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Columna
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Los suaves golpes de Clinton a Wall Street

Las propuestas de Hillary Clinton para reformar Wall Street son poco más que golpes suaves. La candidata a la Casa Blanca ha dado a conocer una serie de ideas para frenar el exceso financiero. Con sus iniciativas no va ganará muchos amigos en la industria.

La exsecretaria de Estado nunca ha tenido fama de ser una enemiga seria para la industria financiera. Bernie Sanders, su rival cada vez más popular para hacerse con la nominación presidencial del Partido Demócrata, por el contrario, la tiene. Así que ella necesita algunos discursos que hagan ruido para convencer a los votantes demócratas de que también puede golpear a banqueros y operadores.

La exsecretaria de Estado nunca ha tenido fama de ser una enemiga seria para la industria financiera

Varias de las ideas que lanzó al ring la semana pasada harían un par de contusiones a varios jugadores de Wall Street. Las instituciones con 50.000 millones de dólares (unos 44.00 millones de euros) o más en activos tendrían que pagar una tasa adicional –que recuerda a una sugerencia que la administración del presidente Barack Obama hizo hace años–. El margen extra y las garantías en los acuerdos de recompra así como el impuesto sobre el trading de alta frecuencia tampoco disminuirían. Pero estas propuestas no ayudarían o perjudicarían mucho a los mercados.

Sin embargo, principalmente se compromete a reforzar las normas existentes. Estas incluyen dar a los reguladores más poder para romper gigantes, dando al Consejo de Supervisión de Estabilidad Financiera responsabilidad adicional sobre banca en la sombra y uniendo el subsidio de la Regla Volcker a que los bancos inviertan el 3% del capital en capital riesgo y hedge funds.

También hay algunas llamadas obvias al populismo. Quiere obligar a los bancos a condincionar la entrega de bonificaciones a los empleados implicados en actividades que llevan a multas –aunque la mayoría ya han implementado este tipo de normas–.

Todo esto está muy lejos de las medidas más agresivas que otros han pedido. Sanders, por ejemplo, quiere violentar a los bancos y bancos de inversión restableciendo la ley Glass-Steagall. También planea un impuesto más amplio a las transacciones financieras. Tales medidas perjudicarían a la industria mucho más que las de Clinton. Los suyos son golpes más manejables con los que que Wall Street debería ser capaz de lidiar.

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