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Tribuna
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La segunda rebaja del IRPF de 2015

Para entender la nueva rebaja del IRPF para el año 2015, hay que saber, previamente, que la reforma fiscal aprobada en 2014 se aplicaba, en lo relativo a IRPF, en dos fases. La primera y principal, en 2015, que implicaba un buen número de reformas y, entre las mismas, una rebaja de la tarifas y de las retenciones. La segunda, en 2016, suponía una nueva reducción de los tipos de gravamen. La razón para actuar de este modo no ha sido otra que las necesidades de consolidación fiscal, que aconsejaban ser muy prudentes a la hora de implantar medidas que suponen una pérdida de ingresos.

No obstante, debe reconocerse que la economía española se ha comportado, durante 2015, mucho mejor de lo esperado, dando lugar a continuas revisiones de la previsión de crecimiento, hasta situarlo en el 3,3% del PIB. Pero, mejor aún que la evolución del PIB, lo está siendo la de las magnitudes tributarias, motivada por un aumento significativo de la demanda interna. En particular, debe resaltarse la evolución de la recaudación por IVA, que está creciendo a un ritmo bastante superior al 7% previsto en los Presupuestos para este año. Todo ello, a su vez, es, en parte, consecuencia de la propia rebaja de IRPF, que ha puesto en manos de las familias una mayor liquidez, lo que les ha permitido incrementar su consumo.

Como consecuencia de lo anterior, el Gobierno ha estimado que tiene margen presupuestario para adelantar, parcialmente, la segunda rebaja del IRPF, que comenzará a aplicarse a mitad de 2015, con reflejo inmediato en las retenciones y, por tanto, en las nóminas de los trabajadores. De esta forma se pretende inyectar unos 1.500 millones de euros adicionales en liquidez para los hogares, lo que redundará, de nuevo, en un mayor consumo y, consecuentemente, en un mayor crecimiento y, finalmente, creación de empleo. Esto es, se trata de volver a alimentar el círculo virtuoso en el que parece que se ha instalado la economía española, relajando el rigor de los ajustes presupuestarios pasados.

El juicio de dicha medida no puede ser otra cosa que muy positivo. Tan solo cabe plantearse si hubiese sido mejor o posible otras alternativas, señaladamente, una rebaja de los tipos de IVA. No obstante, debe tenerse en cuenta que las restricciones son muy superiores en este tributo. De un lado, ya que cualquier rebaja en IVA supone un coste recaudatorio muy superior al de los 1.500 millones anunciados, lo que excedería del margen presupuestario existente. De otro, porque supone actuar en contra de las continuas recomendaciones de la Comisión Europea, que siempre pone de manifiesto, insistentemente, lo reducido del tipo efectivo de IVA español.

Por tanto, creo que debemos concluir que, bajo el escenario actual, se ha adoptado la mejor de las medidas posibles, sin dejar de reconocer que va a presentar algún coste indirecto para las empresas, que tendrán que reajustar sus retenciones a mitad de ejercicio. Pero el impulso de la recuperación económica bien vale un gasto administrativo.

Para finalizar, una última reflexión: si queremos seguir en la senda de la recuperación es preciso acometer la reforma de la financiación autonómica y local, pues es preciso reordenar la totalidad de los tributos de nuestro sistema. Reordenación siempre desde la simplicidad, pues un sistema fiscal no consigue mejor sus objetivos cuanto más complejo es. En definitiva queda, como asignatura pendiente, un diseño más moderno y simple de la imposición patrimonial, donde Comunidades Autónomas y Ayuntamientos cuentan con varias figuras impositivas. Ahora bien, este será el reto del nuevo Gobierno que salga de las próximas elecciones.

Javier Martín Fernández es Socio Director de F&J Martín Abogados. Profesor Titular de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Complutense (Catedrático Acreditado).

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