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Nunca llegó a consolidarse en España

El segundo mercado de la Bolsa de Madrid se acerca a su final

Tan solo dos empresas cotizan ya en el segundo mercado de la Bolsa de Madrid y una de ellas, Borges Agricultural & Industrial Nuts, ya ha anunciado que abandonará este parqué

Fachada de la Bolsa de Madrid
Fachada de la Bolsa de MadridPablo Monge

Tan solo dos empresas cotizan ya en el segundo mercado de la Bolsa de Madrid y una de ellas, Borges Agricultural & Industrial Nuts, ya ha anunciado que abandonará este parqué para saltar al continuo el próximo 1 de abril.

Este mercado alternativo, creado en 1986 y que pretendía poner sobre la mesa nuevas opciones de financiación para las pymes, nunca terminó de funcionar y en los últimos tiempos ha sido fagocitado por el MAB, que ofrece una regulación y metodología diferentes que han resultado más atractivas para las empresas de tamaño mediano.

“El mercado secundario no supone ya ni el 1% del volumen de acciones que mueve la Bolsa española. No es que no ocupe un papel relevante, es que no ocupa nada”, señalan desde Bolsas y Mercados Españoles, propietario de este parqué.

En realidad, a excepción de por la regulación diferente que mantienen estas dos empresas, BME ni siquiera las clasifica como miembros de este segundo mercado al borde de la extinción. “Aunque jurídicamente están bajo la regulación y legislación del segundo mercado, las consideramos como empresas del corro electrónico”, comentan.

Incluyendo a Urbar y Borges (las dos compañías que realmente pertenecen al segundo mercado de la Bolsa de Madrid), son 26 las empresas que cotizan en el SIBE, el segmento de corros electrónicos del parqué español.

“Es un tipo de mercado que funciona con dos subastas diarias”. Este tipo de funcionamiento, en el que se mueve mucho menos volumen de acciones, parte de la idea de que los inversores no pueden intervenir en el valor de los títulos más allá de en esos dos momentos puntuales en los que, además, se presupone que todos cuentan ya con la misma información.

“El segundo mercado es parte de la historia de la Bolsa en España. Se creó en un contexto totalmente diferente, existía otra normativa y el parqué no era electrónico. Es más bien la prehistoria”, explican desde BME. Aunque por legislación este mercado se ha quedado totalmente desfasado, lo cierto es que en su tiempo tampoco despegó y su éxito en España siempre fue menor al de otros países.

“En 1987, su primer año de funcionamiento, únicamente una empresa, Mercápital, cotizaba. En el 2000, es decir, 13 años más tarde, tan solo lo hacían tres empresas más”, analiza Ramón Martínez Cerezo, profesor de mercados financieros en la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (ESADE).

Según el experto, son tres los motivos por los que la Bolsa para pymes no funcionó en España. “En este mercado no invierten los particulares, sino sociedades de capital riesgo, que no tenían mucha presencia en nuestro país”, explica Martínez Cerezo en un libro sobre la historia de la Bolsa de Madrid. A ello se le suma la particular estructura familiar de las pymes españolas. “Los accionistas eran percibidos como un competidor por parte de los propietarios tradicionales de la empresa, que tenían miedo a perder el control y por ello se mostraban reticentes a la salida a Bolsa de su compañía”, indica.

A ello se le suma la escasa tradición informativa por parte de las empresas españolas. “Las más pequeñas tienen miedo a hacer públicas sus cuentas, por eso les cuesta tanto cumplir con los requerimientos que se le exigen a las cotizadas”, apunta Martínez Cerezo.

Las exigencias, tanto de capital como de información son menores en el ahora residual segundo mercado de Madrid. Incluso pese a que los cánones pagados por negociar sus acciones son un 50% más bajos que las del primer mercado, la iliquidez es la característica principal de estas compañías.

Borges y Urbar, es decir, la totalidad del segundo mercado de Madrid, constituyen mucho menos del 1% del total de acciones que se negocian a diario en la Bolsa española. De hecho, estas compañías ni siquiera reciben flujo de dinero todos los días sino que, atendiendo a los registros que BME hace de sus cotizaciones, el precio varia puntualmente en una media de dos sesiones al mes.

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