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Tribuna
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La revitalización de las economías regionales

Las comunidades autónomas se han dado cuenta de que la inversión extranjera constituye la verdadera palanca necesaria para potenciar su economía ante el problema de los déficits disparados, la falta de subvenciones y la escasez de beneficios fiscales. Madrid, con 10.093 millones de euros de inyección foránea, y Cataluña, con 4.783 millones de euros, se han convertido en la primera y segunda región de España, respectivamente, que más atracción de fondos extranjeros están generando en el último año, según los últimos datos revelados por el Ministerio de Economía.

En total, se trata de una cifra que en todo el territorio español alcanza los 21.700 millones de euros durante el último ejercicio valorado (2015), que seguramente si hubieran sido destinados, todos ellos, a la creación de nuevas empresas o filiales de multinacionales a buen seguro habrían servido para generar mayor volumen de empleo y un reparto más equitativo de la riqueza en España.

Pero la realidad parece ser otra. Teniendo en cuenta que la mayoría de este flujo de inversiones proviene de Luxemburgo y Holanda, no parece demasiado precipitado pensar que se trata más bien de una inversión financiera (fondos o planes de pensiones o sociedades de inversión de capital variable) que de intereses verdaderamente empresariales y con capacidad productiva, con vocación de permanencia en nuestro país.

Por eso el interés de las comunidades autónomas pasa ahora, después de que empiecen a observarse signos de la etapa final de la crisis, por atraer dinero productivo para sus territorios y para ello, muchas de ellas, como Galicia o Castilla-La Mancha, también ayuntamientos, como el de Puertollano, se han puesto a la cabeza en la implementación de programas de revitalización de sus territorios. El objetivo es atraer empresas que generen nuevos empleos y riqueza económica.

En Galicia, la Xunta, con el Igape –Instituto Gallego de Promoción Económica–, han lanzado la jornada Investor Day: Think in Galicia que servirá para conocer su programa de inversión extranjera. Este tipo de iniciativas implican la realización de una serie de análisis sobre las capacidades de los territorios y sus diferentes industrias.

Sin las grandes subvenciones de antaño ni la posibilidad de contar con importantes atractivos fiscales, la mayoría de las autonomías afronta esta etapa de la mano de expertos que lleven tiempo realizando las prospecciones en el mercado inversor necesarias para garantizar el éxito.

No hay que olvidar que no todas las industrias exigen los mismos requerimientos a la hora decidir una ubicación. Conocer el sector, la competencia, el terreno, sus comunicaciones, su capacidad de recursos humanos y talento, recursos económicos resulta la base para definir la estrategia de atracción de inversión. Esta nueva etapa a la que se están abriendo ya algunas comunidades autónomas quizás sea el inicio que marque la diferencia y contribuya a una riqueza más homogénea dentro del territorio español y no tan centralizada en Madrid y Barcelona.

La evolución natural de este tipo de iniciativas debería incluso llevarnos al desarrollo de un marco legal que promueva e incentive la inversión en programas de revitalización. En Francia por ejemplo, esto es ya una realidad. Allí las empresas que se reestructuran, cuando el volumen de personas afectadas es significativo, están obligadas a destinar parte de los fondos de la reestructuración a inversiones para la revitalización del territorio. De alguna forma, la empresa que destruye empleo tiene la obligación de reforestar, laboralmente hablando, los empleos perdidos en el territorio directamente afectado.

En España aún no hemos llegado al punto de que las acciones de revitalización sean obligatorias para las empresas que cierran. Sin embargo, cada vez son más las empresas que voluntariamente, como parte de su política de responsabilidad social corporativa, deciden apoyar a los territorios afectados por sus cierres con fondos que se destinan exclusivamente a programas de incentivación del emprendimiento, atracción de inversiones y, en general, desarrollo del tejido empresarial.

Nuestro país cuenta actualmente con sólidas infraestructuras, existen además numerosos incentivos al emprendimiento, pero hay todavía mucho por hacer para poner en valor las ventajas competitivas de cada zona y darlo a conocer entre los potenciales inversores. Es el momento de que empresas e instituciones trabajen conjuntamente para poder competir con otras regiones de Europa mucho más proactivas en relación a la captación de inversores procedentes de empresas con proyectos de expansión internacional.

Javier Nieto es Responsable de Reindustrialización de MOA BPI group

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