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Tribuna
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Consultoras tecnológicas y reto global

Una de las consecuencias para la economía española del ciclo económico en el que aún estamos inmersos ha sido el reforzamiento del sector exterior, no solo en lo que se refiere a un incremento de las exportaciones y de las empresas que exportan, sino también en lo que concierne al número de firmas que han optado por la internacionalización mediante la instalación con estructuras propias de producción o representación en los mercados extranjeros.

España ya vivió un fenómeno similar en los noventa, protagonizado en mayor medida por grandes corporaciones cotizadas y especializadas en sectores como la banca, la construcción, la energía o las comunicaciones. De ahí puede decirse que nacieron nuestras principales multinacionales, cuyos ingresos actuales, en la mayoría de los casos, provienen principalmente de esos mercados en los que llevan casi dos décadas instaladas. Sin embargo, en los últimos años, impulsadas por la búsqueda de nuevas oportunidades de negocio, muchas medianas empresas se han sumado a esta corriente exterior. Puede decirse que nos encontramos ante la segunda ola migratoria de empresas que han tratado de compensar la caída interna de la demanda con las oportunidades de un mundo que, a pesar de todo, y en contraste con la vieja Europa, sigue creciendo a tasas positivas. Las protagonistas de este momentum exterior son empresas que podrían caracterizarse por una serie de atributos que ya identificase el profesor Herman Simon cuando hablaba de los “campeones ocultos del siglo XXI”. Esto es, medianas empresas, por lo general dedicadas a actividades empresa-empresa, con un alto nivel de calidad y cercanía a los clientes en operaciones de carácter muy puntero, que apuestan por la innovación continua, disponen de plantillas motivadas y tienen ambición por crecer en un entorno global.

Un aspecto muy importante del fenómeno de la internacionalización es el efecto inducido que ejerce sobre las empresas que forman parte del ecosistema de la firma que decide salir al exterior. Es más, en muchos casos, como se ha demostrado en el sector de la consultoría y la ingeniería, el primer incentivo para salir al exterior ha sido la necesidad de acompañamiento de proveedores y colaboradores a sus clientes. Se trata de un efecto de arrastre que de alguna manera constituye el círculo virtuoso de la globalización y que una vez en marcha es difícil que se detenga. Es cierto que poner un pie en un mercado extranjero implica algo más que visión y voluntad; se necesita además capacidad financiera para acometer el salto y mantener estructuras periféricas que precisan de personal y de un conocimiento profundo de mercado. Esta realidad es la que explica que actualmente estemos comenzando a ver integraciones empresariales que buscan, como principal objetivo, alcanzar sinergias y complementariedades, pero también, y sobre todo, dotarse del tamaño suficiente y de la musculatura financiera necesaria para acometer con éxito su desarrollo y expansión en nuevos mercados.

En el sector tecnológico, caracterizado por una estructura de mercado con jugadores y fabricantes a escala global, es indudable que se dan todas las circunstancias descritas. Las empresas consultoras, como proveedoras de soluciones que mejoran el control y la eficiencia de sus clientes, han comenzado a salir al exterior para acometer primero proyectos relacionados con esos clientes que han empezado a crear sucursales y filiales por el mundo. Sin embargo, su consolidación en esos mercados, le ha permitido abrirse camino como un jugador más.

A su favor juegan no pocos factores. En primer lugar, estamos asistiendo un extraordinario incremento de la demanda de servicios de IT en países emergentes, a tasas anuales de dos dígitos (alrededor del 10%), según IDC. De hecho, como ponen de manifiesto los estudios de las casas de análisis, Latinoamérica es ya la región con más rápido crecimiento del mercado en el mundo. Y esto se une a un momento en el que quizás vivimos la mayor transformación tecnológica en los últimos 25 años, con la rápida evolución de soluciones que incorporan funcionalidades de movilidad y redes sociales en un entorno cloud que se han erigió en auténticos aceleradores de mercado. IDC predecía no hace tanto que los servicios en la nube y el mercado de almacenamiento de datos podría generar ya en 2014 un negocio de 57.000 millones de dólares, mientras que, para el big data, auguraba un crecimiento del 30%, sobrepasando los 14.000 millones.

José Pablo de Pedro es ‘managing partner’ de TECHEDGE España y Latam.

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