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De dónde sacan Zara y Mango a sus diseñadores

Alumnos en una sesión de Fitting Colection.
Alumnos en una sesión de Fitting Colection.

La moda no se limita a escoger colores al azar para crear tendencia cada temporada o a los escaparates donde se exhiben prendas a la espera de atraer la atención y ser elegidas por alguien. Muy al contrario. En los últimos años se ha convertido en una gran industria mundial y España es uno de sus actores protagonistas. El sector supone ya el 2,8% del PIB nacional, el 4,3% del empleo y el 8,4% de las exportaciones, según el Informe Económico del Negocio de la Moda en España 2015, elaborado por el portal Modaes.es y el Centro de Información Textil y de la Confección (CITYC).

La diseñadora Ana Locking constata que “se ha convertido en una industria muy potente. Tenemos un mercado de moda pronta histórico en España. Las canteras de Inditex, Mango, ­Desigual, Cortefiel y El Corte Inglés, entre otros, absorben a cientos de diseñadores como estilistas, escaparatistas y buscadores de tendencias”. Ahora bien, la moda pronta no es diseño, no es creatividad, puntualiza. “Y a nivel de creatividad, la moda no está en un buen momento”. La diseñadora lamenta que en España no se valore el talento: “Tenemos excelentes creativos, pero la realidad es que muchos se van fuera porque aquí no se aprecia el talento. Hay industria para la moda rápida, que es importantísima, pero no para los creadores”.

Al compás de ese rápido crecimiento ha surgido una enseñanza reglada del diseño de moda. Algunas escuelas se han convertido en un referente, como el Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid (CSDMM), perteneciente a la Universidad Politécnica, que celebra este año su 30º aniversario. Su director, Manuel Blanco, resalta que la escuela nació como una iniciativa académica, pero muy vinculada a la industria y la creación, ya que surgió de la mano de la Cámara de Comercio, la Politécnica, Ifema y diferentes operadores.

El CSDMM cuenta con un patronato del que forman parte desde Enrique Loewe hasta el presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME), Modesto Lomba; el director general corporativo de Cortefiel, Ignacio Sierra, o Ángel Asensio, presidente de la Federación Española de Empresas de la Confección (Fedecon). “El centro tiene muy claro que su cometido no es la formación de diseñadores de espaldas al mercado. Una escuela de moda no puede estar encerrada en una torre de marfil apartada de la sociedad”. De hecho, a lo largo de estas tres décadas ha ido adaptando constantemente su proyecto formativo y desde 2014 esta institución educativa tiene como titulación el Grado Oficial Universitario de Diseño de Moda y ofrece el programa de doctorado en España y Europa.

“Enseñamos a confeccionar, a construir. Los alumnos no solo deben ser capaces de plasmar en bonitos dibujos las ideas que tienen en la cabeza, sino que también deben saber cómo producirlas y hacerlas vendibles”, subraya Blanco, arquitecto y catedrático de la Escuela de Arquitectura de Madrid. Más de mil alumnos se han formado en las aulas del CSDMM; entre ellos, Amaya Arzuaga, premio Nacional de Diseño de Moda 2013; Maya Hansen, nominada al mismo galardón en 2014; Nacho Aguayo, dos veces finalista de Who’s on Next, en 2013 y 2014; Clara Bilbao, dos premios Goya al mejor diseño de vestuario, en 2012 y 2015; o Alba González, diseñadora de los trajes oficiales de los atletas de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Cuando aterrizó en España hace ya más de 20 años, el Istituto Europeo di Design (IED), de origen italiano, fue pionero. Desde entonces, han cambiado mucho las cosas, asegura Dario Assante, vicerrector del centro: “Sobre todo, en estos últimos tiempos en los que el diseño se ha puesto de moda. En Italia existe una cultura muy receptiva sobre el diseño que va más allá de la parte estética para convertirse en una manera de pensar”. Assante resalta que ahora está en auge el design thinking como metodología del pensamiento disruptivo, que ayuda a las empresas a buscar soluciones e ideas, y cree que “poco a poco, en España está calando la importancia del diseño en todos sus ámbitos”. Uno de ellos es la moda, a la que el IED dedica varios posgrados y másteres en los que ofrece múltiples herramientas para facilitar a los alumnos su inserción laboral: desde los profesores y directores de máster, profesionales reconocidos y pertenecientes a firmas punteras hasta encuentros con reclutadores de empresas como Zara, Springfield o Pedro del Hierro, o apoyo a los estudiantes para crear sus propias marcas o para mostrar sus colecciones. “La relación con las empresas es clave. Es un trampolín”, puntualiza.

El mayor grupo textil del mundo, Inditex, trabaja con los mejores centros de diseño de moda: “Cada año visitamos las escuelas para conocer personalmente a las nuevas generaciones de diseñadores que están a punto de graduarse. Aquellos con mayor potencial se incorporan a nuestro proyecto cantera”, señalan en la compañía gallega. En ese proyecto, el diseñador pasa por un periodo de formación a través del cual conoce los distintos equipos del área de producto y el proceso creativo. “Así adquiere una visión global y nos permite valorar en qué equipo podría desarrollar su potencial. Les damos responsabilidades desde el primer momento y, una vez finalizado el proceso de formación, el diseñador se une a uno de los equipos”, añaden.

La compañía que inventó el modelo de negocio llamado fast fashion reconoce que sus tiendas, que agrupan al 80% de su plantilla, son un buen lugar para iniciar una carrera. “Desde las tiendas promocionamos continuamente gente para el resto de áreas. En ellas se desarrolla intuición comercial, se conocen los procesos y las personas acaban convirtiéndose en especialistas de moda”.

Otro grande de la industria española, Mango, dispone de un departamento de formación y desarrollo específico que, junto con la dirección de diseño, determina las prioridades que pueden conllevar la selección de un centro externo o un programa impartido internamente. Actualmente incorpora dos perfiles creativos: “El júnior, recién salido de las escuelas de diseño, con alto potencial creativo, capacidad de adaptación, aprendizaje y visión comercial, y el sénior, donde buscamos experiencia contrastada en empresas de moda, con mucha sensibilidad por el sector, gran capacidad comercial, habilidades de liderazgo y un buen conocimiento de los procesos creativos/productivos de la prenda. En ambos casos, buscamos perfiles en sintonía con los valores corporativos y excelentes habilidades interpersonales”, indican en la compañía.

Como profesora del Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid, Ana Locking afirma: “Una de las carencias principales de algunas escuelas es que desarrollan mucho la creatividad de los alumnos, que es fundamental, pero no les enseñan a patronar, coser, cortar… Y tienen que aprenderlo desde la base para después poder dirigir equipos, contactar con talleres nacionales e internacionales, con fábricas de textiles y de bordados, porque si no tienen una sólida formación técnica no sabrán ordenar lo que quieren”.

No es el caso del CSDMM, asegura. “He dado conferencias y cursos en muchos centros y este es uno de los que mejor preparan en ese sentido”. La diseñadora, que vende el 80% de sus prendas fuera de España, considera que la profesión de diseñador es totalmente vocacional, aunque no lo es tanto para otras salidas profesionales como captador de tendencias, organizador de eventos de moda, de desfiles, estilismo o producción.

La industria como negocio

La moda como empresa. Es la visión del ISEM ­Fashion Business School, un centro de la Universidad de Navarra nacido en 2001 al amparo del IESE. “Nuestro enfoque es distinto al de las escuelas de diseño, que se fijan más en cómo crear una prenda. Nosotros nos centramos en el negocio de la moda”, aclara Teresa Sádaba, directora del centro. Y añade que los alumnos del ISEM tienen pasión por la moda, son creativos, pero también disponen de una capacidad analítica que les permite poner números a lo que hacen.

“Detrás de la parte creativa hay un artista, un diseñador, una persona que crea un producto que tiene salir al mercado. Este proceso empieza con qué tejido comprar, la elaboración, la logística, la distribución, el punto de venta, el marketing…, hasta fijar el precio, es decir, hasta que la prenda llega a manos del consumidor. En esa cadena de valor es en la que se centra nuestro programa, en formar a las personas que dirigen las empresas de moda”.

Sádaba resalta que el éxito de nuestras firmas de moda está haciendo que compañías internacionales del sector busquen talento en España: “Exportamos profesionales al resto del mundo”, dice.

Pasión por la moda y el lujo relacionado con la industria es el denominador común del perfil de los alumnos que cursan el Máster Internacional de Moda y Lujo del ESIC, comenta su director, Rafael Pérez Arroyo. “Son personas muy vocacionales que cuentan además con una formación en diseño u otras carreras que quieren fortalecer”.

Es un marketing muy especializado, centrado en el poder de la marca, en los aspectos visuales, sensoriales, resalta. “La experiencia de compra se está convirtiendo en uno de los factores diferenciales de este tipo de marketing. El comprador de lujo y de moda lo aprecia mucho”, afirma Pérez Arroyo.

El máster también está muy vinculado con el valor de la marca, el escaparatismo o la arquitectura de la tienda, en todo lo que rodea la parte estética. “Estos aspectos han sido descuidados en España hasta hace muy poco, exceptuando Loewe, que ha sido una referencia. Realmente la incorporación de España al mundo de la moda es muy reciente, no más de 25 años. Pero creo que el sector se está adaptando a gran velocidad”, concluye.

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