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Columna
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Recompensar a los banqueros a la baja

El incremento en los costes fijos de Credit Suisse es una de las muchas consecuencias no deseadas de las nuevas normas que rigen los pagos en la banca. El banco suizo está reduciendo la proporción de las primas anuales que aplaza al 41%, desde una cifra que era de menos de la mitad en 2013. Hay una lógica clara: su consejero delegado Tidjane Thiam está intentando recortar gastos, pero apenas puede tomar medidas drásticas contra los salarios debido a que las recompensas de años anteriores siguen venciendo.

Para entender la falta de flexibilidad a la que se enfrenta Thiam, hay que tener en cuenta la factura en sueldos de Credit Suisse en 2014. Las bonificaciones concedidas y pagadas ese año fueron de alrededor del 15% de la remuneración total del grupo. La mayor parte del resto consistió en costes fijos que incluyen salarios, indemnizaciones, pensiones –y bonus diferidos de años anteriores–. Dicho de otro modo, incluso aunque Credit Suisse no hubiera pagado los bonus en efectivo por su funcionamiento de 2014, sus costes se habrían comido de todas formas el 80% de sus ingresos.

La falta de flexibilidad en los pagos hace que sea difícil dar a las estrellas reclutadas una razón para quedarse

Los pagos en diferido se volvieron comunes tras la crisis financiera de 2008 porque los reguladores querían, con razón, evitar que los banqueros se hicieran fácilmente con bonificaciones en efectivo si las operaciones que lo permitían luego iban mal. Sin embargo, han sido paralizados por factores como el límite a las bonificaciones de la Unión Europea que impide a los bancos el pago de una compensación variable superior al doble del salario, lo que ha hecho subir el elemento fijo de la remuneración y ha dado a las instituciones aún menos flexibilidad en los costes.

Desde la perspectiva de un nuevo jefe bancario intentando incentivar a sus tropas, los aplazamientos también son un quebradero de cabeza por otras razones. Los empleados tienden a descontar el valor de sus premios cuanto más se retrasan, según ha mostrado una investigación de PwC. La falta de flexibilidad hace que sea más difícil dar a las estrellas reclutadas una razón para quedarse. Y no es solo un problema para Credit Suisse.

A pesar de todo, puede que la táctica del banco suizo no sea una señal de que los pagos aplazados tengan los días contados. La nueva capacidad de las entidades para cancelar premios no entregados –con los bonus malus– ha dado a la industria un poco más de control sobre la cantidad que podrían en última instancia tener que entregar.

En Reino Unido, los bancos están legalmente obligados a hacer todo lo posible para utilizar el clawback –un reclamo de las bonificaciones ya pagadas en el caso de mala conducta del empleado, error o fallos en la gestión de riesgos–. En teoría, permitir a los bancos que obliguen a los empleados a devolver sus bonus si más adelante resulta que sus actividades han dañado a su empleador parece razonable. Si se llegara a funcionar sin problemas, la necesidad de los pagos en diferido no sería tan grande.

En la práctica, los abogados piensan que los clawbacks serán en el mejor de los casos costosos y en el peor inviables. A diferencia de los malus, donde los bancos retienen el control de los premios no pagados, es probable que los individuos que se enfrenten a la reintegración ya han gastado el dinero. Puede que el coste para los bancos de conseguir ese dinero los tribunales equivalga a lo que ganarían.

La buena noticia es que los pagos en la banca siguen cayendo. Hay signos alentadores de que los jefes entienden cada vez más que el pago debe estar vinculado a los méritos –Thiam ha pedido al consejo de administración reducir su bonus de 2015 y en Deutsche Bank toda la junta directiva está renunciando a la compensación variable–. Y aunque el límite de la UE a los bonus ha frenado casi con toda seguridad la rapidez de la caída de los sueldos, la compensación global ha disminuido significativamente.

Pero el banquero de inversión medio aún podría adjudicarse 278.000 dólares (unos 250.000 euros) anuales en 2015, según el think tank New Financial. Sin embargo, una investigación realizada en 2009 por los académicos Thomas Philippon y Ariell Reshef implica que eso podría cambiar con el tiempo. Concluyeron que los salarios de los banqueros estadounidenses siguieron disminuyendo en relación con otras industrias casi 50 años después del crac de 1929. Dada la falta de conexión entre la remuneración de los banqueros y el resto, la posición de la industria podría mejorar si la historia rimara.

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