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Inversión en América Latina

América Latina en el horizonte

La inversión en la zona fue de 9.000 millones de euros durante 2015

Vista del metro de Quito, construido por Acciona en Ecuador.
Vista del metro de Quito, construido por Acciona en Ecuador.
Miguel Ángel García Vega

En la década de los noventa del siglo pasado, España tuvo que cruzar un océano de agua y tiempo para encontrarse. Años de dictadura y una Transición deshilvanada dejaron en la economía española una atmósfera sin oxígeno. Sin embargo las empresas abrieron las ventanas y vieron en América Latina una misma cultura y una historia, con fogonazos de luces y oscuridad, compartida. Pero, sobre todo, vieron un destino a largo plazo. Poco importó que apenas tuvieran experiencia en manejar grandes flujos de dinero en el exterior. Santander, BBVA, Telefónica, NH, ACS, Red Eléctrica… Todos los colosos nacionales supieron que si cruzaban esa distancia era para estar y no solo para ser. Y, desde luego, en estos años ha habido aciertos, errores y, también, lecciones aprendidas. “Con la crisis, las empresas españolas han ido a Latinoamérica con más humildad”, reflexiona el consultor Santiago Foncillas.

Ese compromiso de años supone estar allí cuando del cielo cae café o llueven clavos. La inversión española directa en la región llegó a sumar 19.986 millones de euros en 2014. Un año más tarde cayó a 8.994 millones. El 45% menos. Pese a las dificultades que atraviesa, sobre todo debido al descenso del precio de las materias primas, España es el tercer inversor (11,8% de los fondos) en América Latina. Por detrás de Estados Unidos (25,9%) y Países Bajos (15,9%). Pero la presencia de empresas neerlandesas es un trampantojo contable. “Muchas compañías transnacionales establecen divisiones en ese país aprovechando sus ventajas fiscales, para luego invertir en terceros territorios”, advierte la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Una estrategia dirigida a eludir el pago del impuesto de sociedades. Sin este ardid, España sería el segundo inversor. Pese a competir en desigualdad, el país ha señalado los destinos favoritos para su dinero: Brasil, México, Argentina y Chile. “Si los tomamos en conjunto” –puntualiza Juan Manuel Ruiz, economista jefe de BBVA Research para América del Sur– “suponen más del 82% de las inversiones españolas acumuladas en América Latina y el 22% de todos los fondos de nuestro país en el exterior”.

El viaje ha sido de miles de kilómetros pero ha merecido la pena. Entre 2008 y 2013, la rentabilidad de las inversiones en Latinoamérica –sostiene CaixaBank Research– duplicó las efectuadas en la eurozona y cuadriplicó las dirigidas a Estados Unidos. Es verdad que los tiempos de ahora no son los de antes. La riqueza de la región –estima la Cepal– se contraerá un 0,6% a final de año y la entrada de fondos extranjeros podría caer el 8%. Da igual. Aunque América Latina haya dejado de ser ese brillante milagro que fue una vez, la desaceleración se detiene. El PIB debería alcanzar el 1,8% en 2017 y poner rumbo hacia un 3%, que es el potencial que le imaginan varias casas de análisis.

Unas matemáticas que narran que América Latina es una región de regiones con una cartografía económica propia. “Hasta 2012, el principal receptor de inversión española era Brasil. Sin embargo, a partir de 2013, España destina mayores flujos a México, y Brasil queda relegado el año pasado a una posición muy reducida”, observa Nereida González, experta de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

Brasil vive una recesión cebada por la corrupción y el desplome del valor de las materias primas. Pero a veces hay esperanzas. “La crisis es profunda y parece que la riqueza del país puede caer más de un 3% en 2016. Con una inflación prevista del 7,5%, el PIB nominal podría crecer por encima del 4%, lo que sumado a la apreciación del real frente al euro, quizá termine generando, sorprendentemente, un buen año para el inversor español”, analiza Félix López, profesor en la EOI. Es cierto que compañías como Telefónica han invertido mucho y que “el retorno de los activos resulta bastante incierto”, comenta Diego Jiménez-Albarracín, responsable de renta variable del Centro de Inversiones de Deutsche Bank. “Sin embargo no esperamos una huida de las inversiones que estén bien hechas y con cabeza. Brasil será el gigante que prometía”.

Una evidencia de que la región es un universo propio y cada tierra, un mundo. Gas Natural planea invertir 1.100 millones de dólares (990 millones de euros) en Chile a través de su filial Metrogas; Iberdrola y Gamesa participan en la construcción de varios parques eólicos en México; el grupo Antolín inauguró en marzo pasado su octava planta en el mismo país y Acciona construye la segunda fase del metro de Quito (Ecuador). Es el dedo en la llaga que hace siglos necesitó Santo Tomás. Con sus certezas y vacilaciones. “Las empresas españolas continuarán invirtiendo en la región, aunque de forma más limitada y selectiva”, confirma Alejandro González de Aguilar, socio de Financial Advisory de Deloitte.

Porque la economía también tiene sus creencias. Chile, por ejemplo, cree en el empeño de lo público como motor de la prosperidad. “La presidenta Michelle Bachelet ha anunciado un plan de carreteras de 1.143 millones de dólares (1.020 millones de euros) y su Comité de Inversiones Extranjeras dio el plácet a 49 proyectos de inversiones foráneas”, recuerda Thierry Planet, director del Área Internacional de March J LT. Esta política le permitió ser el tercer destino de la inversión extranjera directa en Latinoamérica. De hecho 20.457 millones de dólares (17.800 millones) entraron en Chile durante 2015. Y más de 3.100 millones (2.770 millones) procedían de España. En este país de cartografía encajonada, Acciona construye la mayor planta fotovoltaica de Latinoamérica (El Romero). Y con una tensión distinta, Red Eléctrica de España (REE) traza una línea de transmisión de electricidad de 600 kilómetros, 500 kilovatios y 780 millones de dólares (700 millones de euros).

Y en una época en la que resulta difícil extraer poemas de los periódicos, a veces los seres humanos ofrecen lo mejor de sí mismos. Tras cincuenta años de violencia, la lucha por la paz en Colombia es una buena noticia, que se refleja en la economía. El año pasado España invirtió 1.283 millones de dólares (1.146 millones de euros), la cifra más alta desde 2007. De ahí que mire a Colombia con la esperanza de los días venideros. Así lo ha entendido NH, que compró el 87% de Hoteles Royal. Aunque hasta allí también han llegado grandes despachos de abogados (Uría Menéndez, Ontier, Garrigues). Porque la alegría se expande como el sol en una mañana de estío.

El Instituto de Empresa (IE) ha preguntado a las compañías españolas presentes en la región cómo ven su futuro. Y la imagen es de esperanza. Un 77% prevé aumentar sus inversiones. Aunque, de fondo, se imponga la prudencia. “Es un tiempo” –precisa Juan Carlos Martínez Lázaro, autor del informe– “de mantener los números y ver cómo evolucionan”. O de todo lo contrario. Mirenchu Villa, actual directora general adjunta del Área Aseguradora de Mutua, materializó la estrategia de internacionalización de la compañía negociando el año pasado la compra del 40% de la chilena BCI Seguros (la mayor firma de seguros No Vida del país). Era su primera operación internacional y era, también, una respuesta al objetivo de “continuar la diversificación geográfica y por productos de la empresa”, describe.

Sin duda contemplamos el alba de una mañana nueva, que da réplica a una primera marea de inversiones a comienzos de siglo dominada por los bancos (BBVA, Santander), las materias primas (Repsol) y las grandes infraestructuras de transporte (ACS, OHL). Unos años de deberes hechos y de cuentas pendientes. “Lo más preocupante de Latinoamérica es que no aprovechó los 15 años de vacas gordas para invertir en educación e infraestructuras”, critica Mario Weitz, consultor del Banco Mundial y profesor de Esic. Pero la región son muchas regiones y, por ejemplo, la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Chile y Perú) ha sido un refugio en tiempos de escasez. En el país andino, Telefónica invirtió en los últimos años 8.500 millones de dólares (7.600 millones) y prevé desembolsar 2.000 millones más entre 2015 y 2017. Y México se refleja en la misma luz. “Puede crecer a tasas de entre el 2,5% y un 3,5% en los próximos ejercicios, a pesar de la bajada del precio del petróleo”, aventura Daniel Lederman, economista principal y jefe adjunto para América Latina y El Caribe del Banco Mundial. Ese espacio de resistencia llevó a la inversión española a desembolsar durante el ejercicio pasado 2.804 millones de dólares (2.500 millones de euros).

La región pesa en la balanza económica sus fortalezas y sus debilidades y busca sus abrigos. “Los sectores clásicos (banca, seguros, telecomunicaciones) seguirán aportando flujos de inversión, se mantiene la apuesta manufacturera y el ámbito primario coge fuerza”, resume Xavier Mendoza, profesor de Esade. En Perú, por ejemplo, conservas El Cidacos ya es una marca muy conocida en esas alturas andinas y Repsol ha invertido unos 200 millones de euros en la modernización de la refinería La Pampilla. Ya están aquí los vientos de cambio. “Los factores tradicionales de inestabilidad en la región (derivados de la falta de institucionalidad política y económica) son recuerdos del pasado. Y las empresas españolas saben que al invertir en las mayores economías de América Latina están diversificando su riesgo”, señala Jaime Trujillo, socio principal de la oficina de Colombia del bufete Baker & McKenzie.

Desde luego el sustantivo “inestabilidad” remite a Cuba, Venezuela y Argentina. En este último país, Repsol sufrió la expropiación de YPF. El nuevo Gobierno pidió disculpas a la petrolera y dejó en la historia una certeza: “Las empresas españolas tuvieron una relación complicada con el kirchnerismo”, recuerda Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano. “Pero esto ha cambiado. El país atraerá capitales y negocios. Las infraestructuras se abrirán y las firmas de nuestro país tomarán posiciones”.

Y más al norte, otro tipo de apertura ha llegado a una isla que hace años quiso construir un paraíso. “En Cuba, España debe liderar no solo las inversiones y la presencia sino, también, recuperar las relaciones y fuertes vínculos que se han tenido históricamente con el país”, escribe Ramón Casilda, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). ¿Y qué hacer con Venezuela? Las cifras, entre oficiales y oficiosas, bailan como coristas de cabaret. La Cepal apunta que en los tres primeros meses de 2015 el país recibió 1.383 millones de dólares (1.236 millones de euros). Un 153% más comparado con el mismo periodo de 2014. La certeza de que América Latina es un prisma de 21 caras que algunas veces la luz hace refulgir como supernovas y otras devora al igual que agujeros negros.

Sacar provecho al desconcierto europeo

La incertidumbre navega de un extremo a otro del mundo sin necesidad de mares ni vientos. El planeta y sus corrientes económicas cambian en un latido o en un clic. “Debido a la situación generada por el Brexit y la desorientación del proyecto europeo, Latinoamérica es una opción muy interesante para las empresas españolas”, sostiene Alberto Alonso-Ureba, socio responsable de Mercantil y Mercados del bufete Baker & McKenzie. La región retoma la alegría perdida y los países de la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) ya crecen a una media del 2,7%. Allí las oportunidades se despliegan como delanteros en un contraataque. “América Latina tiene una importante brecha de infraestructuras que debe cerrar y ya hay planes de muchos países para impulsar fuertes inversiones en transportes, energía y telecomunicaciones. Algo que necesitará inversión exterior”, relata Juan Manuel Ruiz, economista jefe de BBVA Research para América del Sur. Sobre esta tierra en cambio, la demografía y la economía son destino. Las clases medias seguirán creciendo. Esto impulsará las ventas al poner menor, la educación y la sanidad privada. Al fondo, retoman su brillo las materias primas y las finanzas. Porque las incertidumbres ahora atracan a este lado del Atlántico.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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