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Ha de acompañarse de un cambio estructural

Cuándo debe una empresa renovar su logotipo

El diseño de un emblema puede costar desde 100 hasta 200.000 euros El 60% de las insignias lleva el color azul, transmite relajación

A una empresa podemos conocerla por muchos factores: por su trayectoria, su servicio, la calidad de su producto y por la persona que la dirige. O también por la imagen que proyecta. El logo es la forma más sencilla que tiene una organización de dirigirse al público, debido a la rapidez y sencillez con la que transmite la idea. Precisamente por esto, las compañías se esmeran en cuidar su proyección de cara al exterior. Este esfuerzo pasa, en muchas ocasiones, por renovar la imagen y adaptarla a la actualidad. “Con los logotipos ocurre lo mismo que pasa con las personas. Nos preocupamos de la ropa o el peinado que llevamos porque es la imagen que queremos transmitir. Las organizaciones hacen lo mismo con sus símbolos”, explica Elvis Santos, director general de la agencia de publicidad creativa Shackleton Buzz & Press.

No se debe olvidar que las empresas evolucionan y se mueven junto a la sociedad. Si cambian los clientes, el público al que quieren dirigirse, así como los hábitos de consumo o los productos, la imagen también debe renovarse. Precisamente esto es lo que ha llevado al Partido Popular a modificar la semana pasada su logotipo y así adaptar su insignia al cambio que se había producido en las filas de la organización con el rejuvenecimiento de las portavocías. El PSOE, por su parte, hizo lo mismo el pasado mes de mayo al sustituir, de forma temporal, el puño y la rosa por una mano cerrada con el pulgar levantado en forma de aprobación.

La fuerza del rojo

En el diseño de un logo, la elección de los colores juega un papel primordial. “Se estima que entre el 60% y el 70% de los logos tienen colores azules, porque evocan relajación y confianza”, explica Manuel Estrada, diseñador de logos de Estrada Design. Pero muchas veces, apostar por colores duros, llamativos y fuertes puede ser una opción. “Es lo que hizo Emilio Botín cuando llegó a la presidencia de Banco Santander”, explica Estrada. “Adoptó el color rojo y supuso una auténtica revolución en el sector bancario”.

Pero estos cambios de fachada no siempre se complementan con una transformación interior. “El cambio de insignia tiene sentido si va acompañado de una renovación estructural que lleve consigo una transformación de más calado”, explica Santos. “Por eso, antes de renovar la imagen, la empresa tiene que tener claro qué quiere transmitir con ella y, sobre todo, valorar y tener claro si realmente puede avalar y llevar a cabo ese cambio”.

Un caso habitual de cambio de imagen se produce cuando una empresa adquiere otra organización, cuando se modifican los objetivos o el tipo de producto. “Hay quien también aconseja, mal bajo mi punto de vista, cambiar la imagen en un momento de crisis”, explica Manuel Estrada, diseñador de logotipos de Estrada Design. “Si un emblema llega en un momento de dificultad, la gente podrá asociarlo a ese momento crítico. Una enseña no puede utilizarse para tapar las grietas de la pared”, afirma.

Lo más complicado en el momento de renovar la imagen es ver si el logo elegido es el adecuado. “Ocurre lo que sucede con todo el ámbito de la comunicación. No hablamos de una ciencia exacta. Existen ciertas directrices que deben cumplirse para que una insignia esté bien hecha, pero no para que pase lo que pase le guste a la gente”, comenta Santos. Es importante, por ejemplo, que el logo tenga los colores y la esencia de la marca que está representando, que sea original y llamativo y que no pueda utilizarse para representar a otra marca. “Si puede utilizarlo otra empresa, el trabajo está mal hecho”, explica Estrada. Algo necesario, recuerda el diseñador, es que esté confeccionado por un experto que sepa lo que hace. “La elaboración de una nueva imagen requiere un estudio, un trabajo de investigación profundo, que fije los objetivos que se quiere conseguir. Y todo ello precisa un tiempo y un dinero, que puede llegar de los 100 a los 200.000 euros en función del tipo de empresa. Un logo no se hace de la noche a la mañana”, explica. “Una gran organización debe saber la importancia que tiene que la imagen adoptada sea la adecuada y recurrir a un profesional. El presupuesto invertido en elaborar un buen trabajo siempre merecerá la pena”, afirma Santos.

El cambio de imagen tampoco debe ser una obsesión. Este experto recuerda que hay empresas e instituciones que llevan mucho tiempo sin cambiar su imagen y han seguido trabajando bien sin que su enseña se quede desfasada. “Al final, si el trabajo que lleva a cabo es bueno, el público lo seguirá asociando a su imagen”, explica. “Por otro lado, cambiar de logo muchas veces puede denotar falta de confianza e inestabilidad”, afirma Estrada. “Se suele aconsejar revisar el logotipo de la marca cada siete años, pero revisar no quiere decir que haya que modificarlo”, afirma.

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