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El Foco
Tribuna
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Tecnología dual, ganamos todos

No es difícil imaginarse a cualquiera de nosotros preparándose para salir de casa por la mañana cogiendo el abrigo, las llaves del coche y comprobando la dirección a la que tenemos que dirigirnos. Lo que probablemente muchos de nosotros ignoramos es que si ese abrigo es una gabardina, si el coche es un todoterreno, si introducimos esa dirección en el GPS y el reloj que miramos es de pulsera, nuestro día habrá empezado apoyándose en objetos que le deben su origen a la investigación y tecnología en el ámbito de defensa.

Históricamente, muchos de los avances realizados en el campo de la investigación de defensa han impactado positivamente en el mundo civil. Desde objetos concretos como el microondas o los circuitos integrados que sirvieron de base para el desarrollo de los microchips, hasta procesos industriales de producción como el montaje de piezas intercambiables –antecesor del concepto de producción en serie de Henry Ford– pasando por el impulso al estudio o desarrollo de materias clave hoy en día como la producción de antibióticos o la creación de agencias estatales de meteorología; es innegable la relevancia de los avances tecnológicos que traspasaron la barrera de lo militar para conquistar el mundo civil.

Conocidas como tecnologías duales, basta con bucear un poco por Internet –por cierto, adivinen su origen…– para hacerse una idea del traspaso de conocimiento del mundo de defensa al civil. Si se toman esos minutos para hacerlo, rápidamente se darán cuenta de que estos avances e incluso descubrimientos se han dado, por lo general, en épocas de conflictos geopolíticos. Los frutos posteriores en el mundo civil eran algo transparente y carente de interés para la industria de defensa y, en el mundo civil, se recibían como una herencia sin involucrar a los responsables de su procedencia.

Son precisamente estos dos conceptos los que hoy en día se están intentando cambiar: Por un lado, la dependencia de la investigación de defensa a la resolución de conflictos y, por otro, el carácter unidireccional y pasivo de la comunicación y traspaso de conocimiento entre ambos mundos.

La industria de defensa es consciente de la necesidad de caminar de la mano con el mundo civil, fomentando la innovación y el carácter dual de la tecnología en beneficio del conjunto global de la sociedad.

La industria de defensa es consciente de la necesidad de caminar de la mano con el mundo civil

Esta voluntad de colaboración activa es ya una realidad. La Agencia Europea de Defensa (European Defence Agency, EDA) define en la Estrategia Europea de Investigación y Tecnología de Defensa la integración en redes globales de investigación y tecnología que cuenten con el I+D desarrollado en el ámbito civil como una de las palancas necesarias para llegar a los fines establecidos. Además, muchos de dichos fines coinciden con áreas de desarrollo señaladas por la Comisión Europea en los programas marco. La investigación en el campo de la biotecnología, el estudio de nuevos modelos energéticos y fuentes de energía sostenibles, el transporte incluyendo la aeronáutica, las telecomunicaciones y otros muchos otros ámbitos de estudio están presentes en programas tanto de la EDA como de la CE.

En España, la Estrategia de Tecnología e Innovación para la Defensa (ETID) plantea como retos el “avance en la coordinación y aprovechamiento las sinergias con la I+D civil, fomentar la innovación y apertura al conjunto del tejido industrial, así como la participación con universidades, pymes y centros de investigación, entre otras iniciativas de carácter colaborativo”. Es difícil entender la innovación sin la adecuada colaboración de los diferentes entes públicos y privados por lo que no debería ser difícil encontrar una mayor coordinación de esfuerzos para el desarrollo de nuevas iniciativas con aplicabilidad dual.

Estas y otras iniciativas se materializarán en nuevos hallazgos conjuntos y en la exploración del doble uso de tecnologías emergentes, como pueden ser los UAS (Unmanned Aircraft Systems) o los exoesqueletos. La FAA (Federal Aviation Administration) sentó un precedente al autorizar por primera vez el uso de un UAS con fines comerciales: BP podrá utilizar el UAS Puma para realizar el control de sus infraestructuras petrolíferas en Alaska. Si bien el concepto del exoesqueleto no es nuevo, y el primer intento de fabricar uno data de 1965 mediante una iniciativa conjunta del Ejército de Estados Unidos y General Electric, en los últimos años se han ido explotando sus ventajas. En 2013, el HAL (Hybrid Assistive Limb) consiguió, por primera vez para un exoesqueleto robótico, el certificado para su uso clínico en la Unión Europea. En 2014, Rusia anunció el inicio de las pruebas de un exoesqueleto médico más barato que las alternativas actuales. Siendo estos dos ejemplos muy concretos, ponen de relieve el impacto que, ya hoy en día, tienen las tecnologías, a priori militares, en la sociedad civil.

En EE UU parecen haber tomado buena nota de ello. Por ejemplo, el propio Barack Obama se ha involucrado en el lanzamiento de la iniciativa BRAIN (Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies). Esta iniciativa acelerará el desarrollo y aplicabilidad de nuevas tecnologías que permitirá a los investigadores producir fotos dinámicas del cerebro para poder analizar cómo las células del cerebro y los complejos circuitos neuronales interactúan a la velocidad del pensamiento. BRAIN, que forma parte de un programa multianual para fomentar la colaboración público-privada en innovación y devolver a EE UU a niveles de inversión en I+D+i sin parangón, cuenta con un fondo inicial de 100 millones de dólares y el Departamento de Defensa juega un rol clave como catalizador.

Imaginemos lo que puede venir cuando se aúnen esfuerzos orientados a construir y a aportar beneficios globales en el campo las comunicaciones, la medicina, el transporte, la búsqueda de modelos de desarrollo sostenibles con el medio ambiente... Y, en definitiva, un sinfín de materias clave para el progreso.

La tendencia es que los presupuestos de I+D+i se incrementen en los próximos años, tanto en el ámbito público como en el privado. Es el momento de aunar esfuerzos entre todos para generar ecosistemas de colaboración civil-militar también en España, basada en el desarrollo de un portfolio de programas de tecnologías duales para el futuro, en los que los agentes interesados en participar desde ambos mundos puedan compartir capacidades y esfuerzos desde estadios tempranos en el ciclo de vida del I+D+i. Ganaremos todos, pero sobretodo, ganará también la marca España.

Julio Juan Prieto es managing director de Aerospace & Defence de Accenture

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