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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La hora de las empresas con la raíz muy profunda

Thinkstock

Las fuertes caídas de las Bolsas ,como la acontecida en las últimas semanas por episodios como el referéndum británico para decidir que prefieren dejar la Unión Europea a seguir en ella, dejan siempre magníficas oportunidades a los inversores. Los derrumbes bursátiles no hacen distingos, pero el daño estimado para las empresas nunca es homogéneo; por tanto, mientras las corporaciones de determinados sectores tendrán que ajustar su actividad a realidades nuevas, otras recuperarán lentamente su valor, ajenas a los acontecimientos críticos. Como en el resto de Europa, la Bolsa española ha caído un 10% en el año, muy condicionada por el elevado peso del sector bancario en sus índices, y ofrece muy buenas opciones de inversión, aunque persistan las turbulencias en los próximos años por la presencia de fenómenos como el brexit, o el avance de los nacionalismos en Europa, que puede trastocar el devenir de la economía.

Con este escenario las apuestas inversoras siempre son más arriesgadas, y se debería, en la medida de lo posible, tomar partido por sectores y empresas más seguros, en los que la recurrencia de los beneficios y de su distribución entre los accionistas fuese un sello de la casa. Las aventuras deben dejarse para mejores ocasiones, en las que la estabilidad política, económica y financiera esté restablecida plenamente. La única certeza que los mercados tienen ahora es que los bancos centrales mantendrán la anestesia monetaria para evitar la deflación, y que lo harán por una temporada bastante larga, de no menos de cuatro o cinco años, en los que una de las variables que siempre han influido en la cuenta de resultados de las empresas y en sus proyectos de inversión y en cómo financiarlos, la financiera, será estable y acomodaticia. Los tipos de interés seguirán en el entorno del 0%, y la disponibilidad de liquidez estará plenamente garantizada.

Con este panorama, las decisiones de inversión deben concentrarse en las empresas con la raíz más profunda de cada sector, aquellas que tienen los mejores fundamentales, con menos deuda, con mejores y más seguros flujos de caja, con mejores historiales de pagos de dividendos a sus accionistas, con estructura accionarial estable, a ser posible empresas de control familiar, y que marquen siempre el liderazgo en su sector. En su defecto, empresas de tamaño medio que por la excelencia de su gestión compitan abiertamente con los líderes de su nicho, y puedan ser objeto de operaciones corporativas. En toda Europa, en todo el mundo podría decirse, el sector de las farmacéuticas y la biotecnología es un ejemplo de la agitación corporativa y de las fusiones; no ha dejado de crecer y de hacerlo de forma inorgánica durante los años de la crisis, porque lo hace en un sector en el que la demanda seguirá en aumento mientras esté en juego la salud de una población con capacidad económica creciente.

Otro campo abierto a la inversión con niveles comedidos de riesgo y cierto grado de seguridad es la deuda, tanto la emitida por Estados soberanos como la garantizada por las grandes empresas con altas calificaciones crediticias.

La certeza de que los tipos de interés estarán mucho tiempo donde están ahora, o de que incluso pueden bajar más (como el caso de Reino Unido, que redujo esta semana pasada los tipos de interés desde el 0,5% al 0,25%, con la advertencia de que puede producirse una nueva bajada del precio del dinero antes de fin de año si los efectos del brexit anticipado se intensifican de forma contractiva en la economía británica), siempre permite recorrido a la deuda. En el caso de la pública, el propio paraguas del BCE y otros bancos garantiza que sus precios se van a mantener en niveles atractivos y seguramente crecientes, siempre que los tenedores activen los títulos en el mercado y no esperen al vencimiento. Por lo que se refiere a la deuda corporativa, la curva de sus tipos de financiación ha corrido paralela a la de los Estados en los que están radicadas, y en algunos casos con un abaratamiento adicional. Por tanto, las opciones son muy similares a las que proporcionan los bonos soberanos. Pero las emisiones de países emergentes que hayan abierto sus mercados, además de disponer de seguridad, ofrecen tipos nominalmente elevados para obtener rentabilidades adicionales, aunque habrá que vigilar siempre el riesgo del tipo de cambio.

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