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Antonio Cruz Villalón, socio de Cruz y Ortiz Arquitectos

“Una ciudad no es sostenible por tener más zonas verdes”

"Los arquitectos no podemos apenarnos porque nuestros edificios se estropeen" "En el extranjero, cuando un proyecto comienza se tiene la certeza de que se necesita"

Juan Lázaro

Tiene a sus espaldas, junto a las de su compañero Antonio Ortiz, proyectos como el estadio de la Peineta, en Madrid; la remodelación de la estación de ferrocarril de Basilea; o la reforma y renovación del Rijksmuseum de Ámsterdam. Antonio Cruz Villalón (Sevilla, 1948), socio de Cruz y Ortiz y reconocido arquitecto, es uno de los profesionales del sector con más prestigio. La entrevista se realiza en el centro cultural Conde Duque de Madrid, en la primera edición de El futuro de las ciudades, evento organizado por Open House Madrid y El Ser Creativo. En él, varios expertos del mundo del arte y la arquitectura intercambiaron sus impresiones sobre el desarrollo y evolución de las urbes.

Pregunta. En momentos de permanente cambio como los actuales, ¿cómo evoluciona su profesión?

Respuesta. Ha habido un cambio muy grande. Anteriormente era un grupo reducido de personas el que planteaba y decidía los proyectos. Ahora son más agentes los que intervienen en la modificación de una ciudad, no solo el arquitecto. Los que legislan y crean las leyes que hacen crecer a una urbe, los agentes económicos que planifican el cambio y, sobre todo, la opinión pública, que en última instancia es la que decide que una promoción inmobiliaria tenga o no tenga éxito, ya que es gente la que tiene que comprar las viviendas.

Sociedad versus arte contemporáneo

“Hace 20 o 30 años los arquitectos éramos ignorados por la sociedad”, afirma Antonio Cruz, socio de Cruz y Ortiz. Aunque estos profesionales han ganado en reputación, no todo es un camino de rosas durante el proceso de cada proyecto.

Hay un problema general por parte de la sociedad de entendimiento hacia el arte contemporáneo, tal y como explica el arquitecto. “La gente aprecia más las formas y construcciones ancladas en la tradición y en las estructuras del pasado y da menos importancia a la estética más clásica”. Lo ideal, según Cruz, sería que los promotores fuesen conscientes de esta situación, por lo que se aumentaría la inversión en cada proyecto y, con ella, el resultado obtenido sería mucho mejor. Esto supondría que la clientela pagase más dinero por una casa, ya que el edificio tendría más calidad arquitectónica. “Pero por el momento, parece algo complicado de lograr”.

P. ¿Es entonces la opinión pública el agente decisivo?

R. Es uno de los determinantes. Pero no el único. Hoy en día, por ejemplo, la opinión popular está muy influida por los comités y grupos medioambientales, que a veces, a mi juicio, plantean ideas equivocadas.

P. ¿A qué se refiere?

R. En ocasiones se confunde la sostenibilidad y la protección del medioambiente con las ciudades llenas de parques y jardines. Es probable que las soluciones más ambientales sean las que pasan por hacer una ciudad más compacta. Cuanto más compacta es una localidad y más reducidas son sus instalaciones, menos naturaleza se transforma y se modifica, se necesita menos transporte y se expulsa menos dióxido de carbono. Una ciudad no es más sostenible por tener muchas zonas verdes.

P. ¿Tenderán hacia esta idea las ciudades en un futuro?

R. Lo desconozco porque no soy un especialista en esto. Lo que sí espero es que se mejoren algunos problemas que tenemos en España en este sector.

P. ¿Cuáles?

R. El primero de ellos son los tiempos. Aquí son excesivamente cortos y no se da el tiempo suficiente para que un proyecto salga adelante de forma perfecta. El segundo es, en muchas ocasiones, la falta de predicción de resultado. No se analiza realmente si un proyecto es necesario o no; pasa con aeropuertos e incluso con museos.

P. Usted, que también ha trabajado en otros países, ¿ve mucha diferencia con España?

R. En el extranjero, cuando un proyecto comienza se tiene la certeza de que su necesidad es real. Cuando construimos, sabemos qué es exactamente lo que quiere el cliente, y los presupuestos pueden hacerse con más fiabilidad. Además, la concentración de responsabilidad de un proyecto no recae solo sobre una persona. Pero lo más significativo es el nivel medio de las construcciones que se levantan. Aquí está el principal problema de la arquitectura española. Se ha prestado gran atención a la construcción de edificios singulares, pero a la masa de edificación, a ese conjunto que rellena las ciudades, no se le da importancia. Por eso, el nivel medio de la arquitectura española es bastante bajo.

P. ¿Cómo podría solucionarse esto?

R. Es complicado, porque en general hay una falta de conciencia en la edificación. Es algo que se ve también en el mantenimiento de los edificios. La gente cuida sus casas por dentro, con mejor o peor gusto, yo ahí no me meto, pero por la fachada y por el exterior no se preocupa. Sobre todo cuando hablamos de viviendas comunitarias. Si vamos caminando por las calles vemos edificios muy estropeados por fuera, y esto es algo que en otros países no suele ocurrir. Es un problema de falta de conciencia de lo colectivo.

P. Usted ha construido edificios de viviendas. ¿Los ha visto deteriorados con el paso del tiempo?

R. Ha habido de todo. Unas veces me ha sorprendido la fidelidad con la que los han tratado, pero en otras ocasiones ni siquiera los he reconocido. De todas formas, los arquitectos no podemos apenarnos porque nuestros edificios se estropeen.

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