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Política

Rajoy admite el daño del ‘brexit’ pero lo considera asumible

La cumbre europea acaba en un zafarrancho de combate sobre el futuro del club

La última cumbre europea antes de la puesta en marcha del brexit (salida de Reino Unido de la UE) y del 60 aniversario de la UE (25 de marzo) se saldó el viernes con un agitado debate sobre el futuro del club y con los primeros enfrentamientos sobre cómo organizar una Unión que, por primera vez, pierde a uno de sus miembros.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, admitió que el brexit “no es bueno para los intereses de la UE”. Y que la primera consecuencia para los que se quedan será cubrir el agujero presupuestario que dejará Reino Unido, uno de los contribuyentes netos (que aportan más de lo que reciben) del club. “Todos los países tendrán que aportar más dinero”, reconoció Rajoy.

Reino Unido es, después de Alemania, el país que más aporta, con unos 26.000 millones de euros al año (tras una rebaja de 6.000 millones por el llamado británico) y solo recibe unos 7.000 millones de euros, lo que puede dejar un agujero de entre 15.000 y 20.000 millones en un presupuesto de la UE que ronda los 140.000 millones. La posible derrama entre el resto de los socios anuncia un agrio debate presupuestario en el que los países receptores de fondos, sobre todo los del Este, pugnarán por cubrir el hueco británico y los contribuyentes, como Alemania, intentarán recortar las partidas de gasto para no aportar más.

A España podría corresponderle en torno al 10% o 12% de la factura adicional, lo que supondría unos 1.500 o 2.000 millones de euros. Pero también se ahorraría su contribución al cheque británico, que es de casi 800 millones de euros al año.

“Todo el mundo quiere aportar lo menos posible y recibir lo más posible”, señaló Rajoy al término de la segunda jornada de la cumbre europea, celebrada sin presencia de la primera ministra británica, Theresa May. El presidente del Gobierno español se mostró convencido de que, al final, se llegará “a un entendimiento”. Pero el tenso clima actual, con los socios enfrentados por el rumbo de la UE, augura una trifulca de proporciones épicas.

Más difícil resulta de calibrar el impacto económico cuando faltan dos años, como mínimo, para que se consume el brexit (en marzo de 2019, como muy pronto). Rajoy señaló el viernes que resulta imposible de momento anticipar el impacto y restó importancia los cálculos de algunos organismos internacionales, como la CE, que lo cifran para España en una caída del PIB de entre 0,2% y 0,4%.

Rajoy prefiere aferrarse a la buena macha de la economía española y aseguró que continuará si no se comete ningún error político, en una aparente alusión a la necesidad de mantener el acuerdo de gobernabilidad sellado por el PP con Ciudadanos y en la conveniencia de agotar la legislatura.

“Sin perjuicio de la negociación (sobre el brexit)”, señaló Rajoy, “estoy en condiciones de decir hoy que en 2017, si no se hacen disparates y se mantiene la estabilidad, el año será bueno, creceremos al menos un 2,5% y los datos de paro serán buenos”.

Desunión

Rajoy aprovechó la cita del viernes en Bruselas para defender el proyecto europeo, que describió como “una historia de éxito y ahora toca dar un paso hacia adelante”. Sin embargo, la cumbre, que pretendía preparar los actos conmemorativos en Roma del 60 aniversario del nacimiento de la UE (el 25 de marzo) sirvió, sobre todo, para visualizar el zafarrancho de combate en que se ha convertido el club.

El detonante del conflicto ha sido la propuesta de la canciller alemana, Angela Merkel, de escindir el club en dos, con un grupo de países dispuestos a avanzar en la integración política y económica al margen de las actuales instituciones europeas (Comisión, Parlamento y Tribunal) y mantener al resto en la estructura actual.

Los países del Este, encabezados por Polonia y Hungría, han reaccionado con virulencia, y los pequeños, como Holanda y Bélgica, también plantean batalla. Una batalla campal que puede agriar los fastos del 25 de marzo.

Apoyo a Barcelona para la Agencia del Medicamento

Bruselas quiere que la salida de Londres de la Agencia europea del Medicamento se convierta en uno de los primeros castigos por el brexit. Y la carrera por hacerse por tan poderosa y lucrativa sede ya ha comenzado, con ciudades como Estocolmo, Viena o Dublín pujando fuerte por llevársela.

España, según fuentes comunitarias, partía con desventaja por haber presentado extraoficialmente varias candidaturas. Pero el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se mostró el viernes en Bruselas a favor de apostar por Barcelona como futura sede de la Agencia.

“Vamos a presentar la candidatura de Barcelona”, señaló Rajoy al término de la cumbre europea celebrada en Bruselas. El presidente aseguró que su apoyo a la capital catalana será “total y absoluto”. La Agencia cuenta con 900 funcionarios e ingresa 300 millones.

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