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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un año para ir de compras a las Bolsas

Los mercados mundiales han comenzado el año con oportunidades atractivas de muy distinto perfil. En Europa, el anuncio del programa de compra de deuda soberana del Banco Central Europeo ha animado con fuerza los parqués, que han registrado subidas de hasta dos dígitos. La decisión adoptada por el BCE se hará efectiva en marzo, pero ha servido ya para crear un caldo de cultivo favorable a los valores europeos. Por un lado, el apoyo del banco central está amortiguando los temores de contagio del conflicto griego, que el viernes dio un importante paso adelante con el acuerdo entre Atenas y el Eurogrupo para prorrogar cuatro meses el rescate. A ello hay que sumar el efecto depreciador que el anuncio de BCE ha tenido sobre la moneda única y los beneficios que ha provocado también la caída del precio del crudo. Ese cóctel de ingredientes ha animado los mercados de la zona euro y ha dirigido las miradas de los inversores hacia sectores como el industrial, las compañías exportadoras, el consumo y la banca. La Bolsa italiana lidera el optimismo, con subidas del 15%, seguida de la francesa, con un 13%, y la alemana, con un 12,7%. Pese a esas buenas perspectivas, el Ibex no está entre los selectivos que han registrado mayores alzas, aunque ha sumado un notable avance del 4,5% en las tres últimas semanas. El mayor freno que puede encontrar el selectivo español en este momento es político. Los analistas coinciden en señalar a España como vulnerable frente a la crisis griega por la incertidumbre que genera la presencia una fuerza política como Podemos en el mapa electoral español y los inevitables temores que los inversores proyectan sobre un posible efecto Syriza en el país. Aún así, valores industriales como Abengoa, Sacyr o Gamesa están a la cabeza del selectivo, gracias a la recuperación económica y la caída del crudo.

La mirada de los inversores en Europa tiene en estos momentos dos grandes focos de atención. Por un lado, los efectos colaterales que podría traer a medio plazo un –aún no descartable del todo– enquistamiento de las negociaciones con Atenas y la volatilidad que esa situación proyectaría sobre los mercados de la zona euro. Por otro, el ritmo de recuperación de la propia economía europea, con el inmovilismo que sigue arrastrando Francia en materia de reformas estructurales. Mientras la solidez de la economía de Estados Unidos augura un año de consolidación de ganancias en algunos de los valores más atractivos de Wall Street y los mercados de algunas economías emergentes –es el caso de China, India y México– ofrecen buenas oportunidades en renta variable, la gran asignatura de Europa es apagar cuanto antes sus fuegos políticos y pisar el acelerador de las reformas económicas.

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