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La nueva regulación limitará la venta hasta de los depósitos estructurados

La banca se batirá ahora por diseñar el producto más simple

El asesor que opere como independiente deberá renunciar a incentivos

Thinkstock
Juande Portillo

Durante los últimos años, los distintos jugadores del sector financiero se han batido el cobre en una carrera por diseñar los productos más novedosos en una labor de ingeniería que ha dado lugar al nacimiento de las más variadas y complejas modalidades de instrumentos de inversión.

Aunque es de prever que esta competición continúe, la nueva normativa de protección del pequeño inversor Mifid 2, que limitará severamente a qué públicos dirigir los productos complejos, amenaza con imponer entre los bancos un nuevo pulso en paralelo, esta vez por diseñar los productos más simples posibles para poder comercializarlos entre la clientela general.

En aras de aumentar la protección del particular, la nueva directiva europea elevará las exigencias de transparencia e información a los clientes a la vez que impondrá la necesidad de realizar test de idoneidad a la hora de comercializar cualquier producto mínimamente complejo.

Más poder a la CNMV

La entrada en vigor de la directiva Mifid 2 supondrá que muchos productos que ahora vigila el Banco de España pasarán a estar supervisados por la CNMV. Desde la consultora Baker & Mckenzie asumen que el organismo necesitará más personal y recursos.

El listado incluye ya incluso a los depósitos estructurados, los instrumentos que combinan el plazo fijo tradicional con remuneraciones ligadas a valores cotizados, índices bursátiles o fondos de inversión. Este tipo de instrumento, como los propios fondos y otros productos de fuera de balance se han convertido en una fuente de ingresos fundamental para la banca en un momento en que los tipos se encuentran en mínimos históricos y persiste la debilidad del negocio crediticio.

Aunque cuando el test de idoneidad señale que determinado producto no es conveniente para cierto cliente, este podrá contratarlo igualmente redactando su conformidad de su puño y letra. Sin embargo, “la banca evitará venderle el producto aunque el cliente firme que lo quiere porque si luego les lleva a juicio será difícil que la entidad gane”, advertía ayer Ana García, directora del área de derecho regulatorio del departamento bancario y financiero de la consultora Baker & McKenzie, en un encuentro con prensa organizado por CFA Academy for Financial Journalists.

Aunque siempre habrá inversores cualificados que pasen los test necesarios para adquirir determinados productos, sobre todo entre la clientela de banca privada, gestoras y boutiques financieras, para las entidades de créditos minoristas la norma supondrá una seria cortapisa a la hora de comercializar ciertos instrumentos de forma masiva.

“A la banca, asume García, “no le quedará otra que ofrecer algo que sea más simple”. “Las entidades deberán ofrecer alternativas reales a los depósitos. Hasta ahora han ofrecido como alternativa muchos fondos monetarios, cuando estos tenían la misma complejidad que un hedge fund”, expone la responsable de derecho financiero de Baker & McKenzie.

El sector financiero, en todo caso, aún tiene margen para adaptarse a este nuevo marco. Aunque estaba previsto que la directiva Mifid 2 estuviera plenamente operativa en el arranque de 2017, los requerimientos técnicas, la continua presión de los lobbys financieros para flexibilizarla y la disconformidad de y las presiones de los Ejecutivos alemán, británico y francés amenazan con retrasar su aplicación hasta 2018.

El objetivo de Mifid 2 es complementar la regulación inicial de e protección al pequeño consumidor que supuso Mifid 1, en vigor desde 2007, incorporando las nuevas modalidades de productos desarrollados desde entonces y algunas lecciones de la crisis.

Otro de los cambios fundamentales que a juicio de Baker & McKenzie va a implantar la nueva regulación es que cada agente financiero deberá etiquetarse aclarando si ejerce un asesoramiento dependiente, comercializando productos de su propia casa por los que ingresa algún tipo de incentivo, o si es independiente.

En este último caso, para garantizar que se ofrece al cliente el producto que más se adapta a su perfil y necesidades, el asesor deberá renunciar a las compensaciones monetarias o en especie (salvo si el valor es muy baja y el cliente es informado) que le ofrezca el emisor del producto por comercializarlo.

García da por sentado que las entidades acabarán cobrando por este tipo de asesoramiento lo que requerirá de un cambio de cultura en España donde el servicio habitualmente es gratuito y se compensa vía comisiones.

Mifid II pondrá coto al trading algorítmico

Otro de los principales focos de atención que impondrá la directiva Mifid 2 cuando entre en vigor será crear un marco regulatorio para los nuevos modelos de trading automatizados. Concretamente tratará de impedir los abusos de mercado que pueda suponer el uso de la negociación algorítmica, en la que programas informáticos operan en los mercados a una velocidad imbatible siguiendo tendencias de precio o volumen sin ningún control humano, y la modalidad de alta frecuencia, que permite enviar un enorme volumen de órdenes antes de que cualquier operador humano tenga oportunidad de reaccionar. El sistema permite influir en las Bolsas mediante movimientos masivos coordinados y ya causó el “flash crash de 2010”. Su uso quedará ahora limitado a ciertas firmas, que deberán informar a las autoridades de sus algoritmos y serán vigilados de cerca.

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