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Retos del nuevo Gobierno

Impuestos para financiar el Estado de bienestar sin dañar la recuperación

Los sucesivos Gobiernos deberían acercarse al sistema fiscal con la misma cautela que un cirujano a un quirófano. Los impuestos son la principal fuente de financiación del Estado, que utiliza estos recursos para sostener la sanidad, la educación, las prestaciones por desempleo o las pensiones. Aunque no siempre es así, a priori, cuanto más dinero ingrese un Estado, mejor serán los servicios públicos que ofrece. Por lo tanto, uno podría pensar que subir los impuestos garantiza un Estado de bienestar más robusto. Sin embargo, los tributos también tienen un efecto sobre la economía y los excesos impositivos pueden deteriorar la actividad y generar ineficiencias y pérdidas recaudatorias.

Así, el difícil reto en el ámbito tributario consiste en encontrar un equilibrio para que el sistema fiscal sea suficiente para financiar los servicios públicos y, a la vez, no suponga una traba excesiva a la actividad y al crecimiento económico.

Los ingresos por IVA alcanzarán el mayor nivel de la historia

Históricamente, España se ha caracterizado por mantener un nivel de ingresos públicos inferior a la media europea. Los últimos datos de Eurostat reflejan que los recursos del Estado ascendieron el año pasado a 401.722 millones, el 38,6% del PIB. Supone el séptimo nivel más bajo de la UE. España solo supera en este ámbito a Reino Unido, Bulgaria, Irlanda, Lituania y Rumanía. El Plan de Estabilidad que el Gobierno de Mariano Rajoy remitió a Bruselas contempla que el nivel de ingresos sobre PIBse mantenga en torno al 38%. Si bien el nivel de recursos públicos en España se sitúa a ocho puntos de la media europea, el Gobierno saliente defiende que la historia reciente demuestra que la economía española funciona razonablemente bien con un bajo nivel de presión fiscal.

El impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), el IVA y el impuesto sobre sociedades son, por este orden, las principales figuras del sistema tributario español y aportan al Estado en torno a 147.500 millones de euros. El IRPF, que es el tributo que aplican principalmente los asalariados y que también recae sobre ahorradores y rentistas, representa la principal fuente de recursos públicos. Según las previsiones de los Presupuestos Generales del Estado, Hacienda recaudará este año 71.467 millones por IRPF, un 1,6%menos que el año anterior. Hay que tener en cuenta que este año entró en vigor una rebaja de tipos. Aun así, los últimos datos reales hasta octubre reflejan que la recaudación del IRPF se mantiene en el mismo nivel que el año anterior. A la espera de los movimientos del próximo Gobierno, en enero entrará en vigor la segunda fase de la reforma fiscal aprobada el año pasado. El impuesto contará con cinco tramos y con tipos entre el 19% y el 45%.

El impuesto que hasta la fecha está generando un mayor incremento de los ingresos es, con diferencia, el IVA. El principal tributo indirecto y que recae sobre los consumidores finales aportará este año a las arcas públicas en torno a 60.000 millones de euros, la mayor cifra jamás registrada. En términos de PIB, representa un 5,5%, un nivel inédito. En 2009, la recaudación del IVA tocó suelo al situarse en el 3,1%. La mejora del consumo y las subidas impositivas aprobadas por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero primero y por el de Mariano Rajoy después explican este incremento. Actualmente, la recaudación por IVA crece a ritmos del 6,7%. Aun así, España todavía ingresa menos que la media europea.

Cualquier cambio normativo en ambos impuestos, IRPF e IVA, tendrá una repercusión notable en las cuentas públicas y afectará prácticamente a toda la población. La mayoría de personas abonan el IRPF y todos los contribuyentes pagan el IVAal adquirir cualquier producto.

El tercer gran tributo del sistema fiscal es el impuesto sobre sociedades, cuya recaudación se derrumbó durante la crisis económica. La figura impositiva que grava los beneficios empresariales pasó de aportar 44.800 millones en 2007 a 16.198 millones en 2010. En tres años, la recaudación cayó un 64%. En los últimos ejercicios, se han suprimido o limitado beneficios fiscales como la deducibilidad de los gastos financieros. El impuesto aportará este año casi 22.600 millones, un 10% más que en 2014.

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