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Columna
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Demasiado bueno para ser verdad

El rescate bancario de Italia a coste cero es demasiado bueno para ser verdad. El fondo de resolución bancaria italiano soltará 3.600 millones de euros para reestructurar cuatro entidades en quiebra. Oficialmente, no se utilizarán fondos públicos, pero la carga golpeará a un sector que ya está luchando con tarifas bajas y una débil demanda. Italia podría encontrarse también con responsabilidades.

La reestructuración es compleja. Fondo de resolución del país bombeará 1.700 millones de euros en cuatro bancos pequeños, lo que les permitirá amortizar el valor de sus deudas incobrables y separarlas en un banco malo. El fondo inyectará otros 1.800 millones para recapitalizar otros cuatro bancos.

El Gobierno italiano ha asegurado que el acuerdo se produce sin coste para los fondos públicos

El Gobierno ha asegurado que el acuerdo se produce sin coste para los fondos públicos. Eso es cierto en el sentido más literal. Dado que el fondo no tiene dinero ahora, pedirá prestado a los mayores bancos del país. Pero los bancos –y por tanto sus clientes, contribuyentes italianos– abonarán gravámenes anuales para que el fondo pague los préstamos, junto con los ingresos de los activos que venden. El banco estatal Caja de Depósitos y Préstamos (CDP) proporcionará una garantía de 1.650 millones de euros si uno de los préstamos no se puede pagar en el plazo de 18 meses. Podría ser necesario si los bancos buenos no pueden venderse a su valor en libros.

La reestructuración está a medio camino entre los rescates a la antigua, cuando los gobiernos rescatan a los bancos a costa de los contribuyentes, y el nuevo régimen de la Directiva de Recuperación y Resolución de Europa que entra en vigor el próximo año, en que los acreedores asumen pérdidas.

El Gobierno italiano podría haber utilizado un régimen más estricto y haber obligado al bail in a más acreedores. Eso habría significado una menor necesidad de capital, y por tanto una menor responsabilidad para otros bancos e indirectamente para la CDP. Pero habría creado otros riesgos: los depositantes de otros bancos débiles podrían haberse asustado.

Por encima de todo, la reestructuración destaca el nerviosismo que las autoridades sentirán cuando, o si, utilizan toda la potencia de los nuevos regímenes de resolución.

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