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Tribuna
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Gestionando el crecimiento

Los Presupuestos Generales del Estado para 2016 mantienen la línea que ha marcado Rajoy desde finales de 2011. Aumentos salariales o de pensiones moderados si la coyuntura lo permite, mantenimiento del esfuerzo de consolidación fiscal para cumplir con el objetivo de déficit y apuesta por partidas de inversión y por gasto social que, además de financiar las prestaciones del Estado del bienestar, apoya a los sectores más castigados por la crisis y los ajustes.

Pero los Presupuestos para 2016 marcan un punto de inflexión. Hay que recordar –porque muchos olvidan fácilmente y otros hacen demagogia– que el Gobierno de Rajoy heredó una economía con un desempleo del 24% (8% cuando Zapatero llegó al poder en 2004), déficit presupuestario del 8,9% (superávit en 2004) y deuda pública de aproximadamente 85% (42% en 2004). España a inicios de 2012 estaba en recesión y se destruía empleo especialmente porque –además de la crisis internacional– los Gobiernos de Zapatero durante siete años no realizaron reformas estructurales ni diversificaron el modelo de crecimiento de nuestra economía.

El sacrificio ejemplar de la población y las acertadas medidas del Gobierno han dado la vuelta a nuestra situación, desacreditando a los que pronosticaban el rescate de España. En 2015 creceremos entre un 2,9% (OCDE) y un 3,3% (Gobierno), superando a todas las economías grandes de la UE. Se crearán un millón de empleos entre 2014 y 2015 y se prevé una disminución del paro oficial al 21% a finales de año (el real es inferior). En el primer semestre de 2015 hemos crecido a un ritmo anual del 4%. Además del tirón de la demanda interna, continúa aumentando la inversión en capital fijo (6,4% en 2015) y la construcción (5,5%), que crecerá por primera vez desde 2007. Nuestra expansión es sostenible porque nuestras exportaciones siguen batiendo récords. Entre enero y mayo de este año, las ventas al exterior de nuestro país se incrementaron un 4,3%, la tasa más elevada de la serie histórica. Nuestras principales exportaciones son los bienes de equipo (19,5% del total), sector automóvil (17,1%), alimentación, bebidas y tabaco (16,7%) y productos químicos (14,7%). Excluyendo energía, registramos superávits comerciales. Este será el tercer año consecutivo con un superávit en la balanza por cuenta corriente. El Tesoro español vende bonos a diez años al 1,83 %, interés inferior al que pagan EE UU o Reino Unido. El ciclo virtuoso generado por la reducción del precio de la energía, tipos de interés muy reducidos y una inflación mínima garantiza la sostenibilidad de la expansión.

Ante un cuadro económico tan bueno, es lógico que el Gobierno recompense el sacrificio de funcionarios y pensionistas, aunque las subidas deben ser moderadas si queremos realmente reducir el déficit por debajo del 3% a finales de 2016. No deberían crecer las pensiones que superen cierto umbral porque no hay apenas inflación. Aumentan las transferencias a las comunidades autónomas (7,8%) y en inversiones productivas que se alinean con la financiación de los fondos europeos. Rajoy ya recompensó a la población con una disminución del IRPF y espera –no promete, cosa que le honra– poder recortar más algunos impuestos.

El presupuesto es realista e intenta ganarse el apoyo de ciertos sectores desde la responsabilidad. Rajoy, lógicamente, quiere ganar las elecciones y ya ha sufrido suficiente desgaste, huelgas, protestas y crispación por realizar una tarea muy desagradecida. Pero como sociedad debemos preguntarnos a qué aspiramos a medio y largo plazo. Si queremos estar entre las economías más competitivas del mundo, podemos ser más audaces. Hay que apostar más por medidas que incrementen nuestra competitividad a largo plazo y se anticipen al envejecimiento de la población. Es cierto que de cada 100 euros que gastarán las Administraciones públicas, 54 se destinan a gasto social. Pero no lo es menos que la tasa de fertilidad en España se encuentra en un 1,3% y que el porcentaje de la población que trabaja apenas ha aumentado. Hay que fomentar aún más el empleo a tiempo parcial, de las personas ya jubiladas y aliviar la carga de las pymes. El Gobierno debe aplicarse a fondo en el restablecimiento de la unidad de mercado y evitar (difícil cuando las gobiernan los demagogos) que las comunidades autónomas carguen porcentajes muy dispares en los tributos que tienen cedidos (patrimonio, sucesiones). Debe priorizarse la reducción del impuesto sobre sociedades, que en la comparativa europea e internacional es demasiado alto. Necesitamos imperiosamente un calendario de festivos simplificado –con fiestas estatales y autonómicas, pero suprimiendo las locales–.

Debemos redoblar los esfuerzos para lograr una menor dependencia energética. El único accidente en una nuclear de tecnología occidental de la historia (Fukushima) ocurrió en un país con grandes fallas sísmicas. Toda medida que potencie la extracción, almacenamiento o transporte de gas natural nos acerca a la independencia energética. Contamos con unos buenos Presupuestos, pero necesitamos también una estrategia para superar los retos de competitividad, envejecimiento y seguridad energética.

Alexandre Muns Rubiol es Profesor de EAE Business School.

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