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Columna
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El automóvil se atasca en China

El mercado de automóviles más grande del mundo está reduciendo una marcha. China ya no promete a los rápidos y amplios márgenes de crecimiento que una vez ofrecía. Los inversores han castigado en consecuencia tanto a los ambos titanes extranjeros como Volkswagen, como a los jugadores locales como Automotriz Pekín. Sin embargo, la inesperada desaceleración da poca importancia sl potencial a largo plazo del país.

Cunde el desánimo. Las ventas de vehículos cayeron un 7% en julio, y la asociación de la industria china recientemente recortó su pronóstico para el conjunto del año del volumen de crecimiento al 3% desde el 7%.

Se trata de un giro impactante de lo que ha sido durante mucho tiempo el destino favorito de la industria del automóvil. Su gran tamaño era un factor atractivo, pero el crecimiento y la rentabilidad también lo fueron. Medido en vehículos por habitante, el mercado chino se multiplicó por cinco en diez años, según muestran los datos de Macquarie. Fue lucrativo, también. Las empresas conjuntas china de GM, por ejemplo, lograron un jugoso margen neto del 9,8% el año pasado, y contribuyeron a que los ingresos de capital igualaran a casi la mitad de las ganancias antes de impuestos de la matriz.

¿Qué ha salido mal, exactamente? La reciente caída de la bolsa de China, la desaceleración económica y la represión de la corrupción son obvios culpables. Pero su influencia parece exagerada. Para empezar, la tenencia de acciones no está tan generalizada y la caída siguió a un enorme auge. Por su parte, la confianza del consumidor parece bastante robusta: los precios de la vivienda, el transporte aéreo, el cine y las suscripciones móviles están resistiendo, según aseguran los analistas de Bernstein.

Medido en vehículos por habitante, el mercado del gigante asiático se multiplicó por cinco en 10 años

Así que hay claramente otros factores. Para empezar, los problemas económicos parecen tanto regionales como nacionales: las provincias del interior están sufriendo de manera desproporcionada la bajada de los precios de las materias primas.

Los gustos de los clientes también están cambiando. La velocidad con la que la demanda se ha desplazado de los sedanes a los vehículos utilitarios deportivos ha pillado con el pie cambiado a algunos fabricantes. No hay crisis china en Mercedes-Benz, donde las ventas alcanzaron un récord de 41,5% el mes pasado.

Las débiles comparaciones interanuales son también más ambiguas cuando se ven de cerca. En 2014, los rumores de inminentes restricciones de vehículos llevaron a los ciudadanos de varias ciudades del gigante asiático a apresurarse a los salones de exposición. Y el verano suele ser tranquilo, incluso en los años buenos.

Un rebote a corto plazo es casi inevitable. Las ventas por lo general suben en el período previo al uno de octubre (día festivo), y de nuevo hacia el final del año. Este otoño, la recuperación podría ser pronunciada ya que salen al mercado nuevos modelos. Los analistas no creen que esto vaya a influir en el crecimiento global de las ventas de vehículos de pasajeros este año. Pero el pronóstico a largo plazo es lo que realmente importa.

La buena noticia es que hay todavía mucho espacio para la expansión. A pesar del vertiginoso crecimiento, China tenía solo 106 coches por cada 1.000 personas el año pasado, un número mucho menor que en muchos mercados emergentes.

¿Han reaccionado de manera exagerada los inversores? El índice FTSE de Automóviles y Piezas de China ha caído un 37% desde principios de mayo. Las acciones de VW y GM, los jugadores extranjeros más importantes, se han hundido un 23% y un 14%, respectivamente. Los jugadores nacionales han sufrido aún más.

Pero diferenciar el valor ahora depende de dos cosas. En primer lugar, ¿cuánto sufrirá la rentabilidad? Se están construyendo muchas nuevas fábricas. Incluso si la demanda sigue creciendo, un aumento más rápido de la oferta hará que sea más difícil para los fabricantes de automóviles mantener la disciplina de precios y dirigir fábricas a pleno rendimiento.

En segundo lugar, ¿qué pasa si el futuro no resulta según lo planeado? El peligro no reside en el incipiente mercado de segunda mano o en que la tecnología supere a la industria, que son dos de los riesgos distantes. Si la reinvención económica de China encuentra más baches, la confianza del consumidor se marchitará. En ese escenario, lo que hoy en día es una desaceleración podría convertirse en un verdadero problema.

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