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Formación

Los parados vuelven a las aulas

El peso de los cursos de formación para este colectivo recae ahora en entidades privadas.

En la actualidad, gran parte de los cursos para parados los imparten entidades privadas.
En la actualidad, gran parte de los cursos para parados los imparten entidades privadas.Stockphoto
Marta Yoldi

Septiembre es el mes de la vuelta a los estudios por antonomasia; también para los desempleados. Y pese a que no cuentan con un calendario tan marcado, porque si de algo disponen es de tiempo, tienen la oportunidad de pisar un aula y estudiar como el resto. Y como agosto es técnicamente inhábil, es ahora cuando vuelve a funcionar a pleno rendimiento la maquinaria de los cursos dirigidos a las personas que no tienen trabajo.

La formación de desempleados tiene muchos años de recorrido. Pero hoy, con una tasa de paro que sigue sin bajar del 20% de la población activa, atrae más el interés. Más si cabe tras la entrada en vigor hace un año de la Ley 30/2015, por la cual se aparta a los agentes sociales, sindicatos y organizaciones empresariales de su gestión directa y se abre la puerta a la libre concurrencia.

En la actualidad, gran parte del peso de los cursos para parados recae en entidades privadas diversas (centros de formación, academias, fundaciones, institutos o instituciones religiosas), que deben someterse a las directrices del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), bajo la supervisión de sus respectivos servicios de empleo autonómicos.

La atención a personas dependientes es lo más reclamado, incluso entre los trabajadores en activo

Todo pasa por su control, explica Angustias Pendón, directora de recursos humanos del centro de formación Audiolís, uno de los más veteranos. “Los alumnos que asisten obtienen un certificado de profesionalidad que debe ser acreditado por el SEPE, y los contratos que firman las empresas para la formación y el aprendizaje deben estar siempre autorizados”, señala. En esta misma línea, Elisa Alonso, responsable formativa de ITS Formación, defiende que los certificados que expiden este tipo de centros autorizados “son como títulos oficiales”.

Tanto Audiolís como ITS Formación, el primero ubicado en Andalucía y el segundo en Castilla y León, son dos ejemplos de centros de formación para trabajadores en activo y desempleados. La asistencia a estos cursos es gratuita para el alumno, salvo las tasas de obtención del certificado de profesionalidad. El coste es público, ya que los fondos provienen de la Administración.

El 86% de los ingresos de la formación proviene de las cuotas que pagan en las nóminas trabajadores y empresarios en concepto de formación profesional, mientras que el Estado aporta un 8%, y el Fondo Social Europeo, otro 5%, según datos de la Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo.

Trabajar con las emociones y la psicología

Además de enseñanzas laborales, un trabajador en paro puede recibir otro tipo de conocimientos útiles. Coaching Club, un centro de formación, entrenamiento del talento y gestión emocional, ofrece dos programas para desempleados.

En el primero se entrena a los usuarios a gestionar con éxito una entrevista de trabajo. En unas ocho sesiones de media, y mediante la combinación de psicología, programación neurolingüística y comunicación avanzada, el alumno aprende a enfrentarse a entrevistas de trabajo potenciando sus habilidades y evitando el estrés.

Y en el segundo, presta asistencia y soporte al desempleado, “desde el momento en que sufre el impacto de la pérdida de empleo y hasta el instante en que concreta sus nuevos objetivos laborales”, explican. Para ello, se celebra una sesión grupal al mes de cuatro horas de duración y una sesión individual mensual de seguimiento.

“Las políticas de inserción laboral se centran en el contenido formativo, pero no existe ninguna estrategia dirigida a trabajar la gestión emocional de personas que atraviesan una situación estresante”, argumenta Verónica Rodríguez, directora del centro. Aunque con un coste económico.

En 2016, la recaudación de estas cuotas superará los 2.200 millones de euros, de los cuales la mitad se transfiere a las comunidades autónomas para sufragarlos; también los de ocupados. Más de la mitad, unos 600 millones, se destinará a bonificar a las empresas en sus cuotas de formación, al realizar contratos de aprendizaje a los alumnos.

“En Audiolís estudiamos qué demanda hay en el mercado laboral para establecer el tipo de cursos”, apunta Pendón. “Tienen éxito, por ejemplo, los de seguridad informática y sistemas microinformáticos, instalaciones frigoríficas o industria naval”. Pero, sin lugar a dudas, las enseñanzas más solicitadas son aquellas que tienen que ver con la atención a las personas dependientes.

En ITS Formación coinciden en que los de atención a la dependencia son también los más reclamados, “incluso por trabajadores en activo que vienen a acreditarse”, añade Alonso. En su caso, la docencia de formación para el empleo es otra de las “materias estrella”.

“El 40% de los alumnos que eligen formarse en atención sociosanitaria encuentran empleo”, aseguran desde ITS. En el resto de materias, el porcentaje varía bastante, ya que las áreas que tienen que ver con la atención a los dependientes son, hoy día, una demanda laboral de primer orden.

En esta entidad se imparten más de 50 cursos que, como en el resto de centros, van agrupados por familias. Administración y gestión, comercio y marketing, hostelería y turismo, informática y comunicaciones, seguridad y medio ambiente o servicios socioculturales son algunos de ellos. Además, ayuda a los usuarios a buscar lugares para hacer prácticas.

Una novedad que está tomando cuerpo es la enseñanza online o teleprogramación. Pero hay que tener en cuenta que en algunos centros estos estudios son sufragados por el alumno, al contrario que sucede en los presenciales.

Los cursos online son independientes del lugar de residencia y cualquier desempleado, no importa de qué lugar de España, puede ser alumno de un centro que no esté ubicado en su comunidad autónoma. En ITS destacan que la teleprogramación “es importantísima para el medio rural, supone todo un avance”.

“En algunas comunidades como la nuestra, Castilla y León, con una población tan dispersa y muchos núcleos rurales, la formación online es una solución magnífica. Evita desplazamientos y llega a cualquier persona. Especialmente entre los jóvenes, esta modalidad formativa tiene muy buena aceptación”, afirman.

La formación de una persona desempleada tiene otras vertientes que no son necesariamente la adquisición de unos conocimientos reglados y merecedores de certificados. Con la idea de ayudar a los parados a enfrentarse de nuevo al mercado laboral, la entidad bancaria ING puso en marcha en 2014 el programa Todos a uno, que ya cuenta con 99 cursos y talleres.

Así, varios empleados enseñan de forma desinteresada “para compartir sus experiencias y conocimientos”, declaran en la entidad. De esta manera, fueron enseñando distintas disciplinas como recursos humanos, asesoría legal, comunicación, marketing, ofimática, recursos para salir airosos en una entrevista o preparar un currículo.

Al principio funcionaban por el boca a boca. Ahora, dado el éxito, cualquier interesado puede informarse a través de la página web del banco y acudir al taller que elija, en su edición de invierno o verano y sin coste alguno para el alumno.

La duración de los cursos depende de la materia impartida. Eso sí, todos ellos tienen una parte teórica y otra parte práctica. Esta última se considera esencial para el fin perseguido, que es dotar a los desempleados de más recursos de cara a su “reenganche” a la actividad laboral. El programa Todos a uno está creciendo de manera exponencial como lo demuestra el hecho de que casi 100 empleados del banco están participando o han participado en el mismo.

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