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Investigación

Hacia una sanidad basada en algoritmos

El ‘big data’ y la medicina de precisión están cambiando la forma de ver la disciplina

Thinkstock
Manuel G. Pascual

Por si a alguien no le había quedado claro, la actual etapa de desarrollo tecnológico que atraviesa la humanidad estará fuertemente marcada por el llamado big data. “En 2016 habremos subido a internet el 90% de los datos generados en toda la historia de la humanidad. Y en 2017 la proporción se elevará hasta el 99%”, apuntó el neurólogo Nacho H. Medrano, adjunto a la dirección ejecutiva del Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria. También ha fundado dos startups basadas en sendas aplicaciones sanitarias a la gestión masiva de datos: Savana, enfocada al uso de la inteligencia artificial en las historias clínicas electrónicas, y Mendelian, una plataforma de compatibilidad genética. “Google tiene en nómina a unos 26.000 programadores; el banco JP Morgan cuenta con 30.000. Eso da una idea del valor que están alcanzando los datos en todos los negocios”, sentenció en el congreso de eSalud, organizado este mes en Madrid.

Pero si la banca es uno de los sectores que antes han abrazado la digitalización y la apuesta por el big data, la sanidad se encuentra a la cola. Según destacó Jaime del Barrio, socio de salud de EY, en el Foro Sanitas 2016, al sector le queda mucho trabajo por hacer, tanto en inversión de capacidades para tratar la información como en analítica para procesarla. Los wearables con los que se recoge esa información ya existen, pero, a excepción del teléfono inteligente, todavía no están omnipresentes en la vida diaria de la gente.

Lo que está claro es que este aluvión de datos abre las puertas a un nuevo paradigma: la medicina de precisión. “Hace 12 años hablábamos de la medicina de precisión como una visión de futuro. Decíamos entonces que en 2020 seríamos capaces de secuenciar un genoma por unos 1.000 dólares. Todo eso ya es posible hoy”, dijo Del Barrio.

La medicina de precisión consiste en poner en valor los datos genómicos de los pacientes y los relativos a su estilo de vida. Mete todo en una coctelera y saca un diagnóstico mucho más preciso que el obtenido de otro modo. El presidente Obama anunció en 2015 una inversión inicial de 215 millones de dólares (unos 200 millones de euros al cambio) para conseguir tener en 2019 una base de datos genéticos con información sobre un millón de personas. “De la medicina basada en la evidencia pasaremos a la de los algoritmos”, aseguró Medrano. “La promesa de la medicina de precisión es dar el tratamiento correcto en el momento correcto a la persona correcta”, enunció Del Barrio.

Hacer un test farmacogenético de un paciente puede significar la diferencia entre el éxito y el fracaso de un tratamiento, ya que hay determinadas moléculas que no tienen efecto en según qué personas (el porcentaje es pequeño, pero mayor que cero). De la misma forma, un estudio nutrigenómico puede ayudar a sacar conclusiones que contradicen las prescripciones más usuales. “A las personas que son de un determinado genotipo les sube el colesterol con el consumo de soja, mientras que está demostrado que a la mayoría se lo baja. Hay que saber si el paciente está en un grupo u otro”, expuso el doctor Juan C. Cigudosa, director científico y de innovación de NIMGenetics, en el congreso de Sanitas. Lo mismo pasa, por ejemplo, con el consumo de café y la tensión arterial. “En algunos casos, saber qué dieta le conviene a nuestra genética y cumplir con ella puede ser más importante que tomar un fármaco”, abundó. La genómica personalizada ha llegado para quedarse.

Otra de las tecnologías que revolucionarán la medicina son las impresoras 3D. El gigante farmacéutico Roche y Organovo, una compañía especializada en la bioimpresión de tejidos humanos, ya están trabajando juntas. El desarrollo de fármacos con impresoras 3D, que presumiblemente estarán en los hogares, permitirá acelerar la producción y administrar fármacos personalizados. Todo esto ya está pasando.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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