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Tribuna
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Las capacidades del futuro

Al analizar los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística de 2014, podemos observar que más del 57% de los estudiantes universitarios se decantaron por grados relacionados con las ciencias sociales y las humanidades. Bellas artes, derecho, magisterio y ADE son algunas de las carreras más populares entre los jóvenes españoles pero suponen un porcentaje tan elevado que el mercado laboral actual es incapaz de asumir el número de estudiantes que se licencian cada año.

Por otro lado, tan sólo un 6% de los jóvenes españoles eligió la rama de ciencias, que abarca precisamente las carreras con más salidas profesionales en estos momentos. Los datos del informe sobre la inserción laboral de los estudiantes universitarios del Ministerio de Educación apuntan a informática, matemáticas y estadística e ingeniería como las carreras que más alto nivel de empleabilidad tienen en estos momentos en nuestro país.

Tras observar estos datos y siguiendo la tendencia que se impone con fuerza en el panorama internacional, cuyo foco se centra claramente en la innovación, una de las claves para mejorar las capacidades de nuestros estudiantes pasa por apostar por la formación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Este cambio debe ir, además, de la mano de otras iniciativas complementarias como el fomento del emprendimiento entre los jóvenes y la formación en materias tan útiles como la educación financiera, el aprendizaje de idiomas o el desarrollo de capacidades sociales y de oratoria.

En vista de los actuales problemas de empleabilidad y de algunas carencias educativas de nuestro país, la colaboración entre organizaciones públicas y privadas, así como la importancia de tender puentes entre el mundo empresarial y el educativo se han vuelto más necesarias que nunca para mejorar la inserción de los jóvenes en el mundo laboral.

Los programas de educación emprendedora suponen un gran cambio respecto al modelo educativo tradicional que se imparte en las escuelas y universidades. Ofrecen un modelo con una orientación claramente práctica, en el que los jóvenes acceden a nuevas herramientas tecnológicas, aprenden a través de la experiencia de profesionales en activo, fomentan su creatividad, trabajan la educación financiera y entienden la importancia de poder expresarse en otros idiomas. Los alumnos de estos programas trabajan en equipo, logran desarrollar su pensamiento crítico y mejoran su capacidad de análisis. Precisamente esto último les lleva muchas veces a identificar un problema o desafío que plantea la sociedad e intentan desarrollar proyectos propios con el asesoramiento de sus tutores para tratar de dar respuesta a esos problemas.

Avalado por múltiples estudios, sabemos, además, que la formación emprendedora funciona. El último informe sobre emprendimiento elaborado por la Dirección General de Industria de la Comisión Europea hace visible su impacto tanto en los jóvenes, como en las instituciones educativas y en la sociedad, favoreciendo la empleabilidad y la creación de empresas.

Ahora bien, para que sea del todo efectiva, la educación emprendedora debe ser considerada a largo plazo, acompañando al alumno en todas las etapas educativas, desde primaria hasta la universidad. De este modo, el alumno puede manejar otras claves más allá de sus propias asignaturas, va moldeándose en función de sus intereses y asume de manera natural las nuevas habilidades que demanda el mercado laboral como son la facultad de innovar, la energía para enfrentarse a retos y la capacidad para detectar nuevas oportunidades.

Según los últimos datos que ha publicado Eurostat, la tasa de abandono escolar en España ha mejorado ligeramente hasta situarse en un 21,9%. Sin embargo, aún se encuentra lejos del objetivo nacional fijado en el 15% y de la media europea que se sitúa en poco más del 12%. A pesar de la mejoría de los datos, nuestro país sigue siendo el que registra el mayor porcentaje de abandono escolar de la Unión Europea.

Estas cifras dejan claro que todavía queda un largo recorrido por delante, pero apostar por una educación emprendedora complementaria, menos tradicional y más enfocada hacia los intereses particulares de los alumnos que haga especial énfasis en las nuevas tecnologías y en innovación, puede contribuir de manera muy positiva a reducir la tasa de abandono escolar.

En estos días en los que la educación es un tema fundamental de debate, donde los expertos analizamos las mejores salidas profesionales o las necesidades del mercado laboral actual, se hace más necesario que nunca ahondar en la importancia de fomentar en nuestros estudiantes una actitud emprendedora desde edades tempranas. Una actitud que se ha vuelto esencial para el crecimiento económico y el desarrollo laboral.

Blanca Narváez es directora de la Fundación Junior Achievement España

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