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Análisis en profundidad

Adaptarse o morir: El sector del tabaco resiste los malos humos

El sector del tabaco supuso para las arcas públicas unos ingresos de 9.100 millones de euros en el año 2015, el equivalente al 1% del PIB

Adaptarse o morir. Esa es la máxima que ha impulsado al sector del tabaco ante los retos que han ido apareciendo con el tiempo.

Con un 79% de carga impositiva total sobre el precio, el tabaco es uno de las más lucrativas industrias para las arcas públicas españolas. Durante el año 2015, generó unos ingresos fiscales de 9.100 millones de euros. Para hacerse una idea de lo que la cantidad representa los impuestos del tabaco equivalen a un 1% del PIB español y al 5% de los ingresos totales de Agencia Tributaria de ese ejercicio.

Además del impacto en el PIB o en los impuestos, también es significativo que, según datos del Comisionado del Mercado del Tabaco de 2014, genera 34.338 puestos de trabajo de manera directa, una cifra que aumenta hasta los 60.814 si se le añade el empleo generado de manera indirecta e inducida.

Pero, ¿cuál es la realidad del cambiante sector del tabaco en España en la actualidad? La industria tabacalera ha pasado por una liberalización que ha llevado a que la mayor parte del proceso productivo se haya concentrado en manos privadas. Así mismo, ha tenido que adaptarse a los continuos cambios en la legislación en su sector y enfrentarse al creciente problema del contrabando.

El problema del contrabando

El contrabando es hoy por hoy quizás el mayor desafío para la industria tabacalera. Debido a las subidas de precios provocadas por los sucesivos incrementos en los impuestos, las redes de contrabando de tabaco han proliferado a un ritmo mucho mayor.

En 2014, supuso una pérdida de recaudación para las arcas públicas de 1.010 millones según las estimaciones. Así mismo, evita que se puedan realizar los controles efectivos para que los menores no accedan al tabaco y al tener un precio más reducido, favorece la adquisición por parte de este colectivo que tiene generalmente pocos recursos.

Pero en contra de la percepción social de que se trata de “delincuencia menor”, lo cierto es que moviliza miles de millones de euros anuales controlados por bandas organizadas —generalmente provenientes de Europa del este— las que dirigen esta práctica mafiosa que la crisis económica se ha encargado de cebar, sobre todo en áreas especialmente deprimidas.

El proceso de producción del tabaco se puede dividir en cinco fases diferenciadas, cada una de las cuales ha vivido sus propios cambios en mayor o menor medida:

En el año 2014, Italia fue el país que más tabaco en bruto generó en la Unión Europea con un total de 53.924 toneladas que supusieron el 25% de la producción en Europa. España se situó ese mismo año como el tercer mayor productor de tabaco en toda la Unión Europea con 32.232 tonelada, un 15% sobre la producción total del continente.

El cultivo es una de las partes de la industria que más cambios ha experimentado. Tras la liberalización del sector, en el que la antigua empresa pública Tabacalera tenía el monopolio absoluto, ocho asociaciones de productores aglutinan el 97% de la producción total y componen el grueso de un negocio que da trabajo de manera directa a aproximadamente 6.500 agricultores.

El número de explotaciones, la extensión media de las mismas y las hectáreas totales dedicadas a la producción también han variado en los últimos años. En 1990 se producían 43.200 toneladas de tabaco en 21.100 hectáreas explotadas a través de 17.300 complejos, mientras que en la actualidad, el número de granjas se ha reducido hasta 1.768 y las hectáreas cultivadas hasta 8.930. Los cultivos han asistido a un proceso de concentración. El tamaño medio de las explotaciones es de 4,95 hectáreas en la actualidad, cuando en 1990 era de 1,2 hectáreas.

El 97% del tabaco que se cultiva en España crece en Extremadura, donde representa un 20% de la producción agraria total de la comunidad autónoma. Es, concretamente, en el norte de Cáceres, en los valles del Tiétar y del Alagón donde se concentra la mayor parte, debido a las favorables características en el clima y suelo para el cultivo.

El resto de la producción peninsular se reparte por la Vega de Granada (este año producirá unas 400 toneladas) y alguna explotación puntual en Ávila (Candeleda), Toledo (Talavera de la Reina) y Navarra.

La producción de tabaco requiere de una fase intermediaria antes de poder ser tratado por la industria manufacturera que transforma el tabaco crudo en los distintos tipos de producto. Existen dos modalidades de tratamiento: la fermentación y el procesado.

El proceso de fermentación se realiza secando la hoja previamente para su posterior tratamiento en un entorno con condiciones controladas, con temperaturas que llegan hasta los 40 grados y una humedad que oscila entre el 85% y el 95%.

Alrededor del 90% de las compras de tabaco crudo en el territorio nacional las efectúa Cetarsa, una empresa de titularidad pública que cuenta con dos fábricas de transformación y un centro de I + D en Cáceres.

En España producimos y transformamos tabaco pero, ¿dónde se fabrican los cigarrillos y el resto de productos? El proceso de fabricación en España cambió radicalmente cuando se creó Altadis, fruto de la fusión de la hasta entonces empresa pública que gestionaba todo lo relacionado con el tabaco en España Tabacalera y la francesa Seita.

Posteriormente, Altadis fue comprada a su vez por la multinacional británica Imperial Tobacco. Las sucesivas adquisiciones por parte de compañías multinacionales han dado lugar a una deslocalización de la industria del tabaco en España, resultando en el cierre de un total de 12 fábricas en los últimos 16 años.

El proceso de deslocalización aún continúa ya que el próximo 31 de diciembre, la fábrica de La Rioja propiedad de Altadis cesará su actividad, quedando de esta manera solamente dos fábricas operativas en España. Una de ellas produce cigarrillos en las Islas Canarias y es propiedad de Japan Tobacco International. La otra se encuentra en Santander, es propiedad de Altadis y está dedicada exclusivamente a la fabricación mecanizada de puros y puritos.

Fuentes de Altadis afirman respecto al cierre de la fábrica de La Rioja que en estos momentos están “dando soluciones a los trabajadores en función de la decisión que hayan adoptado individualmente” y que proceden a “efectuar traslados a la fábrica de Cantabria”.

“Imperial Tobacco tiene 56 fábricas por el mundo, la producción de la de Logroño se trasladará a Polonia y a Alemania” afirman las fuentes de Altadis.

Pero, ¿A dónde va el tabaco que se produce en Extremadura? “Lo que hacemos las compañías multinacionales es comprar el tabaco que se produce en España, a Cetarsa, que es la compañía que se encarga de la transformación”. Altadis se encarga de comprar la mayor parte del tabaco que se produce en España para el grupo Imperial Tobacco, que posteriormente lo convierte en cigarrillos o en los diferentes tipos de productos en el resto de fábricas que tiene el grupo por Europa.

Desde Altadis explican que no es un único factor el causante de la desindustralización “Europa es un mercado maduro, muy consolidado y como consecuencia de ello no crece. En realidad obedece a un cúmulo de factores, no solo es la presión fiscal o la reaparición del contrabando que lógicamente tiene una incidencia en las ventas”. A la hora de decidir que ha sido más determinante para esplicar el cierre de fábricas, la empresa explica que se debe mayormente al descenso de la demanda provocado por las medidas anti tabaco adoptados por el Estado como prevención sanitaria contra el tabaquismo. “A lo largo de los años, el tabaco ha tenido una elevada presión fiscal que ha provocado un fuerte descenso de las ventas, y al final no puedes producir lo que no vendes”.

Tanto en la península como en Baleares, la empresa Logista distribuye la mayor parte del tabaco destinado a la venta minorista en estancos. Aún así existen otras cinco empresas que también se encargan de la distribución mayorista: Comet, Conway, Aldista, Global Premium Trade y la compañía Distribución, Transporte y Cabotaje.

La distribución minorista se gestiona en régimen de monopolio por parte de la administración pública, que pone el tabaco a disposición de los fumadores a través de la red de estancos y de las máquinas expendedoras, cuya propiedad si está liberalizada pero su suministro de debe hacer obligatoriamente por la propia red de estancos.

El 1 de enero de 2015 había 13.290 estancos en toda España. Andalucía (2.178), Cataluña (1.671) y Castilla y León (1.397) eran las comunidades en las que más establecimientos de este tipo había y Canarias (101), La Rioja (119) y Navarra (217) en las que menos.

El acceso a la propiedad de un estanco cambió en 2013. Hasta entonces se realizaba a través de un sorteo. Ahora es una subasta pública. Pero solo pueden ser concesionarios personas físicas con nacionalidad en alguno de los países miembros de la Unión Europea y con capacidad para el ejercicio del comercio, excluyendo de esta forma que sean empresas o sociedades las que consigan la licencia.

Las máquinas expendedoras se producen en la fábrica de Navarra propiedad de Azkoyen, una empresa con fábricas en Colombia y en Reino Unido además de en España. Azkoyen da trabajo a 214 empleados, de los cuales el 30% están en el extranjero.

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