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Vestuario

Esmoquin o corbata: ¿Qué ponerse para Nochevieja?

Los sastres acreditan un repunte en la demanda del esmoquin. En el vestuario femenino, el vestido largo no es la única opción.

Thinkstock
Javier García Ropero

Es la fiesta del año por antonomasia. Hoteles y restaurantes se preparan para la celebración de la Nochevieja, una cita que, en los casos donde impera la formalidad, exige lo mejor del fondo de armario de quien tenga previsto pasarla fuera de casa. Sobre todo, si se quiere respetar el protocolo.

En el caso de los hombres, el esmoquin se presenta como la alternativa más acertada, la cual, además, vuelve a estar de moda. Es la vestimenta por excelencia para las fiestas, “el champán de los trajes para las galas”, como lo define Javier de Juana, presidente del Club de Sastres de España y responsable de la firma de sastrería que lleva su nombre. Según un estudio de la firma de moda Antonaga, analizando sus pedidos de los tres últimos años, la demanda de esmoquin desde 2013 ha pasado de suponer el 4% de sus encargos al 30%. El responsable de ventas de la compañía, Jorge Ruiz, señala que esto responde a la propia versatilidad de la prenda: “tanto en su versión clásica como en la más vanguardista, te permite ponértelo en otras ocasiones. Es fondo de armario”, analiza.

El alfayate de la sastrería Langa de Madrid, Joaquín Fernández Prats, acredita también un incremento en las ventas no solo del esmoquin, sino de los trajes a medida en general: “El buen vestir lleva un año repuntando. Está llegando mucha gente joven con inquietudes, muy bien informados y que saben lo que quieren. Ven que la sastrería no es para gente mayor y quieren destacarse”. Este tipo de cliente se presta más, en citas como Nochevieja, a arriesgar en el vestuario y también en el tejido. “El terciopelo o los rasos son muy habituales para estas ocasiones. El primero permite más colores, que van del azul, al verde, burdeos o granate. Y ahora, parece que el esmoquin blanco vuelve a recuperarse”, añade Fernández-Prats.

Mono de Adolfo Domínguez.
Mono de Adolfo Domínguez.

Los elementos clave en esta prenda son las solapas, la pajarita y el fajín. En las primeras, Javier de Juana apuesta por la forma en pico con vistas de seda natural negra, o de tipo chal. Pajarita negra, azul o incluso blanca, y si se opta por el fajín, llevarlo a juego con esta. Por su parte, Jorge Ruiz, de Antonaga, cree que este elemento es para ocasiones con una alta exigencia de protocolo. Este apuesta por un esmoquin azul con solapa de pico negra, con pajarita doble que juegue con los tejidos de la americana.

El sastre Fernández Prats detalla que la camisa debe ser blanca, y si se opta por un traje de corte normal, apostar por el color gris marengo o azul oscuro, con pajarita, camisas con doble puño con gemelos, pañuelo discreto en el bolsillo, y chal de seda blanca para aportar un toque de elegancia extra. Las chaquetas de fiesta, “más vanguardistas y creativas”, son una alternativa que apunta De Juana.

El calzado, coinciden los expertos, debe ser negro y con brillo, y de charol en el caso del esmoquin. Tampoco hay que olvidar un abrigo largo, y recordar una regla de oro: no quitarse la chaqueta durante la fiesta, abotonada de pie y desabrochada al sentarse. Además, de llevar reloj, este debe ser lo más discreto posible. “Si lo miras, da la sensación de que te quieres ir o de que te aburres”, añade Jorge Ruiz.

Menos es más

En el caso de las señoras, el vestido largo se impone en los eventos de mayor formalidad. La presidenta de la Asociación Española de Asesores de Imagen, Sara Largo, señala que las tendencias pasan por las espaldas abiertas, las transparencias, la pedrería, o el terciopelo, y por los colores granates, verdes oscuro, azules o rojos. Pero si se quiere innovar, los pantalones palazzo en seda, raso o terciopelo, y los monos, son una apuesta que asegura la elegancia. Y recomienda una máxima con la que siempre se acierta: menos es más. “Si se quiere dar importancia al vestido, no hay que recargarlo con joyas, y viceversa. En caso de que el vestido tenga pedrería o plumas, se puede llevar un anillo, y poco más. Si es más sobrio, se le puede dar más presencia al collar o a los pendientes. A uno u otro”.

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Sobre la firma

Javier García Ropero
Redactor de la sección de empresas, especializado en distribución, gran consumo y economía del deporte. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Especialista en información económica de la UIMP. Desarrolla su carrera en CincoDías desde 2011 tras haber pasado por El Mundo y Vocento.

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