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Contratos por diferencias

Los CFD, estrellas entre los derivados

El apalancamiento, la gran diversidad de subyacentes que ofrecen, la flexibilidad y liquidez son algunas de las virtudes de estos productos. Dan acceso a una gran variedad de mercados: divisas, materias primas, bonos, tipos de interés, acciones de compañías extranjeras...

Corrían los años noventa cuando Reino Unido los vio nacer, pero a España llegaron 17 años después. Por entonces ya gozaban de un largo recorrido. Países como Australia o Singapur ya se habían rendido a sus pies. Los contratos por diferencias o CFD (contract for differences en inglés) han ido conquistando los mercados desde su aparición. ¿La clave? Aunar las mejores características del resto de productos derivados y hacerlas suyas, además de introducir una en exclusiva: la ausencia de vencimiento.

Existen varias peculiaridades que hacen de los CFD productos tan atractivos para el inversor particular. Primero, el apalancamiento: la capacidad de invertir una cantidad mayor (o mucho mayor) que el dinero desembolsado realmente. Por ejemplo, con 1.000 euros se puede llegar a apostar por 10.000 o incluso más, en función del bróker.

Segundo, el acceso a cambio de pequeñas comisiones a una gran diversidad de mercados, antes solo disponibles para inversores institucionales, como acciones extranjeras, materias primas o divisas.

Y tercero, la posibilidad de tomar posiciones largas (apostar por alzas) y cortas (lo que permite ganar dinero con la caída del activo). “Esta característica es común a otros productos derivados como los futuros y las opciones; la ventaja es que los CFD no tienen fecha de vencimiento y los costes de la operativa son menores”, afirma Sara Carbonell, analista de CMC Markets.

Daniel Pingarrón, estratega de IG, apunta que otra de sus ventajas es la liquidez, ya que el CFD tiene la misma que la de su subyacente (una acción, un índice, una materia prima o una divisa, por ejemplo). “Además, permiten el cobro de dividendos y operar sin límite de horarios”, continúa el experto.

Antes de comenzar a invertir con CFD hay que tener muy en cuenta los riesgos derivados de su operativa

Otras de las características de los CFD es que operan en un mercado OTC (over the counter en inglés), es decir, en un mercado no regulado, a diferencia de otros derivados, como las opciones, los warrants o los futuros. Por ello, Victoria Torre, responsable de análisis y producto de Selfbank, recomienda estudiar las diferentes opciones y elegir una entidad que ofrezca garantías y buenos precios de contrapartida.

Pero no todo son ventajas. La CNMV se ha hecho eco de ello en repetidas ocasiones. La última, en octubre de 2014, cuando afirmó que el 75% de los inversores que operaban con CFD perdía dinero. “Lo que no dice la CNMV es que el 25% restante gana mucho más. Siempre va a haber un lado que gane y otro que pierda. Lo que ocurre es que el que gana suele ganar de forma repetida”, sentencia Javier Urones, analista de XTB.

“El problema principal está en algunos inversores tradicionales que, valorando las características de estos productos, se han puesto a conducir coches deportivos (los CFD), cuando ellos estaban acostumbrados a conducir berlinas familiares diésel, es decir, sus acciones de toda la vida”, explica Ángel Faustino, de EFPA (Asociación Europea de Asesores Financieros).

Victoria Torre considera que lo más importante es entender los riesgos que conllevan. “El porcentaje de inversores que tiene pérdidas con CFD es muy alto, en gran parte debido al elevado apalancamiento que ofrecen. Las pérdidas con productos apalancados pueden ser muy superiores a los de la operativa al contado (sin apalancamiento). Incluso pueden llegar a superar el efectivo inicialmente desembolsado”.

Antes de aproximarse a los CFD hay que conocer bien el tipo de activo en el que se quiere invertir, pensar en qué tipo de inversor es cada uno, qué riesgos se está dispuesto a correr y, ante todo, dominar el funcionamiento de los mercados, aconseja Pingarrón.

Gabriela Orille, analista de Andbank, recuerda que la directiva europea para mejorar la protección de los inversores (Mifid) clasifica a los CFD como un producto para clientes capaces de entender los mercados. Otro de los puntos en los que coinciden los expertos es que antes de operar con dinero real se utilicen las versiones demo –con dinero ficticio– que ofrecen los diferentes brókeres para familiarizarse con el producto, la plataforma y el resto de factores que afectan a la inversión.

Ejemplo de operativa con acciones

Imaginemos que la acción de Telefónica cotiza a 12 euros y que un inversor quiere comprar 1.000 acciones por 12.000 euros. Si realizamos la operación a través de CFD, solo tendrá que desembolsar el 5% de esa cantidad: 600 (aunque este porcentaje varía según el bróker).

Dos semanas después, el precio de Telefónica sube hasta 13, y el inversor decide vender sus títulos. Su beneficio es el mismo, tanto si realiza la operación con acciones o con CFD: 1 por 1.000 títulos = 1.000 euros. La diferencia está en el apalancamiento, que permite que el capital invertido sea mucho menor con CFD. A cambio de ello, los inversores tendrán que pagar un tipo de interés en concepto de coste de financiación.

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