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Tribuna
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La maniobra de Heimlich

La mejor manera de liberar a alguien que se está atragantando es practicarle la maniobra de Heimlich. Es la forma más sencilla y menos invasiva para conseguir que el aire vuelva a circular hacia los pulmones. Esto se podría aplicar a nuestro colapsado sistema judicial que asfixia a todos aquellos que dependen de él. Y para muestra, un botón. En España, uno de cada 25 habitantes litiga, según un estudio comparativo de la OCDE. Cifra muy alta si la comparamos con Finlandia, el país con la menor tasa, donde solo litiga uno de cada 300.

Según un informe publicado por CEOE, en base a datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, en los últimos cinco años, cerca de 250.000 empresas desaparecieron como consecuencia de la situación económica, con 2013 como el peor año, siendo los autónomos o micropymes los que han tenido mayores problemas a la hora de mantener su actividad empresarial. Muchas de estas dificultades derivaron en conflictos que hubieran podido ser mitigados o resueltos a través de un asesoramiento legal a tiempo o acudiendo a la mediación para alcanzar acuerdos que evitaran la vía judicial. Para cualquier empresa, este tiempo de incertidumbre puede condicionar la viabilidad del negocio, y más actualmente, en que nuestro entorno genera nuevas controversias legales de forma constante, consecuencia de una realidad social que progresa a una mayor velocidad que la capacidad de legislar.

Ante esta evidencia, es importante que las pymes, tanto las ya existentes como las que vean la luz este año (según el INE, se crearon casi 100.000 en 2014), aprendan de las experiencias de las que han desaparecido. En el caso de empresas de nueva creación, los inicios son un buen momento para analizar los potenciales riesgos que pueden dificultar el camino. Si durante la creación somos capaces de analizar contratos laborales, estatutos, alquileres y otros tantos asuntos inherentes a la constitución, también hay que ser capaces de tener una visión más a largo plazo. Los empresarios no podemos predecir el futuro, pero nuestra principal actividad es planificarlo, previendo las situaciones y adoptando las medidas adecuadas para asumir nuevos retos y acotar al máximo los riesgos para evitar potenciales conflictos. Es decir, prevenir.

La prevención es tan sencilla como asesorarse antes de adoptar decisiones para que las tomemos estando informados de todas las implicaciones posibles. Nuestra sociedad está altamente normativizada, por ello, cuanta más legislación haya, más posibilidades de conflictos se generarán.

Las nuevas tecnologías, el big data o las nuevas formas de colaboración empresarial son solo algunos ejemplos de ámbitos que están generando situaciones conflictivas por carecer de una previsión legal. Supuestos de controversias que podrán acabar en los tribunales con el propósito de obtener una sentencia para un caso concreto y que la aplicación por interpretación de una ley puede dejar insatisfechas a ambas partes. Antes de recurrir al juez es necesario proporcionar mecanismos de resoluciones pactadas, porque las partes son las que mejor conocen su conflicto y, por lo tanto, las que pueden hallar una solución ajustada a sus respectivos intereses. Un dato: según las estimaciones del Ministerio de Justicia, en abril del 2014 había más de 20.000 millones de euros retenidos en litigios pendientes de resolución judicial. Una cantidad global que también representa oportunidades de generación de riqueza aplazadas.

La divulgación de la mediación informando a la sociedad es clave para generar la confianza en este mecanismo. Desde el sector asegurador debemos seguir potenciando la utilización de la negociación para alcanzar soluciones que propicien la continuidad de relaciones empresariales y personales. Al fin y al cabo, la prevención es la herramienta más rentable de evitar futuros conflictos.

Jordi Rivera es consejero delegado de DAS.

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