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Crisis de la compañía

Las claves de la inminente solución final de Abengoa

Una de las Torres de la Plataforma solar Solúcar.
Una de las Torres de la Plataforma solar Solúcar.EFE

El 23 de julio de 2015 estalló la gran crisis que ha amenazado con llevarse por delante a la, hasta hace poco, gran multinacional española de las energías renovables. Salvo otra nueva sorpresa, esta semana se anunciará el reformulado plan industrial junto a su correspondiente sustento financiero.

Santiago Seage, que había sustituido como consejero delegado a Manuel Sánchez Ortega, confesó hace un año, en una conferencia con analistas en un lujoso hotel de Madrid, que la liquidez de 3.000 millones reportada por Abengoa era irreal.

Seage, que hoy pilota la filial Atlantica Yield, adelantó, además, que no era el momento de amortizar anticipadamente uno de los bonos, como había prometido la empresa al mercado. Reiteró, eso sí, que no se planteaba bajo ningún concepto una ampliación de capital.

El directivo no tardó en desdecirse. El 3 de agosto anunció deprisa y corriendo que Abengoa necesitaba reforzar sus fondos propios con 650 millones de euros y acelerar el plan de desinversiones hasta los 500 millones desde los 400 anunciados previamente. La deriva de la compañía desde entonces fue absoluta.El miedo se hizo con el control. Hasta que en la madrugada del 23 al 24 septiembre, anunció que había llegado a un acuerdo para que Santander, HSBC y Crédit Agricole aseguraran la ampliación. El presidente desde 1991, Felipe Benjumea, dimitió presionado por la banca, aunque se mantuvo como asesor del consejo.

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mes será el plazo inicial de los acreedores para adherirse al plan que presentará Abengoa. Necesita dueños del 75% de la deuda.

El siguiente capítulo corrió a cargo de Gonvarri, uno de los brazos del gigante siderúrgico, de energías renovables y fabricante de piezas de automóviles Corporación Gestamp. Se ofreció a controlar el 28% con una inyección de 250 millones, condicionada a que las entidades financieras reabrieran las líneas de liquidez para Abengoa.

Pero los hermanos Francisco y Jon Riberas, pilotos de Gestamp, no lograron el apoyo de la banca y tiraron la toalla el 24 de octubre.

Todo se complicó entonces, con la solicitud de preconcurso de acreedores. Seage pasó a dirigir la filial estadounidense Atlantica Yield, y José Domínguez Abascal se hizo cargo de la presidencia de Abengoa. Este último abrió por fin toda la información sensible a KPMG. Al mismo tiempo, dueños de deuda cotizada de Abengoa por alrededor del 40% del total se agruparon en torno a Houlihan Lokey. El 1 de marzo se produjo un nuevo maremoto en la empresa, con la rescisión del contrato Benjumea como asesor y la salida de Domínguez Abascal. Antonio Fornieles, un hombre vinculado a KPMG, tomó el control.

Después de inyecciones de emergencia por parte de los bancos acreedores que lideraban las negociaciones, en diciembre por la banca (106 millones) y de varios fondos en marzo por 137 millones, llegó la puesta de largo del plan de viabilidad. Lo hicieron las gestoras acreedoras por todo lo alto, con un compromiso de inyectar entre 1.500 y 1.800 millones de euros cuando fuera preciso.

Pero el examen pormenorizado del negocio y la posibilidad de ganar con la venta de la deuda que habían comprado a precio de saldo hicieron huir a una buena puerta de los rescatadores. Solo tres de los iniciales se mantienen –D. E. Shaw, Elliott y Värde–, al tiempo que han aparecido Abrams Capital, The Baupost Group, Canyon Partners y Oaktree. Houlihan Lokey continúa siendo el aglutinador de los fondos. Se han ido, entre otros grandes inversores, la mayor gestora de fondos del mundo, BlackRock, o la firma de capital de riesgo KKR.

Las cifras también han cambiado. El dinero que pondrán encima del tapete los nuevos salvadores no llegará a los 500 millones de euros, si bien el importe total superará los 1.200 millones tras añadir los 515 millones aportados desde septiembre del año pasado y que deberán ser refinanciados y los avales de 250 millones. Las necesidades de dinero han caído en picado al tiempo que el tamaño de la empresa. Una parte de los proyectos se ha vendido, como el solar de Ashalim en Israel, y otra se ha perdido, como el abastecimiento de agua de la ciudad de San Antonio (EE UU). Además, ha firmado las ventas de su 3% en Yoigo y la de su filial Abentel a Ericcson.

Se esperan cambios en el capital y los intereses

En marzo, el plan de refinanciación incluía una serie de condiciones financieras y de reparto del capital. Con el nuevo diseño de la estructura económica e industrial de Abengoa, cambiarán. El grueso del dinero nuevo correrá a cargo de los nuevos hedge funds, que además refinanciarán la liquidez inyectada desde septiembre del año pasado. En un principio, se previó que el 55% del capital de Abengoa iría a parar a los proveedores del dinero nuevo. Mientras, los bancos y bonistas que capitalicen deuda se repartirían otro 35%. El 5% restante estaba previsto para repartir entre los que aportaran los avales. Ahora esto cambiará. Se prevé que los bancos del G5 los aporten –Santander, Bankia, Popular, CaixaBank y Crédit Agricole– y también el ICO y Cesce. El interés pactado era del 14% más una comisión de apertura del 4%. Estos porcentajes también variarán.

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