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Facundo Manes, neurólogo y neurocientífico

“La belleza de la vida está en alternar alegría y tristeza”

"La depresión es un factor de mortalidad más importante que la obesidad o el alcoholismo" "La idea de que usamos solo el 10% del cerebro es un mito"

Facundo Manes (Quilmes, Argentina, 1969) puede disfrutar del anonimato en España, pero no en su país. Allí es conocido gracias a un programa de divulgación científica que dirigió en la televisión y a haber operado de un hematoma subdural a la entonces presidenta de la nación, Cristina Kirchner. Con casi dos centenares de publicaciones en revistas científicas, acaba de presentar en España su superventas Usar el cerebro (Paidós), que acumula más de 200.000 ejemplares en todo el mundo

Pregunta. ¿Qué sabemos hoy sobre el funcionamiento del cerebro que no supiéramos hace 10 años?

Respuesta. Durante la mayor parte de la historia, la especie humana se dedicó a sobrevivir. Las preguntas sobre quiénes somos, qué es la inteligencia, la memoria o la felicidad son muy recientes. Uno de los mayores avances en los últimos años es la capacidad de detectar enfermedades neurológicas y psiquiátricas de forma más temprana. Hoy sabemos también que las emociones afectan a la toma de decisiones y, por tanto, nos comportamos de forma mucho más automática de lo que pensamos. Y se ha descubierto que la plasticidad neuronal, la capacidad del cerebro de organizarse, sigue activa hasta el último momento de la vida. Los avances han sido tremendos, pero todavía quedan las preguntas más difíciles: sabemos que las conexiones neuronales dan lugar a las emociones, pero no sabemos cómo.

P. Un ambicioso programa de investigación de EEUU y Europa trata de averiguarlo.

R. El proyecto Conectoma trata de estudiar los miles de conexiones que tiene cada neurona con el resto. La hipótesis es que cada individuo tiene conexiones distintas y que con el tiempo se podrá descifrar el sello neuronal de cada uno nosotros. El resultado de ese trabajo es incierto, pero vale la pena intentarlo.

P. ¿Tratar de entender su funcionamiento no es como hacer lo propio con el universo: una quimera?

R. El cerebro es el órgano más complejo del universo, el único que intenta comprenderse a sí mismo. ¿Llegaremos a entenderlo? Quizá lo logremos con el cerebro de un caracol u otra especie. En las últimas décadas se han hecho descubrimientos que antes se hubiesen considerado imposibles.

P. El marketing no ha tardado en aplicar esos avances al mercado. ¿Hasta dónde se podrá llegar con el neuromarketing?

R. Apoyo los proyectos que desde un punto de vista científico tratan de comprender cómo reacciona el cerebro a la exposición de un logo. El problema es que hay empresas de neuromarketing que son contratadas por otras compañías y hacen experimentos privados que no publican a la comunidad científica. Así no funciona la ciencia. Esa opacidad me hace también ser más escéptico respecto a sus logros.

P. ¿Se podrá llegar a medir la felicidad o la tristeza algún día?

R. La tristeza se puede explorar bastante bien. O más bien la depresión. En EE UU casi el 40% de la población se siente sola crónicamente. Ese es un factor de mortalidad más importante que la obesidad o el alcoholismo. La felicidad es más compleja porque es una conducta social. Se ha avanzado en el estudio del bienestar. Hay dos tipos: el inmediato, como el que provoca comer chocolate o tener sexo, y el del largo plazo, relacionado con la recompensa por el trabajo duro. Hoy sabemos que la meditación, el ejercicio físico, la dieta, las relaciones personales y el desafío intelectual ayudan a aumentar el bienestar.

P. ¿Entonces se puede provocar la felicidad?

R. Se puede tomar medicación si se está deprimido. Para el resto es difícil hacer algo. La belleza de la vida está en la alternancia de los momentos tristes con los alegres y de paz. Hay que disfrutar las diferentes emociones.

P. ¿La creatividad es innata?

R. Parte del talento es genético, pero todos tenemos potencial creativo. Nadie va a recibir del cielo las ideas: para ello hace falta mucho trabajo previo. La creatividad requiere preparación (estudio), incubación (pensar obsesivamente en una pregunta) y, finalmente, diagnóstico. Ese último es el momento eureka: surge con la relajación, que es cuando el cerebro más trabaja. También ayuda estar un poco loco y vivir en un ambiente creativo.

P. Entonces se puede entrenar el cerebro.

R. Se pueden provocar conductas para tener un cerebro saludable, sí. Todo lo que hace bien al corazón también es bueno para el cerebro: cuidar el azúcar en sangre, vigilar la tensión arterial alta, no fumar, beber moderadamente… También la vida social y el ejercicio físico son buenos. Y dormir bien.

P. ¿Llegaremos a visualizar los sueños? ¿Qué sabemos de ellos?

R. Sabemos poco para lo importante que son. Quien viva 90 años pasará 30 durmiendo. Al menos tienen tres funciones: consolidan la memoria, regulan el sistema inmune y el hormonal. En ellos aparecen personas y situaciones que hemos visto en días anteriores. Se cree que es un filtro de información para el momento en el que el cerebro procesa y consolida los datos que almacenamos. Solo recordamos lo que soñamos justo antes de despertarnos, una pequeña parte. Con la exploración con electrodos en la cabeza se ha logrado reconstruir algún sueño. Eso plantea dilemas éticos y morales: ¿es legítimo saber qué ha soñado una persona? Ya no es ciencia ficción hablar de eso.

P. Se suele decir que usamos solo el 10% del cerebro. ¿Es cierto?

R. No, es un mito. Quizá lo sea para quien empezó a decirlo [risas]. Usamos toda su capacidad, incluso cuando no hacemos nada.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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