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La UE, del revés

España se ofrece como vacuna europeísta contra el 'brexit'

El Gobierno aprovecha la crisis de la UE para reivindicar un mayor protagonismo en Bruselas España presenta su europeísmo y la recupeación económica como principales credenciales

Theresa May, antes de su discurso sobre los planes británicos para el Brexit.
Theresa May, antes de su discurso sobre los planes británicos para el Brexit. POOL (REUTERS)

¿Quién lo iba a decir? Hace cinco años, España rozaba la bancarrota, estuvo a punto de caer en las garras de la troika (CE, BCE y FMI) y se vio forzada a pedir un rescate bancario al Mecanismo europeo de Estabilidad. Una vez superado y casi olvidado “aquel funesto 2012”, como lo describe el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, España aspira a recuperar el puesto perdido junto a los grandes países de la UE.

Y el nuevo Gobierno de Rajoy incluso se postula como modelo para contrarrestar las fuerzas centrífugas desencadenadas por el brexit y entusiásticamente alentadas desde la Casa Blanca tras la llegada el pasado viernes de Donald Trump a la presidencia de EE UU.

España se ha apresurado a colocarse entre el grupo de socios europeos que no interpretan la salida del Reino Unido como el fin de la integración política de la UE sino como “una oportunidad para renovar el proyecto europeo”, según indicó la semana pasada Alfonso Dastis, ministro español de Asuntos Exteriores.

Dastis considera que en esa renovación de la UE “los españoles podemos y debemos desempeñar un importante papel” porque “hemos dejado atrás un período en el que éramos percibidos como un problema para Europa y ahora estamos en condiciones de contribuir a relanzar el proyecto europeo”.

España se declara dispuesta a secundar la esperada reforma del club tan pronto como se ponga en marcha, siempre y cuando avance hacia una profundización de las políticas comunes. Las asignaturas pendientes parecen ya identificadas: completar la unión bancaria, iniciar la unión fiscal, con un presupuesto común para la zona euro, o establecer nuevos mecanismos de solidaridad (como el siempre postergado seguro europeo de desempleo).

El primer y tímido paso de la renovación del club se dará en Roma, en la cumbre del 25 de marzo para conmemorar el 60 aniversario de la creación de la UE. Pero las reformas de calado, si llegan a producirse, deberán esperar a que pase 2017, un año cargado de citas electorales tan trascendentales como las de Holanda, Francia y Alemania.

La presidencia del Eurogrupo se inclina de nuevo hacia Guindos

El Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro) celebra este jueves (26 de enero) la primera reunión de 2017, pero con la misma agenda enquistada de los últimos meses. Sobre la mesa, la sempiterna crisis griega y la negativa del FMI a sumarse al tercer rescate, puesto en marcha en julio del año pasado con dinero exclusivamente de los Gobiernos de la zona euro. El Eurogrupo también revisará la situación de Irlanda y Portugal y el proyecto de Presupuestos presentado por el gobierno de Mariano Rajoy. Y para colmar el déjà vu, la silla del presidente del Eurogrupo, el ministro holandés Jeroen Dijsselbloem, se tambalea de nuevo, como hace año y medio. Ahora se debe a las elecciones en Holanda (en marzo) y el previsible descalabro del partido de Dijsselbloem, según los sondeos. Otros ministros, como el español Luis de Guindos o el eslovaco Peter Kazimir parecen prontos a tomar el relevo. Pero Dijsselbloem aún puede salvarse si el puesto se convierte en permanente o se desvincula del ejercicio al frente de un ministerio.

El movimiento de fondo, sin embargo, ya está en marcha. Y el Gobierno español también ha empezado a mover sus piezas para situarse en esa vanguardia europea si la refundación llega a producirse.

El propio nombramiento de Dastis responde a esa voluntad, dado que el ministro ha sido testigo sufrido y privilegiado del viacrucis de la diplomacia española durante su etapa como embajador ante la Unión Europea (2012-2016), el período más difícil en las relaciones europeas desde que España se integró en el club hace 30 años.

Durante cinco años, Dastis ha cultivado contactos entre la diplomacia europea destinados, sobre todo, a restaurar la dañada imagen internacional de España tras la crisis financiera. El relevo de Dastis en Bruselas, Pablo García-Bedoy, también encaja en el nuevo engranaje para devolver a España la cabina de mando europea.

García-Bedoy llega a la capital comunitaria tras cinco años en Berlín, una etapa en la que se ha restablecido la deteriorada relación con el Gobierno de Angela Merkel. Como Dastis, García-Bedoy responde a un europeísmo pragmático, partidario de avanzar en la integración pero consciente de que la coyuntura actual no permite saltos espectaculares.

A favor de España como uno de los motores europeos juega, según el ministro, la recuperación económica, que ha situado al país entre los socios de la zona euro que más crecen y más empleo crean. Y, sobre todo, el talante de una opinión pública ajena, por ahora, a las tendencias antieuropeístas que soplan en Francia, Holanda, Italia o, incluso, en Alemania.

La tremenda crisis de los últimos años “no nos ha llevado a los españoles por la peligrosa deriva del racismo o la xenofobia y tampoco tienen eco entre nosotros los euroescépticos radicales, ni quienes apuestan por desmantelar Europa”, subraya Dastis.

Pero la ofensiva de España para convertirse en uno de los ejes de la Europa post-brexit puede estrellarse. Y no tanto por falta de activos en el lado español como por las dudas que varios socios europeos, empezando por fundadores como Francia y Holanda, albergan sobre la necesidad responder al brexit con una mayor integración política.

Pero incluso si descarrila la refundacion del club, la estrategia podría arrojar un rédito positivo para España si logra recuperar su capacidad de influencia en la UE. La crisis financiera alejó a España de los puestos de mando y sigue prácticamente desaparecida de la UE.

Estaba claro que nos bajaban, por lo menos, a segunda división”, ha escrito el ministro de Economía, Luis de Guindos, al recordar cómo Berlín desalojó a España en 2012 de la dirección del BCE. Cinco años después, el gobierno quiere regresar a primera aunque sea a costa del brexit.

La City de Londres no corre tanto peligro como parece

La salida del Reino Unido de la UE hadisparado las especulaciones sobre la caída de la City londinense como centro financiero de Europa. Algunas capitales, como Madrid, hasta se han postulado abiertamente para acoger el supuesto. Pero la carrera parece un poco precipitada. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, reconocía la semana pasada en Davos que “después del brexit, la City seguirá siendo un gran centro financiero de Europa”.

El motivo, como ha apuntado en un reciente artículo  el banquero Stanislas Yassukovich,  es que la City está especializada en servicios mayoristas y su dominio  en ese área tiene poco que ver con un mercado único europeo que, por otra parte, apenas existe e el área financiera.  De hecho, los augurios sobre el hundimieno de la City ya arreciaron con el nacimiento del euro. Y 18 años después Londres sigue siendo la capital financiera  e incluso ha reforzado ese papel. De modo, que tal vez lo único que pierda Londres sea el grupo de funcionarios de la Autoridad Bancaria Europea.

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