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Cumbre del Clima
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Bjorn Stevens, director del Instituto Max Planck de Meteorología

“Las previsiones del tiempo son más certeras que las económicas”

Su investigación ha generado contribuciones fundamentales para la comprensión de la convección atmosférica, los aerosoles y las nubes.

Bjorn Stevens, director del Instituto Max Planck de Meteorología.
Bjorn Stevens, director del Instituto Max Planck de Meteorología.
Manuel G. Pascual

Nació en Alemania (Augsburgo, 1966), se crio en EEUU y decidió volver a su país natal en 2008, cuando era catedrático en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Bjorn Stevens dirige ahora el Instituto Max Planck de Meteorología. Considerado una autoridad mundial en el estudio de las nubes, fue uno de los autores del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas.

Este trabajo demuestra definitivamente que las emisiones de CO2 y el calentamiento que sufre la Tierra están relacionados. Stevens es miembro del jurado de los Premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA.

Pregunta. ¿El cambio climático es un fenómeno objetivo?Respuesta. Sin duda. Las flores florecen antes, las temperaturas están variando y los animales han modificado sus patrones de migración. Lo difícil es ver qué parte de todos estos cambios es atribuible a la acción del hombre. 

P. Los negacionistas se suelen escudar en esa duda.

De incumplirse los objetivos de la cumbre de París, los cambios de temperatura serían drásticos y las variaciones, pronunciadas"

R. No hay ninguna hipótesis creíble explicativa del calentamiento global que no considere la acción del hombre. Resulta casi imposible refutar el cambio climático desde un punto de vista científico, aunque se ha sometido a un increíble escrutinio durante los últimos 30 años. Por mucho que nos imaginásemos alguna extraña combinación de factores, creo que no podríamos llegar a mejorar la hipótesis que relaciona el calentamiento global con la emisión de gases de CO2.

P. En España está haciendo un invierno más cálido de lo normal. ¿Es eso atribuible al cambio climático?

R. Es difícil de decir. Si examinamos las temperaturas en Europa año a año, veremos que dependen en gran medida de cómo soplan los vientos. Eso deja un espectro de variación de temperaturas bastante amplio, de cinco o seis grados. Debemos ser cautos al atribuir lo que vemos ahora al cambio climático, pero es cierto que estos fenómenos son difíciles de explicar sin tener en cuenta el efecto de los gases de invernadero. Lo que sí sabemos es que este año parece ser el primero desde la revolución industrial en el que la temperatura media global ha crecido en un grado. Las proyecciones nos dicen que en las próximos dos décadas la temperatura subirá a un ritmo más alto de lo normal.

P. Usted es especialista en el estudio de las nubes. ¿En qué proyectos trabaja?

R. Aunque hay consenso en que las temperaturas seguirán subiendo, no se sabe todavía lo deprisa que lo harán. ¿Cuánto CO2 podemos verter a la atmósfera y seguir sintiéndonos seguros? Esa es una de las preguntas que queremos responder, y lo empezamos a entender viendo cómo cambian las nubes a medida que sube la temperatura.

P. ¿Qué más podemos averiguar estudiando las nubes?

R. Durante siglos se ha mirado al cielo como un indicador del comportamiento del viento. Lo que estamos empezando a entender ahora es que las propias nubes también afectan a los vientos y, por tanto, al clima. Hasta ahora se veía a las nubes como una masa de gas que puede soltar agua y calor, influyendo en la creación de tormentas. Pero también afectan a la transferencia de energía radiante a la atmósfera. Si las nubes afectan a la dirección del viento, significa que podemos explicar las rachas de calor que llegan, por ejemplo, a Alemania cuando sopla de España o Francia. Interpretar la temperatura mirando las nubes es novedoso. Nos hablan tanto de cuánto CO2 podemos soportar como de los cambios de temperatura.

P. ¿Cuánto viven las nubes?

R. Depende. En verano hay algunas que pueden durar entre 20 minutos y hora y media. Algunos sistemas de tormentas puedan mantenerse días, renovándose continuamente y permaneciendo activos durante meses.

P. ¿Qué opina de las conclusiones de la cumbre de París?

R. Creo que la cumbre fue un éxito tremendo. Es muy fácil ser cínico, pero no todos los días 194 países se ponen de acuerdo en algo. Menos aún en señalar una dirección en la que trabajar y que esta asuma la existencia del cambio climático y la necesidad de hacer algo para limitar su alcance. El gran logro ha sido acabar con el debate de si existe o no el cambio climático, para pasar a preguntas más complejas: ¿qué significa este fenómeno para España, Canadá o Nigeria?

P. ¿Cree que los objetivos que se marcaron (que a finales de siglo las temperaturas no hayan subido dos grados respecto a los niveles preindustriales) son factibles?

R. Sí, pero también un desafío enorme. La cantidad de CO2 que hay ya en la atmósfera nos hará alcanzar 1,5 grados, así que habrá que retirar parte de esos gases. Pero la humanidad es capaz de hacer grandes cosas.

P. ¿Cree que los fondos comprometidos (100.000 millones de dólares anuales) son suficientes?

R. No entiendo del todo el análisis coste-beneficio de esta transición. Cambiar de modelo ofrecerá también oportunidades de negocio. ¿Cómo meter en la ecuación el coste de las inundaciones o sequías que se multiplicarán si no hacemos nada? Se tiende a menospreciar estos costes cuando no los sufrimos. Creo que las previsiones del tiempo son más certeras que las económicas.

P. ¿Qué pasará si no se cumplen los objetivos de la cumbre de París?

R. Entraríamos en territorio desconocido. Los cambios de temperatura serían drásticos y las variaciones, pronunciadas y continuadas. Subiría el nivel del mar, aumentaría el número de catástrofes climáticas... Ninguna consecuencia positiva, desde luego.

Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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