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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un año para apostar por los dividendos

La Bolsa española ha cerrado un 2014 con una cifra récord en reparto de dividendos y afronta un nuevo ejercicio con la perspectiva de superar esa generosa marca. Tras un año que ha batido el récord histórico en retribución al accionista, en parte gracias al reparto de dividendos extraordinarios, como el de Endesa, 2015 se presenta como un año pleno de oportunidades para que las empresas continúen –y superen– la política retributiva mantenida este año. La cifra alcanzada en 2014 –43.500 millones de euros– supone un 90% más que lo repartido en 2013 o un 25% más si se excluye el suculento premio repartido por Endesa.

La explicación a este incremento es la vuelta al reparto de dividendos por parte de un buen puñado de compañías, entre las que figuran Telefónica, ACS, Popular, Abengoa, Atresmedia, Testa y Lingotes Especiales. Todo ello ha convertido a la Bolsa española en el índice europeo con mayor rentabilidad por dividendo y ofrece una buena plataforma para que los inversores continúen teniendo sus ojos puestos este año en el selectivo. Más aún de cara a un ejercicio en el que la baja rentabilidad de los bonos soberanos invita a los ahorradores a colocar su dinero en activos que ofrezcan mayores oportunidades. El viernes, en la primera sesión de 2015, la prima de riesgo española llegó a bajar de los 100 puntos básicos por primera vez desde mayo de 2010, y el interés del bono español a diez años marcó un nuevo mínimo histórico en el 1,5%. En el parqué, mientras, una entidad como Santander, que mantendrá previsiblemente este año una rentabilidad por dividendo superior al 8%, lidera los diez valores con mayor reparto de dividendo de la Bolsa española en 2015. Ello incluye compañías como Telefónica, Repsol, Duro Felguera, BME, Endesa, Mapfre, Enagás, Abengoa o Logista. También las empresas europeas y estadounidenses afrontan el ejercicio con perspectivas bursátiles alcistas y aumento de beneficios, lo que hace auspiciar igualmente un buen curso en materia de remuneración al accionista.

Entre las incógnitas de cara al nuevo año figura cuál será el modelo de retribución al accionista elegido por las compañías. Los analistas coinciden en que las empresas que han utilizado el año pasado la posibilidad del pago con acciones –scrip dividend– optarán probablemente por seguir utilizando este sistema, al menos durante el primer semestre de 2015. Es el caso de la banca, que ha optado por este recurso para cumplir con más facilidad las exigencias de capital que han marcado –y seguirá marcando – el mercado y los reguladores. Más allá de todo ello, las previsiones económicas tanto en Europa como en Estados Unidos refuerzan el horizonte con el que las empresas afrontan el ejercicio. La rebaja de las primas de riesgo europeas, que durante la crisis de deuda convirtieron los bonos soberanos en una suculenta opción de inversión, la caída del euro, que aumenta la competitividad de las exportaciones europeas, las previsiones de un programa de compra masiva de deuda soberana por parte del Banco Central Europeo (BCE) y la mejora en general de los indicadores de actividad tendrán su reflejo en unos mercados bursátiles que previsiblemente mostrarán mucha volatilidad, pero también suculentas rentabilidades por dividendo.

El principal gancho de los parqués bursátiles continúa siendo el dividendo. Al margen de las nuevas modalidades de remuneración, como el scrip dividend, cuando un inversor decide transformarse en accionista lo hace pensando en la retribución a cada uno de sus títulos. El duro invierno que ha supuesto la crisis económica ha obligado a los ahorradores a aceptar el recorte e incluso la eliminación de sus dividendos. Precisamente por ello, la vuelta del premio a la Bolsa constituye una señal evidente de optimismo. No conviene olvidar, sin embargo, que persisten los riesgos que amenazan la recuperación de las economías, en especial a las europeas. El desplome del precio del petróleo, que tiene una doble lectura; la constante amenaza de la deflación, el débil crecimiento que caracteriza todavía a la mayor parte de la zona euro y la resistencia a acometer más reformas son elementos a tener en cuenta al afrontar, con la vista puesta en los selectivos, el año que acaba de nacer.

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