_
_
_
_
_
Breakingviews
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una acusación plagada de agujeros

Probablemente la Comisión Europea tenga que seguir buscando si quiere tener éxito en su objetivo de acabar con Google. La respuesta contundente del gigante de las búsquedas el 27 de agosto ante los cargos antimonopolio de Bruselas implica que sus acusaciones están llenas de agujeros. También cierra una compleja batalla teórica sobre lo que constituye un monopolio.

Es posible poner algunas pequeñas objeciones al rechazo de Google ante la alegación de la Comisión Europea de que el motor de búsqueda favorece a su propio servicio de compra por encima de los rivales en los resultados. Google señala que Amazon e eBay son competidores y merecen un escrutinio similar. Pero su cometido es realmente dejar que los consumidores comparen productos, no precios.

La dinámica de internet apoya la afirmación de Google de que no es una empresa de servicio público

Los mercados online son cambiantes y tienen zonas grises. La dinámica de internet apoya la afirmación de Google de que no es una empresa de servicio público. Tampoco parece que los clientes finales hayan sufrido mucho, incluso si la CE puede demostrar que Google ha incurrido en prácticas anticompetitivas. Los clientes de Reino Unido, por ejemplo, ahorraron un 2,9% a través de Google Shopping en contraposición con los minoristas que aparecían en lo alto de sus resultados de búsqueda, según un estudio del think tank Centro para la Reforma Europea. Además, los costes de transacción de cambiar a un portal de búsqueda de alternativo como Bing de Microsoft o Yahoo Search son cero.

El dominio de Google puede haber perjudicado a los consumidores de otras maneras. La popularidad de su motor de búsqueda en Europa –mayor que en cualquier otra región– significa que las empresas se sienten obligadas a hacer ofertas agresivas para asegurar una facturación superior. Eso ha empujado los precios de sus subastas, realizadas diariamente por industrias como viajes, a máximos exorbitantes. Eso hace que sea menos probable que los clientes tengan acceso a productos o servicios de empresas que pueden ser superiores, pero que tienen menos poder de marketing.

También es posible que Google pudiera en el futuro abusar de su posición mediante el uso de su tesoro de datos para entrar en nuevos mercados. La responsabilidad recae ahora en la Comisión Europea para ofrecer resultados.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_