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Formación

La innovación universitaria, en peligro

La menor inversión pone en riesgo la ineludible digitalización de los campus españoles.

Thinkstock
Denisse Cepeda Minaya

Como en el deporte, es injusto exigir a un atleta una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos sin haber destinado los recursos suficientes para su entrenamiento. Pasa lo mismo en educación, es difícil digitalizar con menos inversión y técnicos.

Esto es lo que sucede hoy en las universidades españolas. El gasto en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se mantiene igual que hace nueve años, en una época de transformación económica. Hoy, todo pasa por la red, una realidad de la que no escapan los estudiantes, que ya hablan de (incluso usan) realidad aumentada, Internet de las cosas, big data o pagos móviles, y no conciben su cotidianidad sin un teléfono inteligente.

Las universidades solo destinan a tecnología el 3,6% del dinero, frente al 5% recomendado por los organismos internacionales

Los recortes son la principal causa, explica Juan Gómez Ortega, rector de la Universidad de Jaén y presidente del área TIC de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). “Antes de la crisis, varias universidades habían iniciado planes estratégicos de inversión para favorecer la digitalización de contenidos y profesores. [Sin embargo], muchos de estos han sido eliminados y no han sido secundados”, cuenta Gómez.

El gasto en TIC se situó en 220 millones de euros en 2015, lo que supone el 3,6% del presupuesto total. Un porcentaje inferior al de 2007 y muy lejos del 5% recomendado por organismos internacionales, según el estudio UniversiTIC 2015, elaborado por esta entidad con la participación de 64 instituciones, públicas y privadas, que representan el 90% de los matriculados.

Este escenario “puede poner en peligro la innovación TIC tan necesaria que hay que poner en marcha”, advierte el estudio. Sobre todo, cuando el grueso de la dotación se destina al mantenimiento de los servicios existentes.

En la Universidad Complutense de Madrid, la partida de informática no llega al 1% del presupuesto total, informa Luis Hernández, vicerrector de tecnologías de la información. Aunque, si se descuentan los costes del personal, sube hasta el 2,8%, un porcentaje similar al del año anterior, indica. “Poco a poco, vamos implantando servicios que automatizan procesos que hasta ahora se hacían de forma manual”, añade.

Dar el salto es complejo. No se trata solo de la incorporación de tecnologías, sino también de cambios en los procedimientos, aclara Hernández. De ahí que existan diferencias importantes entre unas y otras. “Todas las universidades entienden la necesidad de avanzar hacia la digitalización, pero la apuesta en cantidad y calidad es muy heterogénea”, considera Javier del Riego, director del servicio de enseñanza digital de Tecnocom.

A pesar del recorte del gasto, “la situación es saludable”, según la conferencia de rectores: “Casi todos los centros se automatizan”

La transformación abarca desde la docencia, desarrollo de infraestructuras, plataformas y contenidos online, bibliotecas web, redes de investigación, fomento de la competencia, identidad digital, gestión administrativa, tecnificación de aulas, hasta la construcción de marca de la universidad por internet, detalla Del Riego.

En la Autónoma de Madrid (UAM) cobran relevancia los soportes de enseñanza virtual, como Moodle u Open edX, y las herramientas de comunicación, Pizarra o Yammer, que facilitan la interacción entre profesores y estudiantes. Esta iniciativa ha impulsado los cursos gratuitos MOOC (massive opening online courses, por sus siglas inglesas), tras entrar en 2014 en el consorcio edX, fundado por la Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

“Los MOOC son un eficaz instrumento para la transferencia del conocimiento, ya que permiten la formación de la población con menos recursos”, señalan en la entidad. Por curso, llegan a 13.000 inscritos de más de 100 países. Y la plataforma online de reconocimiento de voz aplicada al aprendizaje de idiomas, Tell Me More, instalada hace cinco años, entre otros. Una inversión de 6,2 millones en 2015, según la UAM.

Adónde va el dinero

Aunque depende de la universidad, Facultad y naturaleza del grado, la inversión se centra en infraestructuras (redes, software) y la renovación de equipos, específicamente del área administrativa, precisan en la Complutense.

Desde Sistel citan los proyectos de analítica empresarial y sistemas de gestión, que ayudan en los pagos web, firma digital… Y en la UAM y Abat Oliba añaden las plataformas de e-learning y aplicaciones móviles. Pero uno de los mayores avances se refleja en el acceso a Internet. El 80% de las aulas tienen conexión y proyector multimedia, mientras crece la wifi, con una capacidad para nueve millones de usuarios anuales por centro, según UniversiTIC.

La inversión en formación también retrocede. Una de cada tres universidades no elabora aún un plan educativo anual, dice el estudio. De media, el año pasado se destinaron 149 euros por persona, por debajo de los más de 200 euros de 2010, el año de mayor cuantía.

Y es una cuestión que suscita especial preocupación, ya que puede afectar a la calidad de la enseñanza. Mucho más en momentos en los que la comunidad universitaria apuesta por titulaciones digitales, los grados online suponen el 8% del total ofertado y el mercado reclama especialización.

“El sector educativo español no produce los profesionales que la industria TIC demanda. No encontramos perfiles adecuados, que entiendan e integren las tecnologías en los procesos productivos y sepan aplicar mejoras valiéndose de ese conocimiento”, critica Manuel Cazorla, director general de la consultora Sistel. El resultado: España pierde competitividad, sentencia.

Con todo, desde la CRUE muestran optimismo. Pese al menor gasto, aseguran que “la situación es saludable”. “De manera voluntarista y altruista por parte de las universidades, se observa también una imparable digitalización de titulaciones y contenidos en prácticamente todos los centros, aunque sea de forma aislada y no coordinada, como debería ser si hubiera más inversiones”, arguye Gómez.

Para lograr la meta, es fundamental la colaboración del sector privado, además de la Administración, opina Cazorla. “El empresario tiene mucho por hacer”, sugiere. Más allá de la tecnología, Del Riego pide recursos humanos cualificados, variedad metodológica y actualización permanente de los modelos de evaluación; planes coherentes con el modelo educativo, económico y presupuestario, y contar con el respaldo de los equipos rectores. Y la CRUE pone el acento en la gobernanza para garantizar que la “reducida inversión” llegue a las áreas prioritarias.

Lo que no puede ser es que, en la era de Pokémon Go, el videojuego de moda de realidad aumentada, un estudiante permanezca tres horas en una clase magistral, advierte Eva Perea, vicerrectora de ordenación académica de la Universidad Abat Oliba CEU.

Las cosas han cambiado. Para este centro, las TIC son una herramienta, no un fin, que potencia la innovación, el emprendimiento, el liderazgo… En definitiva, el aprendizaje experiencial a través de simulaciones, juegos, resolución de problemas o creación de empresas, remata.

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Sobre la firma

Denisse Cepeda Minaya
Periodista especializada en energía, medio ambiente, cambio climático y salud. Máster en Economía verde y circular por el Inesem y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Con más de 20 años de experiencia en periodismo económico. Anteriormente trabajó en República Dominicana como reportera de economía en los periódicos El Caribe y Listín Diario.

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