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Escapada gallega

Ferrol se sacude la morriña

Una ciudad fortificada, ilustrada y con playas y parajes para soñar

Castillo y fortaleza de San Felipe
Castillo y fortaleza de San Felipe

Un aire nostálgico, de otra época, envuelve las calles de Ferrol, perfectamente trazadas como en una cuadrícula. Es la parte racional de esta villa cuyo origen se remonta a la Edad Media, alcanzó esplendor a mediados del siglo XVIII y se convirtió en una ciudad joya aupada por el Art Nouveau y el Modernismo del XX que remozó y acristaló sus fachadas. Una pompa que se resiste a abandonar y que el mar bravío y salvaje le recuerda una y otra vez en las embestidas que lanza contra sus costas, por muy fortificadas que estén.

Porque Ferrol tiene también un pasado de héroes y hazañas en esa batalla desigual abierta al Atlántico, que ejerce de verdadero corazón y motor. Desde siempre, las actividades marítimas han marcado la vida en la ría, situada entre los cabos Prioriño y Segaño, a través de su puerto, sus pescadores, sus astilleros civiles y militares o sus fabulosas playas.

En un recorrido por la ciudad es obligado perderse en el barrio de La Magdalena, que impulsó Carlos III en 1761 y que supuso todo un hito en los trazados urbanísticos de la época. Un rectángulo perfecto formado por seis rúas largas y rectas que se cortan con otras nueve perpendiculares. En los extremos se abren dos grandes espacios simétricos, la plaza de Amboaxe y la plaza de Armas.

En las calles Magdalena y Real se conservan aún viviendas de esa época de donde, en un guiño del subconsciente, creerá ver salir a los antiguos oficiales de la Marina. Casi sin darse cuenta habrá fijado su atención en los grandes balcones de hierro forjado y galerías acristaladas que imitan los castillos de popa de los barcos y que más tarde copiarían en toda Galicia. En este barrio se ubican la mayoría de los principales monumentos de la urbe, como Capitanía y los jardines de Herrera. Hoy, este lugar es una de las mejores zonas de tapeo y de compras, donde abundan los cafés, siempre concurridos, con sus terrazas al aire libre.

Casa Antón, con su peculiar mirador rojo; la pescadería del Mercado de La Magdalena, una gran estructura de hierro forjado acristalada; la fachada inmaculada del Hotel Suizo y sus peculiares balcones forjados, o el teatro Jofre, con su fila de arcos casi rectos soportados por columnas, le adentrarán en el Ferrol modernista, cuyo máximo representante es el arquitecto Rodolfo Ucha Piñeiro.

Con un extenso litoral marítimo y las excelentes condiciones de la ría como enclave estratégico, la costa ferrolana está salpicada de pequeños grandes espías, como los emblemáticos faros de los cabos Prioriño y Prior; le atraparán igualmente los miradores naturales con sus magníficas vistas. Acabamos de entrar en el Ferrol de las atalayas, los castillos y las fortalezas militares.

Ya en el siglo XVI, la ciudad fue una importante base naval para la reparación y abrigo de flotas, lo que impulsó la construcción de los primeros fuertes defensivos, como el colosal castillo de San Felipe, reconstruido en el siglo XVIII. No desdeñe una visita, mejor si es guiada, al Museo Naval, en las instalaciones del Arsenal, que aloja una exposición permanente de barcos antiguos, material de navegación y mapas.

Y no puede irse de esta preciosa urbe marítima sin disfrutar, aunque sea otoño o invierno, de sus preciosas playas, casi vírgenes y desérticas, muchas de ellas ideales para el surf o el windsurf u otros deportes náuticos. Podrá elegir entre extensos arenales blancos en mar abierto, mansas aguas de ría o pequeñas calas solitarias a lo largo de Doniños, San Xurxo, Covas, Santa Comba o Ponzos. Es probable que cuando deje Ferrol llueva; son las lágrimas de la villa, seguro que a usted se le escapará alguna. Los gallegos lo llaman morriña.

Casa ferrolana con los clásicos balcones de cristal.
Casa ferrolana con los clásicos balcones de cristal.

Guía para el viajero

CÓMO IR. Air Europa vuela de Madrid a A Coruña desde 87 euros. En la capital gallega tendrá que elegir entre coche (autopista AP-9) o los numerosos trenes (1.20 horas de viaje) o autobuses (50 minutos de trayecto ) que enlazan con Ferrol para recorrer los 52 km que las separan.

DÓNDE DORMIR. La estratégica situación del Carrís Marineda, a ocho minutos del aeropuerto, diez de la A-6 y tres del centro de A Coruña, convierte a este hotel cuatro estrellas en un lugar idóneo para pernoctar en ruta, con una muy buena relación calidad/precio y excelente servicio. Desde 104 euros dos noches. La cadena cuenta con otro establecimiento, Carrís Almirante, en el mismo Ferrol.

DÓNDE COMER.Restaurante Frank (rúa San Francisco, 42-44). Innovación y tradición se fusionan en una cocina contemporánea y de calidad, con un ambiente agradable y servicio impecable.

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