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Editorial
Tribuna
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Draghi dice que tiene munición pero avisa

Esperamos, en general, que la recuperación siga adelante, pero a un ritmo ligeramente más débil”. Ese es el resumen conciso del mensaje lanzado ayer por Mario Draghi, primero tras la tormenta china. El presidente del BCE ve nuevos riesgos y mayores incertidumbres y, como se esperaba, dejó los tipos en su mínimo del 0,05%. La principal causa de la ralentización está en el frenazo de las economías emergentes, que incide en el crecimiento global, afectando a las exportaciones de la zona euro, y pone sordina a las expectativas de crecimiento, algo que se manifiesta en la bajada del precio del petróleo. Sin citarla en ese momento del discurso, el presidente de la autoridad monetaria hablaba de China, motor de los emergentes al comprar materias primas cuando su economía iba disparada tanto como ahora es su freno. Sí la citó, sin embargo, para enviar a las autoridades chinas el recado de que hace falta más “visibilidad” en sus políticas económica y monetaria para saber a qué atenerse. En otras palabras, Draghi pide más transparencia a los responsables chinos, los mismos que han llenado el verano de incertidumbres sobre su capacidad de gestionar los mercados y hacer sostenible el crecimiento de la segunda economía del planeta.

Las crecientes turbulencias en los emergentes y la caída del petróleo son las razones del BCE para bajar las previsiones de crecimiento de la eurozona (al 1,4% en 2015, frente al 1,5% del pronóstico de junio, y al 1,7% en 2016, dos décimas menos) y también de inflación (0,1% para este año, dos décimas menos, y el 1,1% el año que viene, frente al anterior 1,5%). No obstante, y sin optimismo, Draghi reiteró que el BCE está preparado para actuar en caso necesario con “todos los instrumentos de política monetaria disponibles” si la crisis emergente lo requiere. Como medida inmediata, ha aumentado del 25% al 33% el porcentaje máximo de bonos que el banco puede adquirir de cada emisión en el marco del programa de flexibilización cuantitativa. Y eso, además de insistir en que el programa se prolongará si hace falta más allá de septiembre de 2016 y se mantendrá hasta un sustancial ajuste de la inflación, cuyo objetivo sigue en el 2% para respaldar la actividad económica. La reacción de los mercados no se hizo esperar y mientras el euro se debilitó, las Bolsas aceleraron su subida en una jornada en que estuvo cerrado el mercado chino.

Pero además del recado a China, Draghi aprovechó para dar otro serio aviso a los Gobiernos europeos. Así como el FMI ha pedido medidas a los países más ricos y al propio BCE para evitar que el frenazo se extienda, Draghi echó en cara a los Ejecutivos de la zona euro el lento ritmo de las reformas estructurales y, tras recordar que el banco estará vigilante y activo, les dijo que la recuperación necesita el respaldo de reformas en el mercado de trabajo y de productos, fundamentales para mejorar el empleo y la actividad.

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