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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La vivienda crece, pero no lo suficiente

El proceso de recuperación del sector inmobiliario español está lejos de alcanzar las cifras que un día caracterizaron el mercado, pero mantiene un ritmo estable y ligeramente ascendente. El año pasado se vendieron en España algo más de 350.000 viviendas, lo que supone un 11% más que en 2014, pero representa la mitad de los inmuebles que se vendían antes de la crisis. Aunque las operaciones crecieron en todas las regiones y aun cuando en algunas –como País Vasco y Navarra– el incremento respecto al año pasado es del 20%, persisten las dudas sobre cuál será la evolución a corto y medio plazo del sector del ladrillo.

El primero de los interrogantes tiene que ver con los débiles signos de recuperación que se aprecian en la vivienda nueva. El balance de 2015 dibuja un mercado inmobiliario en el que casi ocho de cada diez transacciones se realizan sobre viviendas de segunda mano. Ello se explica, en primer lugar, por la propia evolución de la oferta de nueva construcción, que ha descendido drásticamente desde el estallido de la crisis fruto de la caída de la demanda y de la compleja situación de muchas compañías relacionadas con ese sector. Si en 2009 se construyeron más de 80.000 casas, en 2014 –primer ejercicio en el que las ventas crecieron tímidamente– esa cifra fue únicamente de unas 30.000. A ello hay que sumar que la economía española acaba de salir de una dura y larga crisis, con niveles de desempleo que no han bajado del 20% y con un agónico mercado de crédito que solo ahora comienza a abrirse, y lo hace con unas exigencias de solvencia muy diferentes a las del pasado.

Pese a ello, el horizonte del mercado inmobiliario en España es hoy sustancialmente más claro que hace poco más de dos años, cuando el sector no conseguía remontar y las ventas continuaban cayendo. Es cierto que de momento la cifra de hipotecas constituidas todavía no ha alcanzado a la de transacciones –línea roja a partir de la cual se puede considerar que el mercado comienza a despegar– pero la brecha entre ambas variables se redujo ya el año pasado, lo que hace presagiar una buena evolución. También la oferta de hipotecas se ha ido adaptando a esa tímida mejora de la demanda y, ante la caída del euríbor, ha optado por concentrarse en modalidades a tipos fijos y atractivos con plazos de amortización de hasta 30 años.

Más allá de todo ello, el factor determinante para acelerar y consolidar la recuperación del mercado inmobiliario en España es el mismo que el que necesita cualquier otro sector: la mejora económica y la reactivación del empleo. Un objetivo que exige seguir aplicando reformas que flexibilicen nuestra economía, pero que no se alcanzará mientras las fuerzas políticas sean incapaces de cuajar un acuerdo sólido que dote a España de un Gobierno capaz de seguir tutelando el camino de la recuperación.

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