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En el verano de 1889 se patentó la idea del primer coche de bebé

Los cochecitos que parecen ingleses pero son italianos

El nieto del fundador de la empresa estadounidense introdujo una serie de mejoras Su única vinculación con Reino Unido tiene que ver con el primer modelo

El primer cochecito fue fabricado en 1733 por el arquitecto inglés William Kent, que recibió el encargo para los hijos del duque de Devonshire. El invento consistía en ponerle ruedas a una cesta de mimbre, pensada para ser tirada por un pequeño animal. Ahí nace el primer coche para bebés. Lo cierto es que la invención tuvo una gran acogida en Reino Unido entre la clase alta con poder adquisitivo, que ansiaba poseer uno de esos carricoches con los que pasear a los bebés. Dicen las crónicas que tal fue el éxito que hasta la reina Victoria compró tres cochecitos de niño para ella.

A partir de entonces empiezan a surgir artesanos fabricando cochecitos, aunque es a la familia estadounidense Crandall a la que se le atribuye la idea, que data de 1830. Y sería Jesse Crandall, el nieto del fundador de la empresa estadounidense, quien introdujo una serie de patentes de mejoras, como el sistema de freno, la capota, la sombrilla e incluso el primer modelo que se conseguía plegar. Los primeros cochecitos estaban fabricados con madera o mimbre.

Cronología

1733. El arquitecto inglés William Kent recibe el encargo del duque de Devonshire de diseñar un carro para transportar a sus hijos. El invento consistió en ponerle ruedas a una cesta de mimbre, pensada para que tirara de ella un animal de pequeñas dimensiones. Tuvo una gran acogida.

1830. La familia estadounidense Crandall comienza a fabricar cochecitos, y fue al nieto del fundador, Jesse Crandall, a quien se le atribuyen una serie de patentes y de mejoras, como el sistema de freno, la capota, la sombrilla y el plegado.

1889. Ese verano, otro fabricante, William Richardson, patenta la idea del primer coche de bebé, antecesor de los actuales, cuya silla era reversible.

1920. Los cochecitos comienzan a hacerse populares y a estar al alcance de casi todas las familias con recursos.

1963. Nace Inglesina en un pequeño taller de la provincia italiana de Vicenza. La idea era un coche de ruedas grandes y esqueleto de madera, inspirado en el estilo británico de los coches de bebé. Así fue concebido el primer modelo, bautizado como London. Una réplica de ese diseño fue enviada a la capital británica hace dos años, cuando nació el primer hijo de los duques de Cambridge.

En el verano de 1889, William Richardson patentó la idea del primer coche de bebé, antecesor de los modelos actuales, cuya silla era reversible, que consistía en una cuna grande que se podía poner de tal manera que el niño mirara hacia la persona que lo empujaba o hacia al frente. También incorporaba un sistema que conseguía que cada rueda se moviera por separado, lo que facilitaba su conducción. Hacia 1920 los cochecitos empezaron a hacerse populares y a estar al alcance de casi todas las familias con recursos; eran cada vez más seguros, tenían ruedas cada vez más grandes, disponían de frenos y de una estructura cada vez más resistente. Este aumento de popularidad significó el nacimiento de muchas empresas o la dedicación de otras a ello.

Una de ellas se fraguó en el mes de diciembre de 1963, al calor del hogar del emprendedor italiano Liviano Toma si, cerebro de uno de los cochecitos de bebé más elegantes del mercado, Inglesina. Inició su camino en este sector contagiado por el amor que les dispensaba a sus hijos y además por su pasión por los go-karts. Su deseo era crear, desde un pequeño taller de la provincia italiana de Vicenza, cuna de otras empresas como Bottega Veneta o Diesel, un carricoche práctico pero que a la vez levantara admiración a su paso.

El nombre puede llevar a confusiones, pero su única vinculación con Reino Unido tiene que ver, además de con la elegancia de los paseos infantiles ingleses, con el primer modelo de la marca en los años sesenta, bautizado como London e inspirado en el diseño de los carruajes de la corte británica. Se trata de un modelo de ruedas grandes y esqueleto de madera, que la firma todavía conserva y que continúa vendiendo hoy en día con un diseño actualizado denominado Classic.

Inglesina enseguida comenzó a expandirse, sobre todo a partir de la primera y revolucionaria sillita de paseo de los años setenta, llamada Apollo, con la que siguió revolucionando el mercado por su diseño. Una década en la que el crecimiento es imparable: la producción se amplía con la introducción de los accesorios, seguidos por las soluciones modulares, hasta llegar a la auténtica novedad del sector: M’Home, la colección para el hogar y para la infancia.

Este año, Inglesina ha vuelto a innovar, lanzando nuevas sillas mucho más ligeras y actuales. El carrito de paseo Net, por ejemplo, tiene un peso de tan solo cinco kilos.

Se abre y se cierra unas 6.000 veces

Inglesita vende en 40 países del mundo, siendo Italia el principal mercado, donde emplea en el centro de producción y logístico de Altavilla Vicentina a 130 personas. Factura al año más de 50 millones de euros y entre los objetivos de la compañía para 2016 está continuar creciendo en diferentes mercados, entre ellos España, un país que Luca Tomasi, hijo del fundador y actual consejero delegado de la firma, considera parecido al italiano en cuanto a gustos culturales y que representa más del 6% de los ingresos de la firma. Los planes de expansión pasan por seguir creciendo en todo el mundo, sobre todo en China, pero a la vez seguir innovando, como lo han hecho con el modelo Quad, que combina un tres en uno: capazo, silla de paseo y de coche.

Porque el éxito de Inglesina no solo está en el diseño, sino también en la calidad de los materiales, debido al intenso uso que se le da. De hecho, según la empresa, un coche de bebé llega a ser abierto y cerrado unas 6.000 veces. A pesar de la diversificación de productos relacionados con el mundo de la infancia, no han perdido la esencia con la que nacieron: seguir siendo elegantes y fiables. Porque un cochecito Inglesina es para toda la vida.

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Sobre la firma

Paz Álvarez
Periodista especializada en gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, tiene un programa de desarrollo directivo por el IESE. En 1993 comenzó a escribir en la sección de Madrid y, en 1997, se incorporó al diario CincoDías, donde creó la sección de Directivos y ha sido jefa de la sección de Fortuna hasta 2022.

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