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Directora del Festival de Teatro Clásico de Almagro

Un pequeño y gran teatro para Natalia Menéndez

Pablo Monge

La oficina en la que trabaja Natalia Menéndez, madrileña, de 48 años, directora del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, se encuentra en una calle próxima al Teatro de la Zarzuela de Madrid. El espacio que ocupa esta actriz y directora es pequeño, austero y repleto de pequeños detalles que delatan cuál es la verdadera pasión y ocupación de esta mujer, que desde hace seis ediciones tiene la responsabilidad de uno de los teatros clásicos de verano con mayor reputación.

Asegura que en este lustro ha conseguido, a base de dedicación y de trabajo, importantes logros. El más importante, asegura, sanear las cuentas de un festival que encontró en la ruina y que cuenta con un presupuesto este año de 1.389.500 euros. Es escrupulosa para ofrecer las cifras y los detalles de una gestión, la suya, que califica de transparente.

Han sido unos años muy intensos, en los que ha creado una fundación para dotar al festival de una entidad jurídica de la que carecía y que facilita el mecenazgo y el patrocinio debido a los incentivos fiscales, “pero además hemos saneado la deuda, al principio me hablaron de 300.000 euros y resulta que había 1,3 millones de euros”. Tuvo que ponerse a estudiar disciplinas como Derecho o sobre el funcionamiento de las fundaciones. “Lo bueno es que había voluntad política para hacerlo, y en este tiempo me he dedicado más a solucionar el pasado que a la creatividad”. Pero Natalia Menéndez, curtida en las tablas, no se planteó nunca la huida. Cuando desfallecía, recordaba las palabras de un maestro suyo que, en alguna ocasión, le dijo: “Hasta que te canses, lucha por dentro”. También logró recortar un 25% los gastos en plantilla, además de realizar un “drástico recorte del sueldo del equipo de dirección”.

Hasta el 26 de julio traslada su despacho al corazón de Castilla-La Mancha

Cuando se realiza la entrevista está a punto de mudarse a Almagro (Ciudad Real), donde se instalará hasta finales de este mes (el festival, con el lema Un clásico, ¿te atreves?, en su 38 edición, finaliza el día 26), donde dirigirá a un equipo de 125 personas y será la anfitriona de 52 compañías participantes (39 españolas y el resto, extranjeras) y de artistas como el director Tim Robbins, que dirige El sueño de una noche de verano, o a las actrices Blanca Portillo, Charo López, Sergio Peris Mencheta, José Luis Gómez o Andrés Lima.

Asegura que los nervios en el ambiente artístico jamás se pierden y ella no descansará hasta que baje el último telón. Después, se irá de vacaciones, y en otoño, vuelta a empezar, a conseguir recursos para el festival, cuyo patronato preside el ministro de Educación, Cultura y Deporte.

Los meses de enero y febrero los dedica a cerrar la programación. “Son meses invisibles pero de una gran intensidad de trabajo”, señala esta ejecutiva, que se define como exigente con ella misma y con los demás. “Esto me viene de genética, soy disciplinada desde pequeña, y en esta profesión, donde he sido actriz y directora, hay que trabajar de sol a sol”, añade.

Conoce el ambiente en el que se mueve a la perfección. No en vano, es hija de uno de los grandes actores de teatro de España, Juanjo Menéndez. Fruto de todo ello, siempre ha querido conocer el teatro en toda su extensión. “No concibo mi vida sin él, soy una especie de misionera, ya que esto es cuestión de fe. El teatro es una fuente de riqueza, de mejora del bienestar, y debería estar recomendado por los Ministerios de Sanidad y de Trabajo, ya que da empleo a miles de personas”. Y justifica tal defensa argumentando que se trata de un patrimonio cultural y hermoso que se debe preservar. “Hay que apoyar la cultura y castigarla con un 21% de IVA es cruel”. Su mandato finaliza el próximo año. Ha saneado el festival y le gustaría renovar para disfrutar de esos logros.

Pablo Monge

Un grabado en blanco y negro

La estancia es sencilla, repleta de papeles, libros de teatro, un ordenador portátil y pequeños detalles que le hacen la vida más agradable. Natalia Menéndez no calcula las horas que trabaja porque asegura que le cuesta desconectar de una ocupación, que es su pasión en la vida.

Si tiene que elegir algún objeto al que le tenga especial aprecio y que le reconforte con su presencia, no lo duda: un grabado en blanco y negro con la plaza Mayor de Almagro, un objetivo por el que vive y trabaja todo el año y que tantos desvelos, pero también alegrías, le está dando.

A su lado siempre tiene una taza en la que toma agua, café o té. “Es una manía, no puedo beber en otro recipiente”. Entre sus aficiones se encuentra la jardinería, hacer pilates, caminar, nadar y navegar en barco de vela (tiene el título de patrón de estas embarcaciones).

Y advierte que la admiración por el mar tiene que ver con los elementos que tiene en común con el teatro. “Los maquinistas del teatro proceden del mar, porque los nudos del telón son como los de las velas de los barcos. Un escenario es como un barco. Además, los focos de la luz que se emplean en el teatro están inspirados en los faros del mar”, explica Menéndez, mientras enseña varios dibujos de niños, entre ellos de su sobrina, de distintas representaciones. Y a su alrededor, carteles del festival, fotografías, postales...

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Sobre la firma

Paz Álvarez
Periodista especializada en gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, tiene un programa de desarrollo directivo por el IESE. En 1993 comenzó a escribir en la sección de Madrid y, en 1997, se incorporó al diario CincoDías, donde creó la sección de Directivos y ha sido jefa de la sección de Fortuna hasta 2022.

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