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Columna
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Amor y odio vecinal entre Suiza y la UE

Pobre Suiza. Pese a los esfuerzos del banco central, la moneda se ve atrapada en la estela de las corrientes en los mercados de divisas. El resultado es un menor crecimiento del PIB y una gran frustración.

No hay que equivocarse. Con los años, Suiza ha ganado mucho más de lo que ha perdido gracias a los estrechos vínculos con la Unión Europea. Los sectores industrial y financiero del país están tan bien integrados que para la mayoría de los propósitos la UE puede considerarse mercado doméstico.

Una excepción importante es la moneda única, exclusiva de la zona euro. Hubo enormes flujos hacia el franco suizo durante la crisis financiera de 2008 y la crisis de deuda de la zona euro posterior. Aunque las cuentas bancarias suizas ya no ofrecen un refugio ante los indiscretos recaudadores de impuestos, la moneda de la nación fue un refugio ante la posibilidad de un colapso del euro.

Para agosto de 2011, el franco se había apreciado alrededor de un 60% frente al euro desde los niveles anteriores a la crisis, una situación dura para los exportadores. La solución del Banco Nacional de Suiza fue fijar la moneda en 1,20 por euro. Eso duró hasta enero de este año, cuando abandonó el límite porque estaba haciendo crecer el balance del banco central.

El banco central suizo se queda sin una estrategia y solo puede lidiar con aspectos superficiales

El franco cotiza ahora en alrededor de 1,06 por euro, un nivel mucho mayor de lo que muchos economistas privados consideran un valor razonable. El resultado es un menor crecimiento. En diciembre, los expertos del gobierno pronosticaron un incremento del 2,1% del PIB en 2015 y del 2,4% en 2016. El 19 de marzo, los números se redujeron a 0,9% y 1,8% respectivamente, pese a unos precios más bajos del petróleo y unas noticias económicas más favorables de la zona euro.

El banco central se queda sin una estrategia. Solo puede lidiar con aspectos superficiales. El gobierno no puede hacer nada. Los empresarios de la industria pueden responder con el tiempo recortando costes, pero los flujos financieros son más rápidos y potentes que las negociaciones salariales y las estrategias de inversión. Para los grandes bancos centrales, los problemas suizos son simplemente daños colaterales sin interés en lo que bien podría ser una guerra de divisas. En este tipo de conflicto, los pequeños suelen perder.

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