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Tribuna
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Contra la desigualdad, una economía para el 99%

Falta una reforma del sistema fiscal español, pero tampoco parece que haya un plan de choque para cerrar los agujeros hacia los paraísos fiscales

EFE

De acuerdo con los últimos datos publicados por Oxfam, ocho súper ricos de la lista Forbes (ocho hombres para ser más exactos) concentran la misma riqueza que la mitad más pobre del planeta. Las nuevas estimaciones muestran que el 50% de las personas con menor patrimonio del mundo son aún más pobres de lo que pensábamos, pues apenas concentran el 1% de la riqueza global.

En los últimos años, millones de personas en el planeta han escapado de la pobreza extrema (establecida en unos paupérrimos 1,9 dólares diarios); sin embargo, entre 1988 y 2011, los ingresos del 10% más pobre de la población mundial apenas aumentaron en menos de tres dólares al año, mientras que los del 1% más rico lo hicieron 182 veces más. Estos datos ponen en evidencia el sistema económico global imperante y crea la necesidad de encontrar soluciones que beneficien al 99%.

España no es ajena a esta realidad global y los recientes años de crecimiento económico no consiguen revertir la persistente desigualdad, que se acentuó durante la crisis. En 2016, solo tres personas concentraban una riqueza similar a la que tenía el 30% más pobre (14,2 millones de personas, el equivalente a la población de Cataluña y la Comunidad de Madrid juntas). Mientras 7.000 nuevas personas pasaban a engrosar la lista de millonarios, ese 30% más pobre veía como su patrimonio disminuía (-33%).

La desigualdad en España se intensifica y se cronifica. En 2013, el 10% con menores ingresos concentraba el 1,9% de la renta nacional, y en 2015 su participación se redujo hasta el 1,7%. Por el contrario, el 10% con mayores ingresos incrementaron su participación. Como resultado, España es una sociedad cada vez más polarizada: el 10% más rico acumula cerca de una cuarta parte de la renta nacional (24,8%), casi lo mismo que el 50% más pobre. Y esta creciente desigualdad viene acompañada de una creciente exclusión. En el tercer trimestre de 2016, cerca de 720.000 familias en España no percibían ningún tipo de ingreso, registro similar al de finales de 2013, cuando España volvía a crecer.

"Los beneficios de las empresas recuperan el peso que tenían en la renta nacional previo a la crisis, mientras el empleo y los salarios aún restan por debajo"

Pensar que el crecimiento económico, por sí solo, es el remedio para luchar contra la desigualdad nos aboca de nuevo al fracaso. Tras dos años de dinamismo, los beneficios de las empresas recuperan el peso que tenían en la renta nacional previo a la crisis, mientras el empleo y los salarios aún restan por debajo. La devaluación salarial, además, ha sido extremadamente injusta. Mientras los trabajadores incluidos en el grupo del 10% con los salarios más bajos vieron caer sus sueldos un 28%, los sueldos más altos apenas se vieron afectados (disminuyeron tan solo un 0,6%). De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la diferencia salarial entre el directivo mejor pagado y el salario medio era de 96 veces dentro de las empresas del Ibex 35. La otra cara de la moneda: más de un 13% de los trabajadores en España no alcanza un salario suficiente para satisfacer sus necesidades (el tercer peor registro de la Unión Europea).

Los perniciosos efectos sobre la desigualdad de esta economía poco inclusiva se amplifican por la incapacidad de los mecanismos redistributivos públicos. España es uno de los países europeos que menos consigue reducir su índice de Gini a través del sistema fiscal. La recaudación tributaria sobre PIB se encuentra 6,3 puntos por debajo de la media europea, y las recientes reformas en materia tributaria no consiguen revertir la regresividad del sistema impositivo. Son las familias las que siguen soportando la mayor parte de la factura fiscal (un 84%), muy lejos de la aportación de las empresas (13%). Se recauda mal, pero tampoco de quienes más tienen, ni en función de la capacidad real de individuos y empresas.

Mientras los hogares con niveles de ingresos más bajos soportan una presión fiscal por el IVA tres veces superior a la que soporta el 20% más rico, España es uno de los países que más bajó el tipo máximo de IRPF en 2015. Mientras la recaudación por IRPF e IVA ha recuperado los niveles precrisis, la recaudación del impuesto de sociedades aún se encuentra muy por debajo.

Falta una reforma del sistema tributario español, pero tampoco parece que haya un plan de choque para cerrar los agujeros por los que se escapan estos recursos hacia paraísos fiscales.

De acuerdo con las estimaciones de Oxfam Intermón, la canalización de la inversión a través de 15 de estas jurisdicciones genera unas pérdidas de en torno a los 1.550 millones de euros (el 58% del déficit que se estima tendrá el fondo de pensiones en 2017).

Toda esta evidencia pone de relieve que el diseño y la estructura de nuestra economía, así como los principios sobre los que se toman las decisiones, nos están llevado a un punto extremo e injusto. Necesitamos una economía alternativa que trabaje para la mayoría. Para ello, se necesita garantizar un salario digno y un sistema fiscal progresivo que aseguren unos presupuestos que prioricen a los más vulnerables.

Iñigo Macías-Aymar es coordinador de investigaciones en Oxfam Intermón.

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