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Tribuna
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China abre el camino hacia el crecimiento

España ha entendido la oportunidad y fue uno de los países que se incorporó al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras desde el principio

Instalación de nuevas líneas eléctricas para hogares en Egipto, renovación de un puerto en Grecia, construcción de autopistas en Pakistán, son solo algunos ejemplos de los últimos desarrollos de infraestructuras que se construirán, financiarán o estarán inspirados por China.

Estos proyectos, que valorados en cientos de millones de dólares son importantes en sí mismos, representan una creciente tendencia que podría generar oportunidades para empresas de todo el mundo.

En 2013, el presidente, Xi Jinping, se propuso planes de largo alcance para mejorar las conexiones comerciales de China con Asia, África y Europa. Los planes de China se centran en dos rutas. La primera es el denominado Cinturón, sobre tierra desde Asia central a Europa; la segunda, Camino, sobre el mar por el sudeste asiático a la India y Oriente Medio. Las rutas Un cinturón, un caminoBelt and Road, en inglés– abarcan más de 65 países que, en conjunto, representan el 29% del PIB mundial y el 63% de la población mundial.

China espera que el comercio transfronterizo a lo largo de estas rutas exceda los 2,5 billones de dólares por año, frente al billón en 2015. A largo plazo, se prevé un nivel mayor de cooperación en áreas como las finanzas y la política. Sin embargo, el enfoque inicial es la creación o la mejora de infraestructuras, como carreteras y ferrocarriles, redes de energía, telecomunicaciones y puertos.

"Según avancen las iniciativas, es probable que se impulse el uso internacional del yuan"

Todas las naciones implicadas se beneficiarán. Mejores conexiones facilitarían a China hacer negocios con el resto del mundo, además de estimular la demanda de bienes y servicios del país en el extranjero. La inversión en las economías en desarrollo a lo largo de las rutas podría apoyar la urbanización y crear puestos de trabajo de alta calidad. Y la construcción de nuevas infraestructuras con altos estándares ambientales aceleraría el cambio global hacia una economía baja en carbono.

Pero estos beneficios conllevan un inevitable alto coste. Para tomar una muestra, solo seis países a lo largo de la ruta, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam, necesitan 2,1 billones de dólares en infraestructuras hasta 2030 –mucho más que el gasto público que se contempla actualmente–.

Tan grande es la demanda de capital que China ha encabezado la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, una nueva organización respaldada por 57 países con 100.000 millones de dólares de capital. Ya se han unido los bancos públicos de desarrollo existentes y bancos comerciales privados proporcionando capital y garantías para nuevas infraestructuras.

La inversión prevista presenta oportunidades inmediatas para las empresas internacionales que puedan desarrollar puertos, carreteras, energía hidroeléctrica y telecomunicaciones. Esto podría incluir todo, desde la materia prima hasta el diseño, ingeniería y asesoría jurídica. A más largo plazo, impulsar la conectividad tiene el potencial de catalizar el comercio y el crecimiento en los países en desarrollo con poblaciones jóvenes y en crecimiento. Para cualquier empresa que busca nuevos clientes es una propuesta interesante para explorar.

Algunas compañías ya están al tanto de los planes de China y los tienen en cuenta en sus decisiones a largo plazo. Sin embargo, una reciente encuesta sugiere que hasta tres de cada cinco empresas consultadas no son conscientes de las oportunidades potenciales –y no tienen ninguna estrategia para sacar el máximo provecho de ellas–.

España ha entendido esta oportunidad y fue uno de los países que se incorporaron al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura desde el principio. Sin embargo, las iniciativas del sector privado son todavía limitadas. Con compañías de infraestructuras líderes con experiencia internacional en importantes proyectos a nivel mundial, España se encuentra en una posición única para tomar ventaja de este nuevo contexto. Sin embargo, es necesario contar con una estrategia bien pensada y con el apoyo de todas las partes involucradas.

Por otro lado, a medida que las iniciativas avancen, es probable que se impulse el uso internacional del yuan y, de hecho, la misma encuesta reveló que el 24% de los tomadores de decisiones dijo que su firma está utilizando esta moneda, en comparación con el 17% de 2015.

A pesar de que el ritmo de crecimiento de China se ha desacelerado desde las tasas de dos dígitos vistas en la primera década del siglo, su influencia global –como la segunda mayor economía del mundo y como potencia comercial– es mucho mayor que hace diez o incluso cinco años. Sin lugar a dudas, las inversiones en el exterior del país se incrementarán, lo que subraya aún más su papel fundamental. Para muchas empresas internacionales, comprender las ambiciones de China sigue siendo una clave que podría desbloquear el crecimiento futuro.

Mark Hall es CEO de HSBC en España.

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