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Tribuna
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Relevo en la cúpula

A Ron se le tacha ahora de falta de carácter y energía en medidas drásticas que contuvieran la sangría de los últimos años

La victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana. Pero a veces siempre se busca hallar un culpable. Una tabla salvífica que preserve o no, la responsabilidad de otros.

Relevo en la cúpula. Presión, miedo, incertidumbre, sensación de abismo, lucha por el poder, pérdida de la confianza, cálculo tacticista, golpe de timón, todo a la postre tiene su lugar, su cabida, su por qué y el puzzle se compone. Días contados. El derrumbe, el “ataque” a los valores del Popular en los últimos días ha sido tremendo. La caída de su valor, estrepitosa, y probablemente causal y no casual, la desestabilización, el miedo a un futuro mediato más que inmediato con reestructuraciones a gran escala, tanto en lo interno como en maridajes apetitosos por terceros a través de fusiones con pérdida de la identidad y la independencia, han terminado por arrojar y aherrojar paralelamente el fuego de la discordia, la desconfianza y un abierto cuestionamiento a la gestión de Angel Ron.

Servida la disputa en tales términos, con unos resultados trimestrales francamente malos, con un ERE que ha hecho mucho daño, con tres ampliaciones de capital en los últimos cinco años y con un escenario incierto y no poco vertiginoso, la noria no se ha detenido. Poco o nada importan las normas corporativas y de buen gobierno en las sociedades cotizadas. La elasticidad intencionada deja al desnudo la interpretación jurídica correcta. La realidad es más taimada, más caprichosa y arbitraria deliberadamente, más cuando lo que está en juego es poder, simplemente poder, intereses, dinero, cúpula, etc.

Quién nombra y quién destituye al consejo o miembros del consejo, cuál el papel de la junta general, es algo que todo alumno de grado de Derecho conoce. Como también la existencia en cotizadas de comisiones, entre ellas las de nombramiento, que algo tiene o tendría que decir y dirimir en todo nombramiento y reelección.

"Ron partió de otro esquema, el socio, el accionista hace frente con sus ampliaciones de capital a la situación"

Pero lo hecho, hecho está. Y las formas se guardarán, convenientemente. Mover la silla. Resistencias numantinas. Una cabeza. Un asuntor de responsabilidades, culpas o ni siquiera eso, el revulsivo que saque de la estanqueidad una situación aparentemente enrevesada y de difícil solución. Embridamientos y defenestraciones. De todo hay y todo puede suceder. Puertas adentro cada uno sabe lo que se cuece en casa propia.

La marcha de Ron, un hombre hecho así mismo, de la casa, entró en la misma en sus tiempos de universitario en Santiago para ir escalando mérito a mérito una posición que se ha ganado a base de esfuerzo, determinación, coraje y valentía. Sin que le hubieran regalado nada. Y en este mundillo, zancadillas, desconfianzas y fintas a buen seguro que tampoco se esconden. Prácticamente como cualquier otro sector de este ruedo ibérico al que a veces hurtan el alma.

Se le tacha ahora de falta de carácter y energía en medidas drásticas y taumatúrgicas que contuvieran la sangría de los últimos años, una sangría cancerosa activada por la bomba del exceso inmobiliario. Contaminados los activos hasta los tuétanos, sanear, purgar, extirpar, y actuar con contundencia y bisturí, y hacerlo con fondos propios y no públicos, ha sido, a la postre, una de las puntillas ya del presidente “cesado”, caído, defenestrado o adjetívenlo ustedes como prefieren.

Preservar su identidad, su independencia, apaciguar el apetito atractivo de fusiones por terceros, o quién sabe si este era mutuo, pero el maridaje o noviazgo no en ese momento, no acudir a esquemas de protección de activos ni ayudas públicas, han pasado una factura tremenda a la entidad que ya en 2012 vivió momentos de estrés a propósito de aquellos test. Acudir a aumentos de capital y afrontar por parte de los socios la situación con diluciones de valor por acción amplias, contrasplits que mitigase el efecto sistémico de la caída de cotización, 19 euros cuando Ron alcanza la presidencia, ahora en su salida 0,87, una diversificación e internacionalización lenta y tardía y poco ambiciosa, han empedrado el camino para una situación cuando menos compleja.

La absorción de alguna entidad que estaba peor de lo que en verdad parecía encontrarse y la asunción de unos activos inmobiliarios desbocados fueron un rejón de muerte que ha hecho mucho daño y que a la postre ha erosionado la credibilidad, la confianza y la seguridad. En descargo y a diferencia de otros que son maestros de maximizar beneficios para unos pocos y socializar las pérdidas, Ron partió de otro esquema, el socio, el accionista hace frente con sus ampliaciones de capital a la situación. De paso, entró capital que montado a caballo terminó por derribarle. Cae un hombre, la Bolsa se dispara. Curioso.

Abel Veiga es profesor de Derecho de Comillas Icade.

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