha dado un paso muy de agradecer. Porque en España pervive desde la dictadura y su autarquía un mal entendido concepto del comedimiento por el que muchos empresarios se inhiben del debate público. Así, y aunque sea involuntariamente, hurtan a la sociedad una valiosa experiencia que no hará sino enriquecerla, además de ser muy positiva para la verdadera salud democrática. Ayer, sin ir más lejos, en la cumbre hispanoalemana, representantes de grandes empresas españolas hablaron claro de lo que se necesita para hacer sostenible la política de reformas aplicada en España por Mariano Rajoy, quien recibió el espaldarazo de Angela Merkel también ante el debate soberanista en Cataluña.

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