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La UE, del revés
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La izquierda europea se reorganiza para evitar su hundimiento

Las iniciativas se multiplican tanto en Bruselas como en algunas capitales a la búsqueda de un espacio político que conecte con la realidad social de la Europa post-industrial del siglo XXI

La izquierda europea empieza a reorganizarse para intentar frenar la erosión de su electorado y recuperar el protagonismo en la agenda de la UE. Las iniciativas se multiplican tanto en Bruselas como en algunas capitales a la búsqueda de un espacio político que conecte con la realidad social de la Europa post-industrial del siglo XXI. Los contactos se han acelerado a raíz del brexit, en un esfuerzo para que la previsible reestructuración del club europeo tome en cuenta la voz de unas fuerzas progresistas que fueron decisivas para su construcción.

Si los planes fracasan, la socialdemocracia podría caer en la irrelevancia en varios países europeos, una posibilidad que inquieta incluso a sus tradicionales rivales, los demócratas cristianos, que temen quedarse sin el contrapeso progresista que ha facilitado el equilibrio político del continente desde 1945.

Las sucesivas crisis durante la última década (económica, migratoria, seguridad, institucional...) parecen haber desplazado el centro político hacia la derecha y han dejado a la social democracia anclada en un territorio peligrosamente menguante. A escala europea, el dominio de los conservadores en las instituciones desde 2004 ha convertido a los socialistas en el damnificado de una gran coalición de facto que espanta a muchos de los votantes tradicionales de izquierda.

El desencanto de la opinión pública ha alimentado el euroescepticismo, la demagogia y la xenofobia, tres corrientes rentabilizadas por la extrema derecha, pero que atraen a numerosos votantes socialistas y comunistas. La deriva es especialmente llamativa en Francia, país que encabeza los llamamientos hacia una urgente reorganización de la izquierda. El lunes pasado, en el Parlamento Europeo, un centenar de eurodiputados (de los grupos socialistas, verdes e izquierda unitaria) lanzó una plataforma progresista que pretende aunar la posición del ala izquierda del continente. El liderazgo de los eurodiputados franceses en esa iniciativa es evidente.

“La plataforma surge de manera indudable como una dinámica contra la gran coalición que impera en Bruselas”, explica el eurodiputado Ernest Urtasun (Verde), uno de los principales impulsores del llamado Caucus Progresista. Urtasun considera imprescindible “el relato de una Europa alternativa porque ahora el ciudadano no cuenta con ningún referente europeo desde el punto de vista de la izquierda”.

El nuevo Caucus ha surgido tras varias reuniones a puerta cerrada para buscar los puntos en común de tres grupos políticos que a menudo votan de manera dispar en el Parlamento Europeo: los socialistas suelen cerrar filas con los populares en los llamados asuntos de Estado europeos y Verdes e Izquierda Unitaria mantienen una actitud más crítica que, en ocasiones, les hace incluso coincidir con los euroescépticos.

El primer objetivo común identificado apunta contra los tratados comerciales internacionales que negocia Bruselas con EE UU (TTIP) y Canadá (CETA). Parte de la opinión pública, sobre todo en Francia y Alemania, identifica esos tratados como un asalto de las fuerzas liberales contra los derechos adquiridos de trabajadores y consumidores. Y el Caucus progresista intentará construir sobre ese descontento popular las bases de una alternativa de izquierda que rompa con la inercia del consenso con el Partido Popular Europeo.

Los socialistas, como principal fuerza de la izquierda tradicional, intentan no perder el liderazgo del proceso de reconversión estratégica. En agosto, celebraron en París una cumbre con presencia de sus primeros espadas, como Françóis Hollande, Manuel Valls, Sigmar Gabriel, Pierre Moscovici o Martin Schulz. Y como observador, el primer ministro griego, el izquierdista Alexis Tsipras, con aspiraciones a convertirse en el puente entre la vieja y la nueva izquierda. El pasado viernes incluso convocó una cumbre de países mediterráneos en Atenas (la mayoría con Gobiernos socialistas) para intentar fraguar un frente común que saque a Grecia de su interminable crisis y que dé un giro progresista a la agenda de Bruselas. En juego, el futuro de la izquierda europea.

A contraluz

¿Qué haces con mi wifi?

El Tribunal de Justicia europeo dilucidará el jueves la responsabilidad del titular de una red abierta de wifi cuando alguno de los usuarios lo utiliza para descargarse material pirateado en Internet. El caso procede de Alemania, donde Sony Music acusó al propietario de una tienda de iluminación de haber violado sus derechos de propiedad intelectual por permitir que uno de sus clientes utilizase el wifi del local para descargarse la copia de una canción de la discográfica. El dictamen preliminar de la sentencia aboga por eximir de responsabilidad al tendero, al que no se le pueden pedir daños y perjuicios. Pero acepta que se le pueda requerir judicialmente que evite la descarga. La sentencia zanjará la cuestión.

Juncker rinde cuentas

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, comparecerá el miércoles ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo para su segundo discurso anual sobre el estado de la Unión Europea. En su primer balance, en septiembre de 2015, abogó por una solución tajante para la crisis migratoria, un borrón y cuenta nueva para la crisis de Grecia y un acuerdo con Londres para evitar la victoria del brexit. Un año después, los tres problemas siguen sobre la mesa y sin visos de solución. La redistribución de refugiados ha fracasado, se habla ya del cuarto rescate de Grecia, aunque sea para rechazarlo, y el Reino Unido ha votado para marcharse de la UE.

Paños calientes con VW

La comisión de investigación del Parlamento Europeo sobre la manipulación de Volkswagen en los motores diésel tiene previsto presentar mañana su borrador de conclusiones. La investigación no hace sangre con la compañía porque se centra en la responsabilidad de la Comisión Europea y de los Gobiernos europeos, por tolerar que el fabricante alemán superase fraudulentamente los niveles de emisiones contaminantes. La Comisión, por su parte, se reunirá este mes con las organizaciones de consumidores para evaluar la negativa de Volkswagen a compensar a los clientes europeos perjudicados. La CE se muestra resignada ante esa decisión, que contrasta con la indemnización a los clientes de EE UU.

 

 

 

 

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