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Columna
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Los propósitos de la banca de EE UU

Los reguladores se enfrentan a un momento de vida o muerte. A las mayores casas financieras les queda poco más de una semana para presentar los últimos proyectos anuales sobre cómo limitar el contagio si su empresa se derrumba. Casi todas suspendieron las rondas anteriores, pero no sufrieron ninguna consecuencia. Eso tiene que cambiar.

La Reserva Federal y la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) se lo dejaron claro a 11 de los bancos más grandes cuyos esfuerzos anteriores no fueron suficientes. Según la FDIC, prácticamente todos entregaron planes que “no son creíbles”. Los problemas incluyeron cuestiones como el uso de suposiciones infundadas poco realistas.

Wells Fargo es el único que ha progresado algo, principalmente debido a que es un banco en gran medida nacional con una estructura más simple. Aun así, el prestamista con sede en San Francisco aún no ha recibido la bendición completa los reguladores.

Las normas dan a los reguladores el poder de imponer una serie de sanciones. Pero hasta la fecha, lo único que han hecho es arremeter contra las entidades –incluyendo Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs y JPMorgan– con palabras duras.

El mes pasado, el presidente de la FDIC, Martin Gruenberg, dijo a los bancos que necesitarán hacerlo mejor este año. Quiere ver planes más plausibles, así como “un progreso significativo hacia la aplicación real de los cambios estructurales y operacionales” necesarios. Es un comienzo. Y la buena noticia es que el proceso ha enseñado a los bancos mucho acerca de sus complicadas estructuras legales.

La Fed y el FDIC tienen que respaldar su discurso si las entidades se quedan cortas una vez más. Los plazos y sanciones son buenas herramientas para conseguir que los ejecutivos bancarios y los miembros del consejo se centren. Sin ellos, las voluntades se arriesgan a convertirse en una farsa que merece la pena abandonar.

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