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Elecciones del 7 de mayo

Reino Unido afronta el dilema de frenar el ajuste del déficit

El lider conservador David Cameron, en una mitin celebrado ayer en una escuela en Bath, en el este de Inglaterra.
El lider conservador David Cameron, en una mitin celebrado ayer en una escuela en Bath, en el este de Inglaterra. Reuters

Desde que ganó las elecciones de 2010, el líder conservador David Cameron se fijó como primera prioridad la reducción del déficit público, que cerró ese ejercicio en el 9,6% del PIB. La receta, similar a la aplicada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy en España, se ha concentrado en una consolidación fiscal sin precedentes. En cuatro años ha logrado rebajar a la mitad el desfase entre ingresos y gastos (cerró 2014 en el 5,7% del PIB), aunque la manera de hacerlo ha sido radicalmente distinta a la de Rajoy.

El ajuste fiscal de España se ha basado más en subidas de impuestos que en recortes de gasto (el recorte de 2014 obedeció en exclusiva a los incrementos impositivos aprobados), mientras que en el caso británico, el ajuste se ha concentrado exclusivamente en el menor gasto. Los ingresos representaban el 35% del PIB en 2010 y en 2014, mientras que el gasto se ha desplomado del 45% al 40% del PIB en ese período.

La legislatura de Cameron cierra con un recorte sin precedentes de los servicios públicos y ahora toca retratarse de cara a las elecciones de mañana. Los contrarios a la austeridad aseguran que los ajustes de gasto frenaron el despegue de la economía británica en los dos primeros años de legislatura. Y para probarlo exhiben el impulso del PIB en 2013 y 2014, en los que Reino Unido fue el país que más creció en la Unión Europea. Sin embargo tanto conservadores como laboristas siguen teniendo al déficit como protagonista en la hoja de ruta que llevan en sus programas electorales. La de Cameron pasa por volver al superávit presupuestario en 2018, con independencia del daño que se puede hacer a los ya devastados servicios públicos, mientras que la del lider laborista, Ed Miliband, pasa por un plan de recortes menos drásticos para tratar de liberar recursos.

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Proyectos que, sin embargo, ha levantado las alarmas entre aquellos economistas que tratan de evitar que Reino Unido sufra una borrachera de deuda similar a la de otros países como Francia, Italia o España. En 2010, la deuda pública ascendió al 76,3% del PIB;cuatro años después ha ascendido al 89,5% del PIB, lejos del 133% de Italia, del 100% español o del 97% francés.

Lejos de las cuentas públicas, las propuestas de Cameron y Miliband también muestran importantes diferencias y son percibidas de forma muy diferente por las clases medias y altas, que están mucho más en línea con los postulados de Cameron. Durante la campaña electoral, ha prometido que congelará los impuestos durante los próximos cinco años, que eliminará el impuesto de sucesiones y que aportará 8.000 millones de libras (10.900 millones de euros) al sistema público de salud, uno de los principales perjudicados del plan para recortar el Estado de Bienestar. Otro colectivo especialmente perjudicado en la legislatura de Cameron ha sido las familias y para ellas ha prometido ayudas para los 1,2 millones de hogares que quieren comprarse una casa. En materia de inmigración ha propuesto que se expulse de territorio británico a todos aquellos inmigrantes que no encuentren trabajo en seis meses. Las recetas ideadas por Miliband son más parecidas a las que presentan los grupos de izquierda en los grandes países europeos. En primer lugar establecería un impuesto sobre las viviendas de más de dos millones de libras y otro a la banca, subiría la carga fiscal que soportan las rentas más altas, rebajaría drásticamente las matrículas universitarias, aumentaría el gasto en Sanidad, elevaría el salario mínimo interprofesional (situado en 1.217 euros al mes, el sexto más alto de la UE, por detrás de Luxemburgo, Bélgica, Holanda, Irlanda y Francia) y prohibiría los contratos laborales abusivos llamados de «cero horas». Las posturas entre ambos candidatos también son muy diferentes respecto al proyecto europeo. Cameron plantea un referéndum para decidir si se permanece en la UE, mientras que Miliband considera la permanencia “esencial” para la prosperidad británica.

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Reino Unido es uno de los inversores extranjeros más importantes para España. El pasado ejercicio, Reino Unido se situó como el tercer país que más inversión extranjera productiva realizó en España, por detrás de EEUU y Luxemburgo, con 1.667 millones, un 9,5% del total. Y las perspectivas para este año son buenas. Así se desprende del Barómetro sobre Clima y Perspectivas de la Inversión Británica en España, realizado por Afi en colaboración con la London School of Economics, en el que el 64% de las empresas británicas consultadas (entre ellas EasyJet, Diageo, BT, Hays o Burberry) señala que espera aumentar su inversión en España este año y el que viene. Unas perspectivas que se pueden ver truncadas si del año electoral surgen inestabilidades. El presidente de la Cámara de Comercio Británica en España, Roger Cooke, señaló que los inversores reclaman estabilidad económica y seguridad jurídica para seguir invirtiendo en España.

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Reino Unido se ha convertido en uno de los destinos preferidos de las grandes multinacionales españolas por los importantes réditos que ofrecen las inversiones. Y un buen ejemplo es Santander, donde la división británica se ha convertido en la que más aportó al banco, por encima de España y de Brasil. Desde la entidad financiera confían en que las elecciones no hagan perder vigor a la economía y siga avanzando en las tasas de crecimiento del 3% iniciadas en 2013.

Otro caso de éxito es el de Telefónica, que se encuentra inmersa en plenas negociaciones con la hongkonesa Hutchison para la venta de su filial británica O2 por un importe de 12.200 millones de euros, que se destinarían a reducir deuda.

El gigante de la distribución Inditex también cuenta con 101 tiendas en Reino Unido. Aunque es una cifra pequeña respecto al total, la aportación de esos establecimientos ha sido clave para compensar el parón del consumo en la UE.

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