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Ángel Viñas, historiador, economista y exdiplomático

“Franco empezó la guerra pobre y la acabó como millonario”

“El Caudillo vendió durante la guerra café a través de sus generales" "El grano fue donado a España, pero el dinero se abonó a cuentas privadas del dictador”

Manuel G. Pascual

Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, Ángel Viñas ha trabajado en el FMI y como diplomático en la UE, institución de la que también fue embajador ante la ONU. Pero es más conocido por su extensa obra como historiador de la Guerra Civil y el franquismo. Su último libro, La otra cara del Caudillo. Mitos y realidades en la biografía de Franco (Crítica), aporta datos desconocidos hasta la fecha sobre cómo se enriqueció el dictador.

¿Qué ha averiguado sobre el origen de la fortuna de Franco?

Franco entra en la guerra sin un duro, porque el Gobierno republicano le retira el sueldo por haberse sublevado, y termina con un saldo en cuenta de 34,3 millones de pesetas. Utilizando los coeficientes de conversión del profesor Sánchez Asiaín, serían unos 388 millones de euros de 2010. Es imposible que sacase ese dinero de su sueldo.

"Franco empieza la guerra sin un duro, porque el Gobierno  republicano le retira el sueldo por haberse sublevado, y la termina con un saldo en cuenta de 34,3 millones de pesetas, unos 388 millones de euros"

¿Cuál es entonces su procedencia?

Este dinero surgió por tres vías: donativos a la causa nacional hechos directamente a las cuentas privadas de Franco; pudo desviar fondos del Gobierno, aunque eso no se puede documentar porque no queda registro alguno de la contabilidad nacional durante la guerra; y el tercer canal es la venta de café. No me esperaba dar con esta última pista. Me ha costado cuatro años aclarar el asunto.

¿Cómo se enriqueció con el café?

Encontré un expediente sobre la transacción de grano, según el cual el general Franco vendió a la Comisaría de Abastecimientos y Transportes 600.000 kilos de café donados a España por el dictador brasileño Getúlio Vargas. Se hicieron ventas, a través de sus generales, en todas las provincias salvo Baleares y Canarias. Los bancos provinciales a los que se transfería el dinero de ese comercio tenían orden de reenviar esas cantidades al Banco de España, en Madrid. Y de ahí se abonaba directamente a las cuentas del general Franco. Así amasó al menos siete millones de pesetas.

Faltarían otros 27 millones.

No es difícil imaginar de dónde sacó el resto. Ni el sueldo que se impuso ni el agradecimiento de Telefónica, 10.000 pesetas mensuales (unos 110.000 euros de 2010), alcanzan para llegar a esa cifra. La revisión de evidencias primarias relevantes de la época demuestran que Franco buscó enriquecerse desde el mismo momento en que le hicieron jefe de Estado. Las primeras órdenes que dio en relación con lo que llamo Operación Café datan del 23 de octubre de 1936, tres semanas después de convertirse en Caudillo de España.

La corrupción, asegura, estuvo presente en el sistema desde un primer momento.

Forma parte del ADN del régimen franquista. Ya lo adelantamos en 1979 al estudiar la política comercial española durante la autarquía: el sistema estaba diseñado de tal manera que la corrupción era absolutamente inevitable, era de hecho su lubricante. Se necesitaba autorización administrativa para todo y había escasez. Todas las operaciones comerciales con el exterior estaban intervenidas, sometidas a autorización. Y muchos desplazamientos provinciales de productos lo estaban a guías de circulación o racionamiento. La economía española hasta 1951 era un horror, no existía ni por asomo la libertad de mercado, estaba completamente intervenida.

En el libro habla también de cómo manejó Franco a su antojo el ordenamiento jurídico.

He recopilado disposiciones reservadas, secretas, que van desde leyes a decretos, que no se hicieron públicos en el BOE pero que tenían efectos jurídicos. Lo cual vulnera el principio fundamental de seguridad jurídica del conocimiento de la Ley, que está en Código Civil del siglo XIX. Una cosa es promulgar normas de obligado cumplimiento a tu antojo, y otra que estas ni siquiera las conozcan quienes las puedan sufrir. Es una aberración jurídica. A mí me llamó la atención que esto mismo pasó en la Alemania Nazi. Adolf Hitler era una de las fuentes de Derecho. Bueno, pues Franco también. Tampoco conozco todas las leyes secretas que se dictaron, porque hubiera dado la lista. Solo he visto unos cuantos. No son exclusivos de la guerra: llegan hasta 1957. Y se dan por los motivos más pintorescos: para saltarse por ejemplo la Ley de Administración y Contabilidad del Estado, de 1911, que no era precisamente una norma republicana.

Se cumplen 40 años de la muerte del dictador y todavía se descubren cosas de él.

Creo que el franquismo va a seguir dando trabajo a dos o tres generaciones más de historiadores, como ha pasado en Alemania. Quedan muchos archivos por examinar. Y puede haber sorpresas.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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