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Columna
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Volkswagen y su defensa perdedora

Volkswagen desafía las demandas de investigadores estadounidenses que emplean los correos electrónicos como pruebas. Es una táctica perdedora, tanto en materia legal como en el tribunal de la opinión pública estadounidense. Sin embargo, es creíble en el Derecho alemán –y una reacción previsible a un sistema de justicia que tiene fama de tratar a las empresas extranjeras con más dureza que a las nacionales–.

El fabricante enfureció a los fiscales federales de EE UU por negarse a entregar las comunicaciones entre ejecutivos

Volkswagen prometió en varias ocasiones se transparente sobre la manipulación del software en unos 11 millones de coches con motor diésel en todo el mundo para saltarse los controles ambientales. Pero su credibilidad sufrió desde el principio con las revelaciones de más vehículos afectados. Ahora, el fabricante de automóviles ha enfurecido a los fiscales federales del país norteamericano por, según ellos, negarse a entregar las comunicaciones entre sus ejecutivos.

La compañía cita ley alemana de protección de datos y otras normas. Sus reclamos tienen consistencia si se miran desde la perspectiva de la Unión Europea con una privacidad que generalmente es más protectora que la estadounidense. Sin embargo, estos podrían ser desastrosos desde el punto de vista de las relaciones públicas y probablemente no sobrevivirían un recurso judicial.

Es comprensible, sin embargo, que las empresas extranjeras se resistan a esas demandas. Las multas estadounidenses entre 2001 a 2012 fueron, de media, más de siete veces mayores para ellas que para las empresas nacionales, según una investigación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Virginia. Eso apoya las sospechas de un sesgo anti extranjero en acciones contra los bancos, por ejemplo.

Las diferencias en los casos pueden explicar las discrepancias. En general, las empresas estadounidenses también han aprendido que la cooperación pronta y exhaustiva puede reducir su responsabilidad. Puede que Volkswagen haga el ridículo al resistirse a la misma conclusión. Sin embargo, los europeos son conscientes de las protecciones de privacidad relativamente débiles de Estados Unidos. Al sumar la xenofobia que se percibe en los fiscales, puede que el país también tenga parte de culpa en el estancamiento.

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