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Columna
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Un cambio que hará bien a Telefónica

Es el fin de una era en Telefónica. César Alierta abandona su puesto de presidente ejecutivo tras casi 16 años de fuerte expansión del grupo español de telecomunicaciones. Su gestión ha hecho menos por los accionistas que por la huella global de Telefónica. Otros presidentes españoles que llevan mucho en su puesto podrían tomar nota de que es posible pasar demasiado tiempo en la cima.

El relevo de Alierta, José María Álvarez-Pallete, hereda una empresa que ha crecido enormemente. Una serie de mega acuerdos han llevado a la compañía a expandirse en Reino Unido, Alemania y Brasil, multiplicando por más de cuatro su base de suscriptores hasta más de 300 millones de personas en todo el mundo. Pero la rentabilidad total de las acciones de Telefónica ha caído un 8% desde que Alierta se convirtió en jefe en julio del año 2000. Eso mejora las cifras del índice Ibex 35, pero en los últimos cinco años la pérdida de valor del 24% para los inversores se compara con las ganancias del 58% de Vodafone y el comportamiento plano de Telecom Italia.

Los consejos españoles están en su mayoría encabezados por presidentes ejecutivos que manejan mucho poder

Las promesa de Alierta de preservar el dividendo para los próximos cinco a 10 años chirriaba ya que la empresa trabaja con una elevada deuda y una mayor competencia. Con Pallete, parece que telefónica se queda en manos seguras. Tiene una amplia experiencia en todo el grupo, habiendo sido director financiero y dirigido sus unidades de Europa y América Latina. Una verdadera separación entre el presidente y el consejero delegado, sin embargo, habría sido mejor. Los consejos de administración españoles están en su mayoría encabezados por presidentes ejecutivos que manejan mucho poder tanto en la empresa como en el consejo, pese a la creciente presencia de directores independientes.

Los retornos de Telefónica también recuerdan que 16 años es mucho tiempo para ser jefe. Los directivos con experiencia son un activo valioso, pero quedarse más de la cuenta puede perjudicar el rendimiento de la empresa, tal y como ha argumentado la Harvard Business School. Alierta es parte de una generación de poderosos jefes que han estado en su puesto durante una década o más, incluyendo a Francisco González en BBVA o Ignacio Sánchez Galán en Iberdrola, entre otros. El fin de la era Alierta podría presagiar más cambios en la guardia corporativa española.

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